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Orden Simbolico. ¿orden Politico?


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2013  •  3.740 Palabras (15 Páginas)  •  422 Visitas

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Orden simbólico. ¿Orden político?

Ana María Fernandez

Buenos Aires, mayo de 1999.-

Publicado en la revista Zona Erógena

I. Subjetividad y Diferencias

De qué tipo de diferencia hablamos cuando hablamos de diferencias de género? Aquello que organiza diferentes modalidades de subjetividad en hombres y mujeres ¿se deben a esencias femeninas y masculinas diferentes?. ¿Puede decirse que sus diferencias " esenciales" son de orden biológico o son debidas a que ambos poseen modalidades inconscientes diferentes? Hasta los '70 estos eran los términos del debate.

El criterio que aquí se sustenta es que los diferentes modos con que hombres y mujeres organizan sus posicionamientos son diferencias socio-históricas que responden a que unos y otras han constituido diferentes modos de subjetivación.

La noción de modo socio-histórico de subjetivación implica retomar el desafío foucaultiano1 de poder pensar la subjetividad sin apelar a un sujeto trascendental, ni a un sujeto psicológico, es decir instituir una suerte de escepticismo metódico frente a universales antropológicos. Esta caución que ha llevado a M. Foucault a interrogar en su constitución histórica -es decir a desesencializar- dichos universales permite, por ejemplo, pensar la constitución histórica del sujeto de deseo.

Genealogizar al Hombre de Deseo implica por lo menos dos operaciones deconstructivas:

- Articular la noción de deseo como fundante de la subjetividad con un momento particular del histórico-social: la Modernidad

- Considerar la idea de "deseo como carencia" como propia de un tipo de pensamiento filosófico y no suponer que la carencia es inherente al deseo.

En síntesis, historia del Hombre de Deseo y no sujeto universal de deseo2. En tal sentido historizar, genealogizar los conceptos es una operatoria inseparable de la de-construcción de las categorías desde donde se piensa la diferencia.

- El Hombre de Deseo

Son ya conocidos lo trabajos que han periodizado las hermenéuticas de sí occidentales3:

• – conócete a tí mismo (greco-romano)

• – confiesa tus pecados -monástico-medieval

• – cogito cartesiano - modernidad

• – dispositivo psicoanalítico - Ciencias Humanas

Asimismo, dichos estudios han puesto en evidencia la articulación necesaria -y no contingente- en cada período entre un tipo de hermenéutica de sí, un modo de gobernabilidad -incluidas las estrategias de resistencia al mismo- y un campo de saber.

Cuando no se historiza una categoría como la de sujeto deseante, es decir cuando "naturalmente" es pensada como un universal antropológico, se producen fuertes impensados (objetos prohibidos, o denegados de la teoría). Quedan así invisibles, por lo menos, dos grandes cuestiones y se pierden dos -no menos importantes- cauciones de método:

a) la relación entre las diferentes "hermenéuticas de sí" y los campos de saber que se instituyen, con las gobernabilidades (problema del Poder). Así por ejemplo, la confesión- transgresión de los pecados de la carne es inseparable de la pastoral cristiana propia del modo de gobernabilidad del período feudal.

Es decir que historizar las formas de subjetivación abre visibilidad a la relación entre la constitución de sujetos, la producción de criterios de normatividad y la institución de los campos de saber que inauguran los discursos sobre el sujeto, en cada período histórico.

b) Si el sujeto deseante es histórico y su producción es inseparable de los dispositivos de gobernabilidad, su ocnstitución subjetiva será diferente para hombres y mujeres.

En tal sentido, si el sujeto de deseo es inseparable del Hombre de Poder, una de las estrategias centrales de su constitución será pensar a las mujeres, constituidas como objeto de deseo, posicionadas "en defecto" en relación a los sujetos deseantes.

Pensar como condición, (universal antropológico) una constitución socio-histórica, pone como no enunciable, es decir posiciona como objetos prohibidos o denegados de un campo de saber, las estrategias de poder que vehiculizan los discursos del saber. Se pierde una caución de método cual es la vigilancia epistémico-política de las relaciones saber-poder del propio campo.

La segunda caución de método que se pierde en esta operatoria -y en estrecha relación con la primera- es "ver" condición donde habría que leer y trabajar síntomas. La condición tiene la contundencia de lo que es, el síntoma es solución de compromiso a interrogar - destrabar - transformar, en el trabajo psicoanalítico. De esta forma, cuando los psicoanálisis creen poner en discurso "la diferencia sexual" reproducen, en muchos de sus tramos, las desigualdades sociales entre los géneros.

- El deseo como carencia.

Genealogizar la noción del deseo como carencia implica poner en consideración las huellas que produce en un campo de saber actual, aquello que Castoriadis4 ha llamado -en filosofía- el "pensamiento heredado". Implica, por tanto desnaturalizar una episteme por la cual el mundo se constituye en escencias y apariencias. Escencias absolutas, eternas y perpetuas y apariencias engañosas e imperfectas que constituirían el mundo sensible, copia defectuosa del mundo de las ideas.

La tradición platónico-aristotélica funda un ámbito propio de la Filosofía: el ámbito de la representación, definida no por su relación con el objeto, sino con el modelo5. Se sientan así las bases de la Episteme de lo Mismo, por la cual la representación operará en un doble movimiento

• – selección de los "pretendientes" según cuáles ofrezcan las mejores copias (jerarquización del campo)

• – exclusión de lo excéntrico, lo divergente (segregación de las diferencias) en nombre de una finalidad superior, sea ésta pensada como realidad escencial, Dios, o el sentido de la historia6

Desde esta perspectiva los seres humanos son copias falladas de la Idea original y/o de un Dios creador (Dios creó al Hombre a su imagen y semejanza). Si el pensamiento platónico-aristotélico colocó las bases del hombre fallado, el cristianismo ensambló la falla con la culpa y su necesaria expiación-resignación a través de la gobernabilidad de la pastoral.

El deseo pensado como carencia daría cuenta del anhelo imposible de los humanos por alcanzar la perfección-completud de la Idea - Dios.

De Platón a Hegel insiste una voluntad que al rastrearse sólo como historia del pensamiento y disociarla de la cuestión de la gobernabilidad, deja en invisibilidad las estrategias de poder en que se inscribe el linaje de la carencia-castración.

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