Terapia Familiar

La terapia familiar comenzó a gestarse en la década de los 50 bajo la consideración, de que no somos seres solitarios y que debemos gran parte de nuestras actuaciones y alteraciones al entorno que nos rodea.

Por esta época existían ya varias orientaciones como la psiquiatría, el conductismo y el mismo psicoanálisis, entre otros, que concebían los trastornos como algo propio de un individuo, de su mundo intrapsíquico y como tal, debían de ser tratados, es decir de manera individual.

Dado que los trastornos en gran medida son mantenidos e influenciados por el contexto en el que se desarrollan, surgió la necesidad de pensar al hombre de una manera más holista, que permitiera abarcar su mundo intrapsíquico e incluir de manera directa, su interacción con su mundo externo, ya que este ultimo permite su libre desarrollo.

Bajo este punto de vista y siendo la familia el principal sistema de interacción de un individuo, en la cual se deben satisfacer tanto sus necesidades biológicas como psicológicas, se crea la importancia de profundizar en esta organización o sistema, en tanto que es en esta, en la que pueden llegar surgir los trastornos y como tal, deben ser tratados de manera grupal con los miembros que la componen.

Fue entonces, el mismo Freud quien incursiono en este tipo de terapia, al trabajar de la mano con el padre de un niño el cual padecía de una fobia, en la búsqueda de su recuperación y desde entonces advirtió la importancia de este tipo de intervención. Posteriormente, tanto psiquiatras, como psicoanalistas, dirigieron sus observaciones a familias que contaban con pacientes esquizofrénicos, lo que dio como resultado la confirmación de la influencia familiar en este tipo de patologías.

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