Tarea individual 4: relato sobre la comunicación y las relaciones humanas.
Enviado por FerMag28 • 14 de Junio de 2016 • Documentos de Investigación • 1.293 Palabras (6 Páginas) • 1.315 Visitas
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Materia: Creatividad y Conocimiento Interpersonal.
Facilitador: Carmina Gudiño Núñez.
Tarea individual 4: relato sobre la comunicación y las relaciones humanas.
Alumno: Manuel Fernando Magallanes Pérez.
A 9 de mayo de 2016.
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A modo de introducción quiero comentar de la importancia acerca de cómo influye la comunicación con los demás en la imagen que tenemos de nosotros mismos y de qué manera esto afectara la forma en que nos comunicamos. A esto le podemos llamar: auto concepto y lo podemos definir o entender como una imagen o un conjunto relativamente consistente de percepciones que se tienen acerca de uno mismo. Tratare de ejemplificar estos conceptos elaborando un relato en base a una vivencia propia.
Hace algunos años trabaje en una empresa dedicada a la comercialización de papeles para artes graficas e impresión, propiedad de uno de mis tíos, comencé a trabajar ahí a temprana edad, a los 17 años, por lo que al paso del tiempo obtuve la experiencia que el tiempo y el trabajo te obliga a adquirir, el negocio creció tal cual era el plan inicial, dentro de tanta gente que llego y se fue, pues había mucha rotación de personal en ese momento, llego a pedir trabajo un joven de nombre José, el cual, al momento que yo realizaba la lectura sugerida para esta tarea, me venía mucho a la memoria, por los factores que increíblemente coincidían con él y que comentare a continuación.
José, con muy pocos estudios, creo que solo la primaria terminada y trunca la secundaria, poca o nula experiencia en trabajos anteriores, muy tímido y de lento aprendizaje, autoestima poca o ninguna, demasiado delgado, motivo por el cual fue presa fácil para las burlas y comentarios bromistas de los demás compañeros con más antigüedad y experiencia en el negocio. Otra particularidad muy especial que lo etiqueto de por vida fue que desde muy corta edad tenía el vicio del cigarro (pero como decíamos los vagos de aquella época) no tenía el vicio de comprarlos, por lo que inmediatamente fue bautizado con el apodo o mote de “el fumarro”.
Aunque yo, de repente participaba en las bromas hacia su persona, nunca me gusto y procure evitar el abuso físico y mental hacia él, pues se lo que se siente ser víctima de grupos que ya están sólidos o integrados entre si y que le toque a ser uno el recién llegado, el nuevo, el más joven, el más flaco y chaparro, etc. Por lo que trate de ganarme su confianza y lo integre en mi grupo de actividades, esto le dio a el cierta protección o confianza, en muchas veces trate de alentarlo y motivarlo, en ocasiones una sencilla palabra o una frase de aliento puede modificar la imagen de nosotros mismos y ayudarnos a alcanzar una meta, tal como lo manifiesta la lectura.
Siempre he pensado en que antes de intentar ayudar a alguien hay que tener nosotros mismos una buena autoestima y autoconciencia, esto es, tener conocimiento de nuestra existencia y del grado hasta el cual nos entendemos a nosotros mismos. Es importante el saber vernos como los otros nos ven. Los estudiosos llaman a este fenómeno el “sí mismo del espejo” porque nuestro auto concepto se refleja a través de nuestras interacciones con los demás y con la sociedad en la que vivimos (Mead 1934; Cooley1964).
Por lo tanto no es nada difícil imaginarse que José tenía una autoimagen prácticamente destruida, originada mayormente por su entorno familiar que con el paso de los días fui conociendo mas a detalle, al grado que al paso del tiempo José llego a conocer muchos de los puestos o posiciones que el negocio exigía, tenía ya la experiencia suficiente para desarrollar por el mismo sus tareas, pero siempre seguía preguntando a alguien si lo que hacía estaba correcto, creo que por no atreverse a tomar decisiones por cuenta propia, el contacto con la gente o los clientes le era muy complicado, a pesar que estos ya eran clientes conocidos y que propiciaban la confianza o facilitaban las relaciones laborales y comerciales cotidianas. Ni se diga del acercamiento a alguna chica guapa o simpática, que por nuestra edad y trabajo tan social nos veíamos obligados a conocer, cuando de broma le decía: -“ándale José, ve a saludar a esa muchacha, te mando saludos el otro día”, su típica respuesta era siempre un: -“No, me da pena”. Ahí es cuando yo soltaba mi también repetida carcajada, pues ya estaba esperando su invariable respuesta.
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