Pedagogia Del Aburrido
Enviado por silmo33 • 18 de Noviembre de 2012 • 5.410 Palabras (22 Páginas) • 1.667 Visitas
PEDAGOGÍA DEL ABURRIDO
CAPÍTULO I: ESCUELA Y CIUDADANÍA
LA ESCUELA COMO INSTITUCIÓN
En los Estados-nacionales se organiza todo institucionalmente, hasta la familia, la escuela, el club, etc., todo pasa a ser una institución. Se establece una relación analógica entre el Estado-Nación y sus instituciones: se da un uso del lenguaje común por parte de los agentes institucionales, que habilita la posibilidad de estar en varias instituciones, bajo las mismas operaciones.
El estado-nación delega a sus dispositivos institucionales la producción y reproducción de su soporte subjetivo: el ciudadano, constituido en torno a la ley, que se apoya en dos instituciones: la familia y la escuela. La subjetividad ciudadana se organiza por la suposición básica de que la ley es la misma para todos, y se define por esta relación con la ley, ya que es depositario de una soberanía que no ejerce: la soberanía emana del pueblo, no permanece en él.
Se forja la conciencia nacional mediante la educación. El fin de esto es que el ciudadano le delegue el poder a sus soberanos, en un acto de representación.
La institución que define el pueblo, y su pasado en común es la historia. El fundamento del lazo social es ese pasado en común. Allí reside su identidad y sus posibilidades, entonces el soberano se hará representar a partir de una comprensión del pueblo con un pasado en común determinado por su historia. Entonces, deviene ciudadano.
La subjetividad se produce en espacios de encierro, donde habita una población homogénea y producen el tipo de subjetividad pertinente para ese segmento social. El paradigma de este tipo de sociedad es la prisión. En la familia, escuela pasa algo similar, donde se vigila y castiga a esa población homogénea por una especie de panóptico. Pertenecer y estar dentro son sinónimos en la lógica del encierro: pertenecer al conjunto de niños encerrados en las escuelas, al conjunto de trabajadores encerrados en fábricas. Como figura, la institución es una figura genérica del Estado-Nación, sobre todo como productora de subjetividad de un conjunto de términos que se homogeneizan por pertenencia. La vigilancia y el control producen normalización.
Según Nietzsche existe un nexo entre la educación y la utilización de la fuerza de trabajo intelectual por parte de la sociedad para sus propios fines. El educar al soberano tiene como propósito la opresión y explotación, como correlato de la economía política. El interés que se tiene por el hombre constituye un modo de control, de dominio, que se desarrolla en la modernidad y tiene que ver con la idea de volver “útiles” a los individuos para la sociedad, y para los fines de ésta. Por ejemplo, en la escuela el examen es un modo de control, y la planificación sirve para vigilar la adecuación o no de la propuesta, su desarrollo, su relación con el saber pedagógico.
Está surgiendo un nuevo concepto de ser hombre, es un concepto práctico, donde es hombre sólo aquel que se inserta en la redes del mercado. A pesar de esto, se sigue actuando con los ideales modernos de libertad, igualdad y fraternidad.
LA ESCUELA COMO GALPÓN
El agotamiento del Estado-Nación como principio general de articulación simbólica trastoca radicalmente el estatuto de las instituciones de encierro. Esto implica el desvanecimiento del suelo donde se apoyaban las instituciones disciplinarias. Como consecuencia de esto, la consistencia institucional se ve afectada. Se observa destitución y fragmentación. Se sufre por la normativa limita las acciones, se sufre porque no hay normativa compartida.
¿Cuál es el estatuto actual de las instituciones? Una institución, para ser tal, necesita de una metainstitución que reproduzca las condiciones donde apoya. El agotamiento del estado-nación implica el desvanecimiento de una condición ineliminable para la existencia institucional. Sin embargo, siguen existiendo instituciones, pero su sentido es otro. Se trata ahora de organizaciones ligadas a la prestación de un servicio (capacitación). Entonces, la subjetividad es otra. La correlación entre subjetividad ciudadana, dispositivos normalizadores y Estado- Nación está agotada. Las condiciones con las que tienen que lidiar son cambiantes. De esta manera, sin función ni capacidad de adaptarse a la nueva dinámica, se trasforman en galpones. Es decir, en un tipo de funcionamiento ciego a la destitución de la lógica estatal y a la instalación de la dinámica de mercado. El galpón se trata de un coincidir material de los cuerpos en un espacio físico, que no garantiza una representación por parte de sus ocupantes, y la condiciones de un encuentro no están garantizadas.
La subjetividad dominante actualmente no es la institucional sino la massmediática. Sus operaciones básicas no son disciplinarias sino otras. No se trata de normativa y saber, sino de imagen y opinión personal. El docente opera como si el sujeto interpelado estuviera constituido por las marcas disciplinarias (una subjetividad institucional adquirida por la familia, y otros agentes normalizadores), pero el alumno responde con una subjetividad massmediática. Se arma un desacople entre el agente convocado y el agente que responde, entre el alumno que se supone y el alumno real.
En el galpón el problema radica en cómo se instituye algo. No hay reglas institucionales mas o menos precisas, sino precarias, inmanentes, temporarias.
Subjetivamente, lo requerido para habitar un galpón es que varíe el estatuto de la ley. Nosotros como herederos de la subjetividad estatal, suponemos la preexistencia de la ley. No podemos pensar una ley inmanente, precaria y temporaria. Pero para habitar esta situación es necesario repensar en concepto de tiempo y de ley, y rehacerse según este nuevo pensamiento.
LA ESCUELA COMO SITUACIÓN REGLADA
El agotamiento de las sociedades de vigilancia es también el agotamiento de la ley (nacional) como ordenador simbólico. Lo que se opone a la ley es la regla, que opera donde no hay lenguaje analógico. El estatuto de la regla no se trata de leyes inmanentes, su fuerza reside en su capacidad de constituir un orden convencional de juego.
El agotamiento del Estado – Nación se trata de la incapacidad del Estado para postularse como articulador simbólico del conjunto de las situaciones, debido a la dispersión de éstas. En esta dinámica de las situaciones dispersas, la simbolización es situacional. Hay simbolización en situación. La anomalía consiste ahora en la imposibilidad de entrar en la dinámica de la regla específica de la situación. Existe contradicción en el interior de las situaciones, porque cada situación elabora sus reglas de coherencia y en este sentido hay posibilidad de contradicción. La trasposición de una regla sobre
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