Polaridades y Gestalt
Enviado por Fátima Mendoza • 29 de Febrero de 2020 • Trabajo • 499 Palabras (2 Páginas) • 163 Visitas
LAS POLARIDADES E INTROYECTOS
Otra manera de defendernos y proteger nuestro inconsciente manteniéndonos en la comodidad, es pensar y asegurar, que no somos capaces de realizar determinadas tareas o actividades, porque nos creemos inútiles o inadecuados por nuestra cultura, edad, y/o algún mensaje que tomamos de nuestros padres, cuidadores o maestros durante la infancia.
Nos identificamos con una forma de ser concreta y rechazamos todo lo que no cuadre con esa imagen, en sí, rechazamos todo lo que no nos es familiar. Por ejemplo, si me considero una persona torpe no me meto a aprender nuevas cosas aunque lo desee. Si me considero una persona “fuerte” no puedo apoyarme en otras personas y compartir mis penas, no me gusta que me vean llorar o me aguanto para conservar mi imagen y lo que los demás creen de mí.
Para la Gestalt, la persona es un todo indivisible y en la medida en que somos capaces de asumir esos aspectos negados, nuestro funcionamiento será más sano. Todos somos al mismo tiempo listos y torpes, fuertes y débiles, buenos y malos, cariñosos y agresivos y la salud consiste en poder emplear una u otra característica en función de la situación ante la que se está. Por ejemplo, si alguien me está amenazando responder cariñosamente no es lo más adecuado a la situación, si perdí a un ser querido o una mascota, lo más lógico es sentirse triste y llorar, si no tengo esa reacción natural, es por la máscara, por estar en el rol introyectado de niña buena, del fuerte, del responsable, del hijo modelo, etc...
Todas las emociones son valiosas porque nos dan información acerca de lo que nos está ocurriendo y lo que está pasando a nuestro alrededor, de ahí que sea tan importante recuperar las emociones que consideramos negativas: alegría, tristeza, agresividad, deseo sexual, ira, entre otras.
Estos aspectos rechazados nos cuesta sacarlos porque nos disgustan, o nos dan vergüenza, miedo o ansiedad. La terapia invita a vivir plenamente cada aspecto de lo que llamamos una polaridad: ser flexible-ser firme, ser alegre-ser triste, interesarse por lo de dentro del hogar y por lo de fuera, estar alegre-estar triste, ser puntual-permitirse llegar tarde (sobretodo a quien teme perder el control), ser valiente-tener temores.
La polaridad no aceptada se sepulta o bloquea por temor a lo que podría desencadenar, como ocurre por ejemplo en el temor bastante generalizado a hacerse cargo de la propia agresividad y a manifestarla.
Una de las polaridades básicas a descubrir es la llamada: perro de arriba y perro de abajo. El perro de arriba representa las normas dadas por padres, maestros, y personas importantes de nuestra vida, mientras que el perro de abajo se rebela ante dichas exigencias. Por ejemplo, las exigencias sobre las tareas de la casa y las constantes excusas para no hacerlo que ponen los hijos. Este mecanismo aprendido en la relación con las figuras de autoridad se produce constantemente en nuestro interior. (Ejemplo: debería llamar a la cuñada-no quiero porque es una pesada).
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