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NIÑOS Y NIÑAS CON CONDUCTAS AGRESIVAS


Enviado por   •  18 de Mayo de 2014  •  8.953 Palabras (36 Páginas)  •  281 Visitas

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C A P I T U L O I

F U N D A M E N T A C I Ó N

Planteamiento y Formulación del Problema

La sociedad mundial actualmente muestra cada vez mayor preocupación por la agresividad presente en todos los niveles sociales (familia, escuela, comunidad).Cada día se comenta más, se estudia más, se escribe más sobre esta problemática. En Venezuela la agresividad ha llegado a las escuelas, producto de la descomposición sobre la base fundamental de toda sociedad como lo es la familia, lo cual ha generado situaciones preocupantes en el buen desenvolvimiento de los procesos educativos.

Los valores morales son imprescindibles en el diario vivir del ser humano; influyen en el actuar, en el pensar y en la forma de ver las cosas. Cuando un valor es descubierto en la persona porque lo vive, da lugar a un mundo más humano, pero cuando su vivencia es débil se rompen los lazos de unidad, fraternidad, de amor, y por supuesto, se convierte el hogar, la escuela, la comunidad y el país, en un caos. Según Pérez (2002),los valores son un conjunto de pautas que establece la sociedad para garantizar las relaciones sociales en las personas, así mismo, son aquellas características morales en los seres humanos tales como la humildad, la piedad, el respeto, como todo lo referente al género humano.

Pascual (1985), citado por Ramos (2000), plantea que se busca ayudar al educando a tomar contacto con aquello que actualmente constituye un valor en su vida. Esta técnica integra el pensamiento, la afectividad y la acción, el objetivo es llegar a la conducta pasando por el sentimiento y la claridad de ideas. La técnica de la clarificación de los valores coloca al estudiante frente a experiencias que le permiten vivenciar valores por sí mismo, ayudándole de esta manera, a cuestionar aquello que recibió de otros, sean estos padres, madres, maestros (as), asumirlos y optar por ellos comprometidamente. La educación en valores ayuda al estudiante a encontrarse consigo mismo.

Bandura (1987), plantea que la agresividad es una conducta manifestada en el individuo de manera verbal y no verbal, aprendida por medio de la observación. La Teoría del aprendizaje social según Bandura (1997), citado por Myers (2005), en esta propuso que se aprende la agresión no solo por experimentar sus beneficios, sino también al observar a otros. Como con la mayoría de las conductas sociales se aprende la agresión al mirar a otros y tomar nota de las consecuencias, se cree que la vida expone a modelos de agresividad en la familia, la cultura y los medios de comunicación masiva.

En el caso de la E.B.N Josefina de Acosta, la población estudiantil está conformada por jóvenes que provienen de familias de escasos recursos económicos, padres desempleados, familias carentes de la figura paterna o desintegrados, debido a que el padre o la madre han tenido que emigrar en busca de trabajo para propiciar mejores condiciones de vida a sus hijos (as), dejando a cargo de la formación de éstos, a abuelos (as) u otro familiar, con un alto índice de violencia intrafamiliar y hacia la mujer. Por otro lado, sus hogares están insertos en espacios hacinados, carentes de servicios básicos, sin lugares para el esparcimiento y la recreación sana. Todo esto se convierte en espacio propicio para generar personas conflictivas, a la defensiva, violentas y agresivas.

En el contexto educativo, se observa a diario situaciones o comportamientos de agresión entre los estudiantes. Existe una atmósfera de intolerancia, irrespeto, teniendo esto como consecuencia relaciones interpersonales negativas y una convivencia escolar llena de violencia dentro y fuera de ella. Ante las opiniones adversas de algunos estudiantes se genera la discusión y agresividad entre ellos, siendo incapaces de entender los sentimientos, emociones y puntos de vista contrarios al de ellos. Los varones muestran un índice alto de agresión al género femenino, la cual conducía ambientes estudiantiles hostiles y de mezquindad.

Han sido pocas las acciones que ha tomado la escuela para mejorar dichos aspectos, dentro de estas actividades se resaltan las jornadas de sensibilización a la comunidad educativa (padres, alumnos, docentes y representantes) siendo poca la asistencia y en los asistentes no se observan cambios positivos. Para garantizar la efectividad de la actividad debe hacerse con carácter de obligatoriedad y con mayor frecuencia, para obtener los resultados esperados, donde la comunidad educativa luche por el mejoramiento del plantel, el rendimiento estudiantil, la convivencia pacífica en la escuela y fuera de ella.

La agresividad estudiantil trae como consecuencia, bajo rendimiento académico y el cumplimiento de sus compromisos escolares, afectando su desempeño en la vida social, reflejado notoriamente en su fracaso para insertarse en el aparato productivo del país. La familia es el lugar donde los estudiantes se nutren de los valores morales necesarios para lograr una convivencia familiar, escolar y social positiva. La agresión en la familia hace que estos muestren conductas violentas, maltrato verbal y físico hacia sus compañeros y profesores.

En la actualidad, la escala de valores está invertida, primero se encuentran los materiales y luego los espirituales, es un deber de los docentes trabajar en los centros educativos para que este orden de un vuelco, hacer todo lo posible para que el amor, la cooperación, la felicidad, la honestidad, la paz, el respeto y la tolerancia sea una realidad vivida en cada integrante de la comunidad educativa. Un cambio de estructura social influirá decisivamente en la formación de individuos.

En tal sentido, se requiere de un programa de valores diseñado por un conjunto de acciones, normas, estrategias de aplicación y las competencias que se busca lograr dentro de la institución para mejorar las actitudes de los estudiantes, con ello existirá una excelente comunicación y relaciones interpersonales en la población estudiantil; la atmósfera de trabajo estará llena de amor, respeto, solidaridad, comprensión y tolerancia que garantizarán su trabajo ético. La escuela y la familia deben involucrarse en el proceso educativo. La familia y la escuela deben compartir valores, la comunidad educativa tienen la responsabilidad de la construcción colectiva de formas de vida cada vez más humanos. Según Pérez (2002), la escuela y la familia están condenadas no solo a entenderse, sino a cooperar estrechamente. No es posible que en la escuela se busquen y pretendan unos valores que no son compartidos o vividos en la casa.

Esto va a suponer que la familia recupere su papel de primeros educadores y que se asuman también como educadores, dispuestos a cambiar y a transformarse, a involucrarse activamente en la construcción

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