Sangre De Campeones
Enviado por kevinnnnnnnnnnn • 28 de Junio de 2013 • 1.709 Palabras (7 Páginas) • 315 Visitas
que ocultar de ellos mismos, ya que su conciencia es incipiente, más que la del hombre civilizado, y por tanto la introspección y la auto-reflexión son conceptos que tienen poco sentido para ellos. “Son gente simple” en las palabras del autor, natural, sincera y franca. Conrad también nos hace ver que el hecho de ser incivilizados, “salvajes”, no los hace inferiores, ya que el hecho de ser civilizado no le confiere ninguna ventaja ni superioridad a un hombre. Se suele utilizar el término incivilizado como sinónimo de retraso espiritual y falta de humanidad. Sin embargo, veremos que Conrad desarrolla la teoría de que el hombre civilizado no es nada más que alguien que tiene tan ocultos sus instintos primitivos bajo un montón de convenciones, de ideas ilusorias y de reglas fabricadas, que le hace creer que ha superado al salvaje. En otras palabras, es esencialmente un hipócrita, está lleno de incongruencias, ya que intenta negar su naturaleza más natural e instintiva. Sin embargo, los salvajes llegan a mostrar en el libro mayor capacidad de autocontrol, de contención, y de conocimiento de sí mismos que cualquier hombre civilizado, en particular, que Kurtz. Un episodio interesante es cuando se habla de cómo unos caníbales logran soportar el hambre y contener su canibalismo, aun cuando permanecen en el mismo barco que los hombres europeos, sin comer nada por días, y donde su superioridad física y numérica les facilitaría el saciar su hambre con estos europeos gordos y blandos que transportaban. Sin embargo, muestran una capacidad impresionante de autocontrol al refrenar sus instintos caníbales, motivados por una razón desconocida. Conrad también expresa magníficamente lo absurdo que resulta la realidad ilusoria que se ha fabricado el hombre civilizado cuando se le confronta con la realidad brutal de las fuerzas naturales y caóticas del mundo salvaje. Incluiré aquí una cita que me parece particularmente importante.
“La tierra parecía algo no terrenal. Estamos acostumbrados a verla bajo la forma encadenada de un monstruo dominado, pero allí, allí podías ver algo monstruoso y libre. No era terrenal, y los hombres eran… No, no eran inhumanos. Bueno, sabéis, eso era lo peor de todo: esa sospecha de que no fueran inhumanos. Brotaba en uno lentamente. Aullaban y brincaban y daban vueltas y hacían muecas horribles; pero lo que estremecía era pensar en su humanidad (como la de uno mismo), pensar en el remoto parentesco de uno con ese salvaje y apasionado alboroto. Desagradable. Sí, francamente desagradable; pero si uno fuera lo bastante hombre, reconocería que había en su interior una ligerísima señal de respuesta a la terrible franqueza de aquel ruido, una oscuro sospecha de que había en ello un significado que uno, tan alejado de la noche de los primeros tiempos, podía comprender. ¿Qué hay en ese diabólico alboroto algo que me llama?”
Pero Kurtz y Marlow son hombres diferentes, poco comunes, en el sentido de que son hombres europeos y civilizados, pero que poseen gran inteligencia y altas aspiraciones morales. Ellos no van ahí por el marfil. Algo en aquella profundidad selvática los llamó, los atrajo de manera inevitable; tal vez un deseo por dejar atrás las convenciones sociales, por quitarse el velo de los ojos, por quitarse de encima todas las ideas que la sociedad les ha impuesto, todo lo que la civilización les ha dicho que son ellos. Su deseo es el de descubrir que se esconde allá abajo, en sus profundidades, descubrir su verdadera esencia, su propio corazón legítimo y natural, que late tan oculto y enterrado en el fondo de todos nosotros, empujado a las tinieblas por la civilización compleja, y que muy pocos son capaces de descubrir, de desenterrar.
Podríamos concluir que es la fortaleza espiritual de Marlow, su fuerte constitución mental, y más que nada su humildad de carácter, lo que le permite salir airoso de esta terrible confrontación con lo que hay en el corazón de las tinieblas; mientras que en Kurtz, es su incongruencia como ser humano, su hipocresía, su falta de introspección, su poco conocimiento de sí mismo, y en esencia, su debilidad espiritual lo que lo hace quebrase ante la terrible confrontación, lo hace perder la razón. Sólo al final, antes de morir, en sus palabras finales, Kurtz parece descubrir su propia locura, la monstruosidad de su naturaleza, arrepentirse tal vez de lo bajo que se dejó caer, se percata de “¡El horror!”, el horror de su propia alma fragmentada. Sin embargo, la influencia que Kurtz ejerció sobre Marlow, aunque no logró perderlo, sí lo afectó bastante, de manera que cayó enfermo al regresar a la civilización, y le hizo volverse hostil hacia sus semejantes, al percatarse de la superficialidad y la hipocresía esencial que corroe a toda la civilización. Y al final, cuando confronta a la prometida de Kurtz para revelarle las palabras finales de éste, es incapaz de hacerle justicia. En vez de confesarle la monstruosidad en la que se había convertido su querido antes de morir, en el demonio en que se había transformado, y en sus palabras finales “¡El horror!”, Marlow se ve obligado a mentir por primera vez en su vida, diciéndole a la prometida que las últimas palabras de Kurtz fueron el nombre de ella.
3. CONCLUSION
El autor utiliza la técnica de una narración dentro de una narración, donde el narrador anónimo nos relata la narración que él mismo presenció del capitán Marlow, mientras están sentados en un barco en el Támesis. Marlow cuenta de cuando trabajó para una compañía comercial que explotaba el marfil del Congo, en donde fue contratado para dirigir un pequeño barco de vapor en un río del Congo, con la misión de rescatar a un agente gravemente enfermo que estaba encargado de reunir el marfil de las zonas más profundas de la selva, y que al parecer se ha vuelto loco (Kurtz). La trama del libro es sencilla en cuanto a que es la crónica del viaje de Marlow en su navío hacia la estación de Kurtz. Pero el proceso, la transformación que van sufriendo los personajes en este viaje, de su enfrentamiento con una soledad abrumadora, de su confrontación con las fuerzas incontrolables de la naturaleza, es lo que le da a esta obra una inmensa profundidad. Podríamos decir que trata del viaje de Marlow hacia Kurtz, tanto física como mentalmente.
Este libro nos puede hacer reflexionar sobre esta situación, ponernos en los zapatos de estos personajes, que se ven obligados a confrontar su oscuridad, y hacer que nos preguntemos qué haríamos nosotros en su lugar .¿Seríamos capaces de resistirnos al poderoso llamado de las fuerzas más básicas, más primitivas y caóticas de la naturaleza, de la vida misma, que todavía laten con fuerza insospechada en el fondo de nuestras mentalidades refinadas y civilizadas, estas fuerzas instintivas
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