Piaget
Enviado por rocionu120 • 7 de Septiembre de 2014 • Síntesis • 4.356 Palabras (18 Páginas) • 184 Visitas
Piaget en el aula.
Autores varios
Cuadernos de Pedagogía No 63, Octubre de 1988
Jean Piaget
Psicólogo suizo (Neuchatel, 1896 - Ginebra, 1980). Uno de los
estudiosos más lúcidos de la psicología infantil y evolutiva. En
1951 funda en Ginebra el “Centre International d’Epistémologie
Génétique”. Su aportación fundamental ha sido la investigación
- desde una perspectiva biológica, lógica y psicológica - de la
génesis y desarrollo de la inteligencia en el niño.
Piaget en el aula
Los principios epistemológicos del psicólogo suizo han
tenido una honda repercusión, tanto en la teoría como en la
práctica educativa. En esta colaboración trata de engarzarse,
precisamente, el pensamiento de Piaget con su aplicación en el
aula.
La aplicación de una teoría en un ámbito nuevo requiere un trabajo
de investigación y experimentación que sea capaz de reformular
sus presupuestos iniciales, ampliándolos y enriqueciéndolos.
Este es el caso de la teoría de Piaget, cuyas repercusiones
en la educación, todavía hoy, no se han agotado. Los trabajos de
este autor, realizados desde una perspectiva epistemológica, no
fueron elaborados con la intención de proporcionar soluciones
a problemas concretos y prácticos como los que planea la educación,
sino como un intento de dar explicación a cuestiones de
tipo teórico.
Para que el pensamiento piagetiano tuviera una proyección social
ha sido necesario que los profesionales de la educación,
dentro y fuera del aula, se plantearan interrogantes para cuya
respuesta vieran la utilidad de sus explicaciones. Nace, de esta
forma, un diálogo enriquecedor entre las concepciones teóricas
y los fenómenos que acontecen en este campo del quehacer social,
modificándose ambas perspectivas, la teórica y la práctica.
La influencia de la obra piagetiana en la educación ha sido extensa
en el espacio y en el tiempo. Educadores de todo el mundo
se han interesado de una forma u otra por sus planteamientos
teóricos. Nos proponemos a través de esta líneas, aportar algunos
datos desde nuestra propia experiencia. Transmitir qué
tipo de interrogantes como profesionales de la educación nos
han motivado hacía el pensamiento piagetiano, cuáles son los
elementos nuevos que han surgido y qué perspectivas abren, de
carácter innovador, a la educación.
El pensamiento piagetiano y la escuela
Existen, a nuestro modo de ver, algunas cuestiones que enfrentan
al profesional de la educación con serias contradicciones.
La ampliación del número de niños que asisten a la escuela
y de las edades de la enseñanza obligatoria defiende la idea
de que la mayoría de la población se beneficie de este servicio.
Sin embargo, junto al cumplimiento de este deseo de bienestar
social, el maestro recibe de la sociedad una demanda
contradictoria con su realización: abrir las puertas del aula a
la diversidad e inmediatamente transformarla en uniformidad
o seleccio-narla (niños difíciles, enseñanza especial, etc.). Es
decir, se le pide que contribuya en la conversión del conjunto
de niños vitalmente activos en escolarmente obedientes,
o bien que los rechace. Para ello cuenta con diferentes
instrumentos, desde los más infraestructurales, que parecen
ingenuos (los mismos pupitres, horarios, materiales, etc.)
hasta los más profundos: programas iguales para todos, normas
rígidas y evaluaciones también iguales e inamovibles.
Esta apertura numérica, que preconiza una idea falsa de la
igualdad, empieza a ser para el maestro imposible de llevar a
cabo, ante las diferentes formas de vida e interpretaciones del
mundo que aparecen ante sus ojos, representadas en sus alumnos.
En otro orden de cosas, la rapidez de los cambios socioculturales
y cientificotécnicos que se suceden a nuestro alrededor,
parecen apuntar hacia la necesidad de educar personas
que puedan incorporarse a los nuevos conocimientos, más
que reproducir los ya caducos. Por el contrario, aquí también
se le exige al maestro, a través de los programas y de
los resultados inmediatos, que los niños pasen de ser intelectualmente
imaginativos a aburridamente repetitivos.
La vida, la sociedad y la ciencia son entidades dinámicas que
evolucionan y que en cada uno de los seres humanos adoptan
diferentes formas. Sin embargo, la escuela trata de establecer un
mundo irreal en el que todo es absoluto y estático, y en consecuencia
dicotómico. El buen alumno - el mal alumno, aprobar -
suspender, portarse bien - portarse mal, etc. Frente a la dificultad
de transformar en homogéneo lo que es diverso y en absoluto lo
que es relativo, el profesional de la educación comienza a cuestionarse
lo que está sucediendo en el aula. ¿Por qué ese desinterés
de los alumnos? ¿Por qué siempre las mismas dificultades en los
aprendizajes, a las que parece que no se encuentra explicación?
¿Por qué cuestan tanto de adquirir las normas de conducta?, etc.
Detrás de estos interrogantes hay un replanteamiento profundo
de objetivos: ¿Qué conocimientos transmitir? ¿De qué forma?
¿Preparar para la vida? ¿A qué tipo de vida nos referimos? ¿Qué
tipo de persona quiere potenciar la escuela? ¿Qué sociedad utilizar
como marco de referencia? La institución renovadora, frente
a este dilema reformula sus objetivos rescatando aquéllos que
le parecen más liberadores y que le permiten transformarse en
cualitativamente útil para la mayoría de la población.
“Concebimos la educación como un proceso mediante el cual los
alumnos van creciendo en autonomía moral e intelectual, cooperando
con sus semejantes y en interacción con el entorno sociocultural
en el que viven.” (...) Nos proponemos como fin educativo
potenciar el desarrollo de personas felices, libres, creativas
y solidarias, capaces de comprender e intervenir en el mundo
haciendo posible la construcción de una sociedad mejor.” (1)
La nueva formulación de objetivos establece como prioritaria la
idea de autonomía personal frente a la dependencia cultural e
ideológica del alumno, el desarrollo intelectual frente al mero
rendimiento académico,
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