Positivo
Enviado por Betogv98 • 29 de Noviembre de 2012 • Informe • 749 Palabras (3 Páginas) • 352 Visitas
Positivo
Los medios de comunicación son esenciales para conducir elecciones democráticas. Una elección libre y justa no solamente se trata de la emisión de un voto en condiciones adecuadas, sino que también de contar con la información más relevante de los partidos, políticas, candidatos y del propio proceso electoral a efecto de que los electores estén en condiciones de hacer una selección informada. Una elección democrática sin libertad de los medios de comunicación encierra una contradicción. Resulta una obviedad decir que los medios de comunicación cumplen una función esencial para el debido funcionamiento de la democracia. Las discusiones sobre las funciones de los medios usualmente se enfocan en su papel de "vigías": por su indiscutible escrutinio y examen de los éxitos o fracasos de un gobierno, los medios pueden informar al público sobre el efectivo desempeño de sus representantes y ayudan a la rendición de cuentas de sus actos. Sin embargo, los medios de comunicación pueden cumplir una función más específica, como la de posibilitar una plena participación pública en las elecciones, no sólo informando sobre el desempeño del gobierno, sino de muchas otras formas:
orientando a los electores sobre como ejercer sus derechos democráticos;
informando sobre el desarrollo de las campañas;
ofreciendo una plataforma para que los partidos políticos difundan su mensaje entre el electorado;
permitiendo que los partidos debatan entre sí;
supervisando el escrutinio de los votos y anunciando los resultados;
Examinando el propio proceso electoral con el fin de evaluar su equidad, eficiencia y probidad. Negativo
Esta dinámica ha tenido efectos muy negativos en la política y sus instituciones. En particular, la televisión es la que más ha influido en esta esfera, al imponerle sus propias lógicas expositivas, modificando con ello el escenario político en general (Mancini, 1995). En la actualidad, los eventos políticos están dirigidos al espectador y no a los asistentes presenciales (Bélanger, 1998). Es la propia televisión la que ha modificado de manera radical el espacio político, en especial el electoral, y con ello las estrategias de campaña, la fisonomía y la actuación de los candidatos (Mancini, 1995). Y es la función y el quehacer de la televisión, también, uno de los elementos que delinea la cultura política de los ciudadanos. El contenido de las informaciones políticas no obedece ya necesariamente a áreas de interés, sino a la espectacularidad de los sucesos, ello en un afán de atraer la mayor audiencia posible. Así, las formas más frecuentes de hacer interesantes las campañas electorales, se traducen en enfatizar dramas y conflictos, en concentrarse en acontecimientos concretos y no en asuntos abstractos, en personalizar las informaciones, es decir, en centrarse en individuos y no en instituciones. Cuando
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