Resumen De Unidad 3 De Psicoanalisis
Enviado por myluis • 27 de Abril de 2014 • 2.526 Palabras (11 Páginas) • 285 Visitas
Resumen capitulo 5 y 6 .
Las adquisiciones suyas que he comunicado hasta aquí fueron, a grandes rasgos, el
fruto de mi trabajo; no obstante, también introduje en la trama logros posteriores, y no separé de los míos los aportes de mis discípulos y partidarios.
Tras mi separación de Breuer, por más de un decenio no tuve partidario alguno. Estaba
totalmente aislado. En Viena se me hizo el vacío, en el extranjero no se me tenía en cuenta.
La interpretación de los sueños, editado en 1900, apenas mereció reseñas en las publicaciones especializadas. En mi ensayo «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» [1914d] comuniqué, como ejemplo de la actitud de los círculos psiquiátricos de Viena, una conversación con un asistente que había escrito un libro contra mis doctrinas, pero no había leído La interpretación de los sueños.
En la clínica donde trabajaba le habían dicho que no valía la pena.
Cuando comprendí el carácter necesario de mis choques, mi susceptibilidad amainó mucho.
Poco a poco, por lo demás, tocó a su fin el aislamiento. Primero se reunió en Viena un pequeño círculo de discípulos a mi derredor; después de 1906 se supo que los psiquiatras de Zurich,
E. Bleuler(65), su asistente C. G. Jung y otros, se interesaban vivamente por el psicoanálisis.
Se anudaron relaciones personales, y en las Pascuas de 1908 los amigos de la joven ciencia
Se reunieron en Salzburgo, conviniendo la repetición regular de esos congresos privados y la edición de una revista que, bajo el título de Jahrbuch für psychoanalytische und
psychopathologische Forschungen {Anuario de investigaciones psicoanalíticas y
psicopatológicas}, tuvo por jefe de redacción a Jung. Los directores éramos Bleuler y yo;
Cesó su publicación al comenzar la [Primera] Guerra Mundial. De manera simultánea con la adhesión de los suizos, el interés por el psicoanálisis despertó en toda Alemania.
Años después, en el curso de la Guerra Mundial, cuando un coro de
enemigos lanzó contra la nación alemana el reproche de barbarie, aduciendo todo cuanto acabo de señalar, me resultó profundamente doloroso no poder contradecirlo por mi propia experiencia.
Uno de los opositores llegó a gloriarse de tapar la boca a sus pacientes cuando empezaban
a hablar de cosas sexuales, y era evidente que con esa técnica se consideraba autorizado a
formular juicios sobre el papel etiológico de la sexualidad en las neurosis. Y como opinaban que el análisis no tenía nada que ver con la observación y la experiencia, se creían con derecho a desestimarlo en ausencia de una experiencia propia. Es harto asombrosa la incorrección con que se conducen mayoría de los seres humanos cuando en un asunto nuevo quedan librados a su propio juicio.
El anatema oficial pronunciado contra el psicoanálisis tuvo por consecuencia que los analistas se cohesionaran más. En el Congreso de Nuremberg, de 1910, se organizaron, a propuesta de S. Ferenczi, en una «Asociación Psicoanalítica Internacional», compuesta por grupos locales y dirigida por un presidente. Esta Asociación sobrevivió a la Guerra Mundial , hoy sigue existiendo y abarca los grupos locales de Austria, Alemania, Hungría, Suiza, Gran Bretaña, Holanda, Rusia e India, así como dos grupos en Estados Unidos.
No mucho más tarde, Bleuler publicó su escrito (1910a) en defensa del psicoanálisis.
El trabajo de Bleuler no podía satisfacerme plenamente. Por otra parte, Bleuler no permaneció mucho tiempo dentro de la Asociación Psicoanalítica Internacional; la abandonó a raíz de desinteligencias con Jung, y el Burghölzli se perdió para el análisis.
Entre 1911 y 1913, se consumaron en Europa dos movimientos escisionistas del psicoanálisis, iniciados por personas que hasta entonces habían desempeñado un papel notable en la joven
ciencia: Alfred Adler y C. G. Jung. Ambos parecían muy peligrosos, y rápidamente ganaron muchos partidarios.
La Guerra Mundial, que destruyó tantas otras organizaciones, nada pudo contra nuestra
Asociación Internacional. La primera reunión, una vez terminada aquella, se realizó en 1920 en La Haya, en suelo neutral. Fue conmovedora la hospitalidad con que se acogió en Holanda a quienes venían de la Europa Central, empobrecida y hambreada; y además, que yo sepa, fue la
primera vez que en un mundo destruido ingleses y alemanes se sentaron amistosamente en
torno de una misma mesa llevados por intereses científicos.
Para mí, la historia del psicoanálisis se descompone en dos tramos, prescindiendo de la
prehistoria catártica. En el primero, que se extendió desde 1895-96 hasta 1906 o 1907, yo
estaba solo y debía hacer por mí mismo todo el trabajo. En el segundo tramo, desde los años mencionados en último término hasta hoy, fueron adquiriendo cada vez mayor significación las contribuciones de mis discípulos y colaboradores, de suerte que ahora, cuando una grave enfermedad me anuncia el final, puedo pensar con calma interior en el cese de mi labor.
Pero por ese mismo motivo queda excluido que en esta Presentación autobiográfica
trate acerca de los progresos del psicoanálisis en su segunda época con la misma prolijidad
que acerca de su lenta edificación durante la primera, llenada por mi sola actividad.
Unicamente me siento autorizado a mencionar aquí los nuevos logros en los que aún tuve
participación destacada, o sea, sobre todo, los referidos al ámbito del narcisismo, de la doctrina de las pulsiones y de la aplicación del psicoanálisis a las psicosis.
Debo agregar que al paso que se acumulaba la experiencia el complejo de Edipo se perfilaba cada vez con mayor nitidez como el núcleo de la neurosis.
En los trabajos de mis últimos años (Más allá del principio de placer [1920g], Psicología de las masas y análisis del yo [1921c], El yo y el ello [1923b]) he dado libre curso a la tendencia a la especulación, por largo tiempo sofrenada, y por cierto consideré una nueva solución para el problema de las pulsiones.
Reuní la conservación de sí mismo y la de la especie bajo el
concepto de Eros, y le contrapuse la pulsión de destrucción o de muerte, que trabaja sin ruido.
La pulsión es aprehendida, en los términos más universales, como una suerte de elasticidad de
lo vivo, como un esfuerzo {Drang} por repetir una situación que había existido una vez y fue cancelada por una perturbación externa.
. En 1911, en un pequeño ensayo,
«Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» [1911b], destaqué,
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