Paradigmas y Tabús: Sexo Anal, entre el machismo y la homofobía
Enviado por Nestor Araujo • 18 de Noviembre de 2017 • Ensayo • 1.842 Palabras (8 Páginas) • 264 Visitas
Los temas en torno a la sexualidad, en la mayoría de las sociedades conservadoras, han prevalecido con tabúes producto de una moral predominantemente religiosa, limitante. Entre otras cosas, ésta ideología arcaica ha engendrado una sociedad intolerante, poco inclusiva y desinformada. La lucha por la inclusión, la no discriminación y la erradicación del machismo, son problemas con los que la sociedad mexicana tiene lidiar. Nuestro país, ha dado grandes avances jurídicos en éste sentido, sin embargo en el acontecer cotidiano, su aplicación es poca. Existen, sin embargo, situaciones al rededor del mundo peores que la de México; en países donde predomina el islam, la libertad es un concepto limitado para las mujeres, las personas homosexuales son condenadas con pena capital .
La moral judeocristiana, dominante a nivel mundial, nos enseña que el único fin del sexo es procrear. Se espera entonces que, basándonos en sus creencias, las relaciones sexuales entre los individuos sean exclusivamente heterosexuales, entre un hombre y una mujer. Se esperaría también que sea una penetración exclusivamente pene-vagina, sin embargo el espectro de la sexualidad es mucho más amplio, más diverso: Desde la aparición del hombre y registrado por civilizaciones antiguas como la griega, sabemos del fenómeno homosexual, de igual forma la penetración no está limitada a la vagina, también existe la felación y el sexo anal.
Un tabú, un tema que se habla en voz baja, que está marcado por el estigma. El sexo anal es una práctica que a lo largo de su historia ha sido sinónimo de depravación. Al no tener ningún objetivo para la preservación de la especie, la penetración anal es vista como una sucia pasión, que culturalmente se ha dejado en el olvido, o al menos se trata de ocultar, mantener en secreto .
El paradigma del sexo anal comúnmente se asocia con la homosexualidad, el imaginario colectivo establece a priori que la penetración anal se da solo entre hombres que tienen sexo con otros hombres, sin embargo, no es así. Hay hombres que penetran analmente a sus mujeres, o viceversa; también, aunque en menor medida, mujeres que practican sexo anal con otras mujeres.
El ano no tiene género, es común a todos, tanto hombres como mujeres tienen ano. Es un órgano que no está asociado con lo femenino o lo masculino. Se pensaría que el ano, no tiene ninguna función sexual, es el argumento que muchos grupos conservadores defienden: el ano es el fin del aparato digestivo, sirve para defecar, para expulsar, no para meter algo en él; sin embargo bajo esa premisa, la boca tampoco tiene ninguna función sexual, es de igual forma, parte del aparato digestivo. Tanto la boca, como el ano, son zonas erógenas, con una gran cantidad de terminaciones nerviosas que hacen sentir placer.
Culturalmente, en la medida en que el niño crece, desde su temprana infancia, los roles de masculinidad y feminidad son fomentados diariamente, desde el color de la ropa, los juegos que deben jugar y como deben de comportarse. El género es construido socialmente, son estereotipos que se han impuesto y prevalecido a través de la historia.
Sexualmente hablando, y como la heteronormatividad lo establece, el papel del hombre es el de activo, el de amo, de dominante, el que penetra. La mujer, por su parte, es pasiva, esclava, sumisa, la que es penetrada. En el sexo existe una relación de poder, y es el hombre quien debe ejercerlo según los convencionalismos sociales. Cuestionar este arquetipo es un atentado a la moral y las buenas costumbres que establece nuestra cultura.
Las siguientes expresiones forman parte del folklore en torno al culo, al ano y lo que esto representa: Que te den por el culo. Tomar por detrás. Que te follen. Que te den por ahí. Lameculos. Pinche culero. Sodomita. La voz popular asocia el rol pasivo en el sexo anal con lo despreciable, lo horrible, lo peor, lo que está mal. En general, las expresiones anteriores, denotan que ser penetrado es indeseable, un castigo, algo doloroso, una humillación . No obstante, el que una mujer sea penetrada analmente es menos vergonzoso y mucho más aceptado, que si un hombre estuviese en su lugar; incluso en el caso de sexo entre hombres, el que toma el papel de activo no es motivo del desprecio con que es visto el hombre que es penetrado.
En ciertas circunstancias, como en las cárceles y el ejército, se recurre al sexo anal entre hombres. El pasivo, tiende a ser visto como un sacrifico y en algunos casos, asume los roles femeninos como lavar y cocinar, la elección de estos hombres es simple: alguien al que no le guste ser penetrado, esto para asegurarse de que sufra, se elige a un verdadero “macho” .
Se supone que si un hombre gusta de ser penetrado (No necesariamente con un pene, existen juguetes, dildos, dedos, manos) se convierte automáticamente en homosexual, argumento totalmente ilógico, claro está. Parece ser que la construcción social del hombre y la masculinidad giran en torno al hecho de NO ser penetrado y el aparente derecho de poder penetrar cualquier cosa, incluyendo a otros hombres. El sexo anal aproxima al hombre a la vulnerabilidad con que se ve a la mujer, ambos tienen ano y por tanto, ambos pueden ser penetrados .
Una vez superado el tabú que el sexo anal en sí mismo representa, nos encontramos con los paradigmas de los roles pasivo y activo, una condición binaria que están ligados directamente a los conceptos de feminidad y masculinidad. En el argot de los homosexuales se asume
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