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SOMOS PARTE DE LA MISMA HOGUERA. EL CAMINO DE LAS LAGRIMAS. JORGE BUCAY


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  1.378 Palabras (6 Páginas)  •  436 Visitas

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SOMOS PARTE DE LA MISMA HOGUERA

Basado en el texto El camino de las lágrimas de Jorge Bucay

En esta obra, cuyo título es por demás sugerente, Jorge Bucay nos lleva de la mano para transitar junto con él, el camino que quizás resulte el más doloroso, pero como el mismo lo señala, a la postre el más enriquecedor: “El camino de las lágrimas” , en el cual si logramos sortear con éxito cada uno de los desafíos que presenta podremos llegar a la liberación definitiva de lo que ya no es, de lo que ha partido dejando la riqueza de haber estado presente en algún momento.

En sus primeras páginas, este texto nos invita a confrontarnos con aquellos paradigmas heredados por nuestros condicionamientos sociales, que nos hablan de la supuesta incapacidad para enfrentar el dolor de las pérdidas, pues si bien este camino es único en cada individuo, se pueden establecer nuevos senderos que demuestren que no sólo somos capaces de sanar en nosotros las heridas que dejan lo que se va, sino que también ( y esta sería una de las funciones principales del Tanatólogo) podemos acompañar a otros a elaborar sus propios procesos de pérdidas, construir junto con ellos, en palabras del autor “procesos de adaptación a la nueva realidad, donde se deja algo que era, para entrar en otro lugar donde hay otra cosa que es”, procesos a los cuales Bucay llama “elaboración del duelo”.

Lograremos dar pasos más firmes en esta vía insoslayable del duelo, cuando podamos entender que las pérdidas forman parte de manera inherente a la propia existencia humana, son una constante universal y además necesarias porque son un componente indispensable para nuestro propio crecimiento, pues somos quienes somos, en la voz de Bucay “gracias a todo lo perdido y a cómo nos hemos conducido frente a estas pérdidas”, y un signo de madurez alcanzada es cuando podemos realmente renunciar a lo que ya no está para dar paso, paradójicamente a la ganancia de lo que gestó esa pérdida. Lo anterior es precisamente el punto medular de la elaboración del duelo: el trabajo de asumir la nueva realidad, dejar de enfrentarnos a la realidad que no es como quisiéramos, sino como realmente es.

El ciclo vital de la experiencia humana atraviesa el aprendizaje de recorrer el sendero de las lágrimas sin interrupciones, sin bloqueos, sin estancamientos, sin desvíos, conectarnos verdaderamente con lo que está sucediendo aquí y ahora, pues experimentar la realidad objetiva de las pérdidas es indispensable para determinar nuestra manera de ser en el mundo.

Sin embargo, para no hacer patológica esta experiencia a través del sufrimiento innecesario, Bucay plantea estar atentos para no postergar la vivencia del dolor a través de la negación, que es una etapa del proceso de duelo, pero que puede llevar a un estancamiento, a un vano intento de huida de lo doloroso y desembocar en una depresión. Por el contrario, es importante darse el permiso de sentirse mal, triste, vulnerable; expresar las emociones que surjan y no reprimirlas, compartir lo que pasa en nuestro interior; entender que el proceso de duelo requiere tiempo y vivir cada etapa día con día al ritmo de que cada uno; no precipitarse a tomar decisiones durante este proceso; cuidarse y atenderse a sí mismo; valorar y agradecer las pequeñas cosas; permitirse pedir ayuda; confiar en uno mismo por encima de todas las dificultades y aprender a vivir con lo nuevo, son algunas de las recomendaciones del autor.

La evolución del ser humano es inexistente sin el dolor que implica la aceptación de nuestra finitud, de nuestra impotencia de poder cambiar lo que el afuera se ha llevado sin nuestro consentimiento; la renuncia obligada a algo que obviamente hubiera elegido seguir teniendo; dolor que podrá ser aliviado si posibilitamos, tanatólogo y paciente, el encuentro de una forma de expresión de las vivencias internas de quienes transitamos por este camino.

También resultará necesario aceptar la temporalidad de la existencia física de todo y de todos, aceptar que tarde o temprano tendrán que partir, o partiremos, condición para, en palabras del autor,

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