Obra De Teatro .l.
Enviado por PutoliaCulia • 3 de Abril de 2014 • 5.798 Palabras (24 Páginas) • 332 Visitas
Personajes por orden de aparición
11 niñas y 3 niños
Candelas
D. Anselmo
Hortensia
Mª Luisa
Juan
Susana
Clarita
Cristóbal
Mª de la Encarnación
Dolores
Laura
Asunción
Celeste
Esperanza
Niño
Un kiosco de periódicos en un barrio cualquiera de Sevilla. Candelas, la kiosquera está abriendo el negocio y quitando el polvo mientras coloca los periódicos, las revistas, los tebeos y demás chismes de un kiosco .Mientras canturrea esta copla :
** LA ZARZAMORA **
(Pasodoble)
En el café de Levante entre palmas y alegrías,
cantaba la zarzamora;
se lo pusieron de mote porque dicen que tenía
los ojos como la mora.
Candelas.- Han visto Ustedes lo contenta que estoy por las mañanas, y tengo motivos pa estar alegre. Estoy alegre por este Kiosquito que ma concedío el Ayuntamiento, si señores. Yo soy viuda y cuando murió mi marío “que en gloria esté”, me quedé sin un real, porque Agapito era muy bueno, pero se lo gastaba to en la taberna, así que me dejó con una mano alante y otra atrás. No, no señores, no estoy contenta porque se me muriera mi Agapito, sino porque una ha batallao y batallao, hasta conseguir esto.. Ahora les cuento mientras coloco los cachivaches de mi kiosquito, que ya no sabe una donde ponerlos ¡Osú María y José!
Le hablo primero a un tratante, y olé,
y luego fue de un Marqués
que la lleno de brillantes, y olé,
de la cabeza a los pies.
Decía la gente que si era de hielo,
que si de los hombres se estaba burlando,
hasta que una noche, con rabia de celos,
a la zarzamora pillaron llorando.
¿Que tiene la zarzamora
que a todas horas
llora que llora por los rincones,
ella que siempre reía
y presumía de que partía los corazones?
De un querer hizo la prueba
y un cariño conoció
que la trae y que la lleva
por la calle del dolor.
Los flamencos del colmado
la vigilan a deshora
porque se han empestillado
en saber del querer desgraciado
que embrujo a la zarzamora.
Candelas.- Yo solita, yo solita me he conseguío, to lo que tengo, que es poca cosa, dicho sea de paso, pero a mí me basta y me sobra. Yo he ido de departamento en departamento, de negociao en negociao, de asistente sosial, en asistente sosial. Unos me han cerrao las puertas , otros me las han abierto de “par en par”, hasta que llegué a D. Pascual Miravalles Garsía (Recalcando el nombre) ; un santo., se lo digo yo. Consejal del Ayuntamiento de Sevilla, pero un Señor Consejal, no como los otros; éste sí se interesa por las clases humildes.
(Sigue canturreando La Zarzamora)
Cuando Sonaban las doce una copla de agonía
lloraba la zarzamora,
mas nadie daba razones ni el intríngulis sabía
de aquella pena traidora.
Pero una noche al levante, y olé,
fue a buscarla una mujer;
cuando la tuvo delante, y olé,
se dijeron no se que.
De aquello que hablaron ninguno ha sabido
mas la zarzamora lo dijo llorando
en una coplilla que pronto ha corrido
y que ya la gente la va publicando.
Candelas.- Allá que me presenté, yo sola en el despacho de D. Pascual; la secretaría no me quería dejar pasar naturalmente, y entre, lloriqueos, lágrimas y suspiros, se abrió aquella puerta, y allí estaba él: alto, moreno, bien paresío, elegante, simpático, cautivador , atento, gentil, bueno que les voy yo a desir a ustedes. Me pasó a su despacho , me colmó de atensiones y me escuchó como antes nadie me había escuchao. Yo naturalmente, le enseñé la foto de mi marío, le dije que era el hombre más bueno y honrao que había existido, que yo vivía estupendamente con él, que no me faltaba de na y que su muerte me había destrozao la vía... bueno , y ...la alcancía... y me eché a llorar, y lloré, y lloré y di un hipío, y otro y después otro. Hice que perdía el sentío y él solícito me dio a oler un frasco de sales aromáticas, y por fin entre unas cosas y otras, salí de allí con el permiso conseguío, y aquí está el resultao. ¡¡Qué el que no llora no mama!! Y yo solita. Si mi Agapito levantara la cabeza, que no me dejaba nunca tomar decisiones , y viera esto, se moriría otra vez del susto. Pues que se fastidie que esto es mío y sólo mío. (Candelas sigue canturreando “La Zarzamora”, mientras termina de colocar su kiosquito)
Lleva anillo de casado,
me vinieron a decir,
pero ya lo había besado
y era tarde para mi.
Que publiquen mi pecado
y el pesar que me devora
y que todos me den de lado
al saber del querer desgraciado
que embrujo a la zarzamora.
Candelas.- Verán Ustés, ya va pa sinco años que tengo este kiosco y ya me conozco la vía y milagros de toos los vesinos de este barrio; les puedo desir a la hora que viene ca uno al kiosco, cuales son sus ideas políticas, me se de memoria sus chascarrillos, se quien se lleva mal con quién, quien se casa, quién se separa, quién va a tener un niño, a quién han echao del trabajo, en fin, too. Pero yo siempre tengo una palabra bonita pa cada cual, una palabra de ánimo, de consuelo, de enhorabuena y ellos me lo agradesen ¿Qué trabajo cuesta eso? Y así mi negosio va viento en popa. Verán ahora a las nueve menos diez minutos vendrá D.Anselmo , un funsionario jubilao que to los días compra su periódico y una bolsita de alpiste pa las palomas. Miren por allí viene. Es puntual como el carillón de Córdoba.
D.Anselmo.- Buenos días Candelita, presiosa
Candelas.- Buenos días, D. Anselmo, ¿Lo mismo de siempre, verdá?
D.Anselmo.- Así es , Candelitas, dame mi ABC y la ración de alpiste, que mis palomas y mis pajaritos me estarán esperando como agua de Mayo y además con la buena mañana que hase , en el Parque de María Luisa se tiene que estar muy bien.
Candelas.- Pero abríguese D.Anselmo, que luse el sol, pero la mañana está fresquita y usté con su reuma no debe coger frío.
D.Anselmo.- ¡Ay hija! Y que lo digas , que cada vez tie uno peor las bisagras. Hoy me
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