Reseña: Figuras Del Otro
Enviado por JuliaR • 27 de Mayo de 2013 • 1.581 Palabras (7 Páginas) • 288 Visitas
El sujeto adviene en el territorio de la alteridad, siempre anterior y exterior a él.
a el semejante, compañero imaginario. El que brinda el soporte de las identificaciones especulares y con el que se suelen entablar vínculos con alto grado de agresividad, de no mediar la necesaria y pacificadora presencia de la terceridad simbólica.
El niño es arrojado a un mundo de significaciones (que lo preceden) y el lugar que habrá de ocupar se halla determinado y significado por el discurso deseante de sus progenitores. El infans se inscribe así en una historia generacional que lo filia y le procura una identidad que lo sujeta a un destino que lo fuerza a realizar los deseos incumplidos (reprimidos y/o forcluídos) de sus padres.
Subjetivarse en un proyecto desiderativo propio.
Metáfora paterna--- desaloja al niño de la omnipotencia fálica de ser el falo que le falta a la madre, para permitirle apropiarse de los emblemas de su sexo.
La castración simbólica pone un límite a la bisexualidad y conmina al pequeño a habitar en un cuerpo hendido por la marca de la falta, en el registro genital de:
- tener el pene con la angustia de castración inherente
- o no tener el pene con la consiguiente envidia fálica.
La Ley Paterna ordena, pone límites y permite la separación y la des-alienación del niño, el que podrá apropiarse de sus propias palabras, proferidas ahora sí por un sujeto que se constituye en el acto mismo de su enunciación. Pasar de ser hablado a poder hablar.
Merced a la intervención de la Ley simbólica, el sujeto logra establecer la mínima distancia frente al Otro supuesto sin falta. El niño se sitúa ya no frente al capricho de la madre castradora, sino frente a la ley que pone freno al goce incestuoso recíproco de una exclusiva relación especular.
del Otro del Goce primordial---------------------------------------------al Otro de la ley
(madre fálica) (nombre-del-padre)
Ser hablado Ser hablante
El duelo por la presencia plena del Otro.
Debemos aceptar que el Otro es impotente para proporcionarnos el objeto causa de nuestro deseo. Por lo que tendemos a construir defensivamente una figura del Otro a quien atribuimos imaginariamente la posibilidad de satisfacernos plenamente, pero que elige no hacerlo debido a sus caprichos arbitrarios. Así, se sostiene al Otro en su omnipotencia, en tanto sin castrar. Para poder así seguir manteniendo nuestra dependencia infantil y evitar de este modo la dolorosa percepción de la falta en el Otro.
El Otro sin falta es garante de la protección e indemnidad absolutas, la percepción de la falta en el Otro nos arroja a la conciencia dolorosa del desvalimiento, la vulnerabilidad y la indefensión frente a lo real de la castración.
Las estructuras clínicas no son sino recursos para sostener la ilusoria completud del Otro, aun a costa del propio sufrimiento sintomático, por lo que tendemos siempre a hacer caer la castración de nuestro lado. Comenzamos nuestra existencia alienados a otro primordial sin faltas, aun no sometido a ley alguna, salvo a la de su capricho deseante – y cuando aparece el padre liberador, su figura adquiere el poder del padre violento y arbitrario de la horda primitiva, que si bien nos libera de quedar atrapados ajeno y reducidos a quedar identificados a ser el objeto de la mera demanda del amor materno, nos sujeta a la tiranía y a la voluntad de un superyo tiránico y despótico, que solo podrá ser resuelto y elaborado cuando el Padre se destituya y se troque en su propia metáfora. Recién entonces, el niño ya no deberá obedecer a una figura totalmente omnipotente, sino a una Ley transsubjetiva a la que todos deben respetar, incluso su propio padre. Momento fundacional en el cual se le revela al sujeto que todos los Otros significativos de la infancia se encuentran en sí mismos escindidos, hendidos por la castración y marcados por su propia negatividad en tanto la Madre es carente dado que desea sexualmente, y el Padre debe subordinarse a una ley que lo trasciende.
El que es sin faltas el Dios.
Neurosis----- padre gozador
Psicosis----- padres divinizados o líderes mesiáticos de los delirios místicos
Perversión----- “amos” maestros de goce
La patología--- suturar la falta en el otro con el propio ser
La normalidad neurótica--- implica sostener al Otro en su incompletud dada la falta de un significante esencial, lo cual supone la emergencia del Sujeto del deseo como efecto ineludible de dicha ausencia.
Tres movimientos en la constitución subjetiva (Kauffman)
• En primer lugar se establece una relación con el Otro en el cual éste es deseable.
• Luego se descubre que el Otro también
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