Por los caminos del sur
Enviado por citla17 • 15 de Abril de 2013 • Ensayo • 808 Palabras (4 Páginas) • 395 Visitas
Canto a Guerrero
Profesor Enrique Galeana Laurel
Por los caminos del sur
A ti te canto Guerrero
Tienes hombres bien bragados
Todos forjados de acero
Como ejemplo tenemos
un valiente triunfador
El Rey Azteca Cuauhtémoc
el último emperador
El primer congreso de Anáhuac
Nos brindó ese gran honor
Iguala de la independencia
El lábaro tricolor
Juan Álvarez y Nicolás Bravo
Nos dieron soberanía
A México la independencia
Y a Guerrero sabiduría
Dramaturgo y poeta
Y con amores callados
Escribió Juan Ruiz de Alarcón
Los pechos privilegiados
Con la historia caminamos
Enseñanza del mañana
Escribiendo Altamirano
Navidad en las Montañas
Declamando con amor
Con una voz muy sonora
Recordando al trovador
Al ilustre Rubén Mora
El jaguar nos representa
Danzan los tlacololeros
Al son de una linda chilena
“Atolito con el dedo”
Las etnias son alegría
Y lugares pintorescos
Al calor del medio día
Se oyen gritos tlapanecos
Cargando en su cintura
Un buen machete ayuteco
Canto a Morelos
Para vastas concepciones, el espíritu;
para empresas prodigiosas, el aliento;
el impulso de las alas de los cóndores
que, cerniéndose soberbios
entre bruma y entre nubes,
se remontan a los campos infinitos de los cielos.
Y los ojos con miradas aquilinas,
y la frente con el sello
de los hombres que, elegidos por los hados,
resquebrajan y demuelen los imperios,
y consuman los destinos insondables
los destinos misteriosos de los pueblos.
De las fieras la bravura;
el ardor de los volcanes en el pecho;
la arrogancia de los árboles del trópico;
la altivez de los crestones de los cerros.
Y en los nervios y la sangre,
y en el ánimo y el genio,
las virtudes heredadas de los indios,
las influencias ancestrales del ibero:
de Cortés y de Pizarro la osadía,
de los teules formidables el esfuerzo;
el valor de los insignes capitanes,
y la fe de los piadosos misioneros;
el arrojo de Viriato,
y el coraje irresistible de Cuauhtémoc.
En las épocas heroicas
que perduran en los cantos de la cítara de Homero,
también él audaz llegara
en las naves belicosas de los griegos
a los muros de Ilión, con los aquivos,
en su pugna encarnizada con los teucros,
a luchar bizarramente en los combates
como el hijo valeroso de Peleo.
Contra Xerxes, como Leónidas,
con los rudos espartanos, también él hubíese muerto.
Impetuoso, cual Aníbal,
tramontó las altas cumbres en su vuelo,
y tenaz, como Espartaco,
propugnó por hacer libres a los siervos.
Y el acero de Mudarra,
y el puñal que ennobleció Guzmán el Bueno,
y las flechas que lanzaba Xicoténcatl,
y la cota de Jiménez de Cisneros,
cual las armas del soldado sacerdote,
¡eran dignas de aquel ilícito guerrero!
Respiró libertad sobre las sierras;
le prestó la tempestad su voz de trueno;
de la esgrima fulgurante de los rayos,
aprendió cómo se abate el roble enhiesto;
y el empuje de
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