Sugeto Y Educacion
Enviado por andresjcar • 14 de Noviembre de 2012 • 5.655 Palabras (23 Páginas) • 238 Visitas
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
DIRECCIÓN DE REGIONALIZACIÓN
Seccional Oriente
FACULTAD DE EDUCACIÓN
Licenciatura en Educación básica con énfasis en Ciencias Naturales y Educación Ambiental
SEMESTRE 1 DE 2012
Espacio de Conceptualización: Sujeto y Educación
Cuarta Unidad
Las Adolescencias
Activación Cognitiva
ALGUNAS PROBLEMÁTICAS DE
LOS JÓVENES DE HOY
-¡Un goce completo!-
Por: Marlon Cortés
El contacto directo con los muchachos del colegio nos ha permitido tener una visión de lo que en sus vidas es problemático. Esto nos ayudará a pensar mejores modos de intervención que favorezcan el paso de los muchachos por esa adolescencia que, contemporáneamente, se vive de una manera tan caótica en una clara oposición a los órdenes establecidos por el mundo adulto.
“Hay que disfrutar la vida”, es el imperativo con el que los jóvenes de hoy se enfrentan al mundo. Por eso cualquier cosa que les suene a “obligación”, “deber”, “compromiso”, es visto como algo que viene a irrumpir el orden que ellos pretenden implantar. De ahí que, por ejemplo, la percepción que ellos tienen del colegio es muy particular; dicen: “Es el lugar en el que nos encontramos con nuestros amigos”. El colegio no es, para nada, un lugar de estudio, de formación, sino el lugar en el que se encuentran con sus “parceros”, con sus primeros amores, con sus barras, y a veces, tristemente, con sus bandas; por lo tanto, los salones de clase se convierten en el “salón de belleza”, el lugar para la broma, el chiste, la burla, la “tomadura del pelo”, etc. ¿A qué van muchos niños y jóvenes de hoy al colegio? A gozar. Tal como lo dice una de las emisoras más escuchadas por ellos: “Energía, te hace gozar todo el día”.
En este punto es necesario tener claro que el colegio es uno de los espacios en los que ellos habitan y convierten en una “gozadera”. Un espacio entre todos los que ellos están. La familia es un lugar aburridor porque es donde les limitan la vida; los fines de semana son los días en los que viven a plenitud lo que ellos llaman “la juventud”, pues es el momento de la rumba, del baile, del sexo, de la droga; Dios es un ser que, en tanto que significa “mandamiento”, será guardado en el baúl de los recuerdos; las relaciones interpersonales se construyen teniendo como norte esa misma “gozadera” incluso pasando por encima de aquellos compañeros que se muestran débiles; la sexualidad es una dimensión de la vida para el puro placer desmedido a pesar de saber de los riesgos que se toman frente a las enfermedades de transmisión sexual y el embarazo; y las drogas, ni se diga: productos con los que buscan realizar un goce medio autista donde no sea necesario el lazo con el otro.
Son muchas las dimensiones en las que se mueven los muchachos, pero el eje que articula su existencia lo podríamos nombrar como: “seres para el goce”. A continuación, se hará una descripción por algunos de los tópicos en los cuales los muchachos de hoy viven ese imperativo que la contemporaneidad les hace.
1. El estudio.
Este punto es el que para nosotros los adultos se hace más evidente el imperativo al goce. Pareciera ser que ellos tienen varias premisas bien claras: si me divierto, aprendo; si no, no. De ahí que los profesores se ven llenos de peticiones de parte de los muchachos del siguiente estilo: “profe, pónganos una película”, “profe, por qué no damos la clase en el patio”, “profe, hagamos una dinámica”, “profe, ¿y mañana hay que venir al colegio?”, “profe, ¿y hay que leer todo eso?”, etc. Peticiones todas que apuntan a que el maestro se convierta en un personaje más que les ofrezca diversión. Algunos maestros caen en ese juego y entonces llegan al punto de dejar su lugar de maestros, y a ubicarse como “uno más” en el salón que juzga lo bueno o malo de su clase si fue capaz de divertir a los muchachos. ¿La apropiación que el ser humano en toda su historia ha hecho de la ciencia ha estado atravesada por la diversión? Lo dudo. Este punto es el que hace especialmente problemático la relación del adolescente con el saber: el esfuerzo que implica conocer en serio alguna parte del edificio conceptual que el ser humano ha construido en toda su historia. Algún programa de televisión en Teleantioquia tiene como slogan: “También se puede aprender divirtiéndose”. Yo no sé si a eso le podríamos llamar aprender; satisfacer la curiosidad, sí se puede hacer de una manera divertida. Por eso en ese programa pasan de un tema a otro, y a otro, y a otro; eso sí se puede hacer de una manera divertida. Lo que pasa es que en la escuela, el objetivo no es satisfacer simplemente la curiosidad. Para apropiarse del saber es necesario un trabajo serio, y esto, precisamente, es lo que nos cuesta transmitirles a los muchachos. Los medios de comunicación no ayudan mucho a esto. Y creo que no tendrían por qué hacerlo, pues su razón de ser no es la educación. Lo grave sería si las escuelas renuncian a transmitir la seriedad que implica transmitir un deseo de saber.
Contrario a esto, la relación particular que tienen estos muchachos con el saber la podríamos nombrar como una completa “pasión por la ignorancia”. Pero no la ignorancia socrática, sino la ignorancia que se muestra en un empuje interno muy decidido a no aprender, a no tener gusto por las ciencias, las matemáticas, la filosofía, etc. Con esto se llega a extremos tales que, pareciera ser que el alumno más “maqueta”, muchas veces se convierte en el líder del salón; y la ignorancia, en el valor que todos han de cultivar, pues los “nerdos” huelen a adultez, y los adultos, mientras más lejos, mejor. De hecho, en uno de los programas de radio que más se escuchaba el año pasado en Medellín, se autodenominan de la siguiente forma: “Somos la piel de la imbecilidad”. Esto, parodiando al programa de Julio Sánchez Cristo, cuyo slogan es: “Somos la piel original”.
A este punto de cultivo de la ignorancia se le añade la situación de desempleo de nuestro país. Encontramos a muchos jóvenes diciendo: “¿Y para qué voy a estudiar si los profesionales en este país no están encontrando empleo? Yo estoy esperando a graduarme, sacar la libreta militar y buscar un trabajo en una empresa”. La percepción que ellos tienen de la situación de desempleo del país les hace pensar que no tiene sentido estudiar, pues eso “no da plata”, y entonces, hay que conseguirla por otro lado; mientras más se pueda evitar el encuentro con el saber, mucho mejor. ¿Para qué aprender filosofía si los ideales que tienen es trabajar como empleado en una empresa como obrero? ¿Para qué aprender
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