Psivologia
Enviado por miguelangel2009 • 30 de Abril de 2015 • 407 Palabras (2 Páginas) • 218 Visitas
a familia es una institución social que responde a la satisfacción de necesidades diversas:
subsistencia, afecto, sexualidad, procreación, cuidado, socialización, identidad personal, estatus,
economía, estabilidad, educación, etc. Sin embargo, a la hora de afrontar tales necesidades, la
variedad de modelos familiares y de estilos educativos familiares (Darling y Steinberg, 1993; Elzo
et al., 2009; Martin et al., 2000) nos sitúa ante un amplio abanico de realidades y dinámicas
socioeducativas. Tal pluralidad influye en gran manera en una de las funciones primordiales que
comparten escuela y familia: la formación de niños y jóvenes para su inserción en lo que hemos
dado en llamar sociedades-red o de la información y la comunicación (Castells, 1997; Castells et
al., 2007), complejas (Morin, 1995), líquidas e inciertas (Bauman, 2002, 2007), hipermodernas o
del vacío (Lipovetsky, 2008), de consumo (Baudrillard, 2009), globales (Sassen, 1991; Stiglitz,
2002) y del riego (Beck, 1998), por poner sobre la mesa algunos de los calificativos en uso. Sea
cual fuere la acepción adoptada a la hora de comprender y explicar nuestro entorno, se aprecia que
los escenarios educativos se han ampliado y que el influjo de las pantallas erosiona a los agentes de
socialización clásicos que, hasta ahora, tenían un papel más significativo. Además, muchas de las
necesidades que tradicionalmente se resolvían en el seno del núcleo familiar, poco a poco han ido
derivando en instituciones y servicios externos que realizan estas funciones con mayor eficacia. A
pesar de ello, Sánchez de Horcajo (1991, 417) mantiene que “si la familia constituye un patrimonio
originario de la humanidad social, habrá que deducir la extraordinaria resistencia de la familia en
los avatares de la historia. Esta afirmación nos induce a desconfiar de las teorías que predicen un
inminente ocaso de la familia”.
Así pues, una vez comprobada la pervivencia de la familia y siendo la educación uno de sus
cometidos fundamentales, la necesidad de mutua colaboración con la escuela queda fuera de todo
cuestionamiento (Epstein, 1995). No hay duda alguna sobre el hecho fehaciente de que la educación
es una tarea compartida, por lo que se suele hablar de corresponsabilidad, e incluso de complicidad,
entre los distintos agentes educativos, familia y escuela a la cabeza de los demás. Otra cosa muy
distinta es que las constantes transformaciones en el seno de la institución familiar (Pérez Díaz,
Rodríguez y Sánchez, 2001) faciliten tal requerimiento: la consabida falta conciliación laboral, la
inestabilidad en la configuración familiar, los cambios demográficos, el desconcierto sobre el rol
parental, destacan entre los factores
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