Trasnferencia
Enviado por PsicMay • 21 de Enero de 2014 • 1.912 Palabras (8 Páginas) • 399 Visitas
ENSAYO PSICOANALISIS TRANSFERENCIA
Qué articulaciones existen entre identificación, pulsión, significante y la letra, con el síntoma y la angustia y cómo se ordenan en la transferencia? A ese esfuerzo de clarificación está dedicado el presente ensayo. Examina poco a poco sus efectos, o sea, la identificación trasferencial y el objeto pulsional que ella pone en juego y que demarcan el territorio en el que el síntoma se recluye.-Ellos determinan el progreso de la cura, así como los límites con que tropieza."
Dos aproximaciones de la noción de pulsión sexual en Freud:
1- En Tres ensayos (1905), la pulsión sexual es puesta en marcha por la vía del estudio de las perversiones.
2- En Más allá del principio del placer (1920) en el dualismo entre Eros y la muerte, la pulsión sexual está apoyada sobre el amor.
En el primer período el acento está puesto sobre la pulsión en tanto que parcial y parcializante. En el segundo período, en cambio, se apoya sobre una fuerza unificadora que se opone a la desintricación que Freud sitúa del lado de la pulsión de muerte o de destrucción.
En Tres ensayos Freud, menciona la noción platónica (El Banquete) de Eros: “La fábula poética de la partición del ser humano en dos mitades –macho y hembra- que aspiran a reunirse de nuevo en el amor se corresponde a maravilla con la teoría popular de la pulsión sexual”[1][1]. En esta cita resalta su función de unión, pero tomándola como un error sostenido por la sabiduría popular. A esta creencia va a oponer lo que le ha enseñado el estudio de las perversiones y de la infancia: la parcialidad. Las pulsiones son parciales, y no son integradoras.
Quince años más tarde es el mismo mito que será la referencia central de la cual se va a servir para remodelar la noción de pulsión sexual. Esta reversión del concepto se muestra en el prefacio de la edición de los Tres ensayos de 1920, con una contradicción. Leamos la cita: “Pero en lo que atañe a la «extensión» del concepto de sexualidad, que el análisis de los niños y de los llamados perversos hace necesaria, todos cuantos miran con desdén al psicoanálisis desde su encumbrada posición deberían advertir cuán próxima se encuentra esa sexualidad ampliada del psicoanálisis al Eros del divino Platón”[2][2]. Sin embargo, no modifica el texto en el interior del artículo.
Tenemos dos concepciones opuestas de las funciones de la pulsión sexual y del amor:
1. La pulsión sexual se presenta como una fuerza de desunión y de despedazamiento.
2. En la segunda, al contrario, como una tendencia a la unificación y a la cohesión.
En corolario, dentro del marco de la primera aproximación el amor se ve dotado de una función inversa a la parcialización y de desvío extragenital que caracteriza la pulsión parcial. El amor es la tendencia a la integración de estas pulsiones parciales.
Mientras que en la segunda teoría de las pulsiones, lejos de oponer lo que es del orden del amor a lo que releva de la pulsión sexual, Freud va a construir su dualismo Eros-pulsión de muerte sobre el modelo de la pareja amor-odio. El trabajo de Freud es integrar el amor en el proceso de la pulsión sexual, mientras que el odio se va encontrar del lado de la pulsión de muerte.
La cuestión que surge es saber cómo y por qué Freud se vio llevado, por alguna necesidad lógica, a esta reversión de los conceptos. Para ello es necesario seguir a Freud desde 1905 hasta 1920, y ver cuales son los problemas que se le planteaba. Son de dos órdenes:
1. En lo teórico: Se trata de determinar el estatuto del objeto, tanto en la pulsión sexual parcial como en la elección de objeto amoroso y de la satisfacción a la que se encuentra ligada.
2. En la práctica analítica: Se vuelve muy importante resolver la mayor dificultad con la que se encuentra en la experiencia de la cura: el surgimiento del amor de transferencia que le opone una intensa resistencia.
Del lado del estatuto del objeto
A partir de Tres ensayos, Psicología de la vida amorosa (1910,12 y 18) Introducción al narcisismo (1914) Pulsiones y sus destinos (1915) Más allá del Principio del Placer (1920) y el Yo y el Ello (1923), vemos que luego de haber pasado por un clivaje de principio entre la vida pulsional y la vida amorosa, todo su esfuerzo porta sobre un concepto que reúne estos dos registros en una sola tendencia: el narcisismo, con el término que le es propio: el yo que ubicándose entre el objeto de la pulsión y el objeto incestuoso, establece entre la pulsión sexual y el amor una relación de vasos comunicantes.
Del lado del amor de transferencia:
Basta con tomar los artículos sobre La dinámica de la Transferencia (1912) Observaciones sobre el amor de Transferencia (1915) y Más allá del Principio del Placer (1920), para comprender el dilema de la búsqueda que emprende y que termina en el fracaso. Si se pudiera reducir el amor de transferencia a la expresión de un deseo sexual reprimido, se podría interpretar la resistencia que él opone al análisis y la dificultad estaría resuelta. Pero Freud se da cuenta de que esta interpretación fracasa y que el amor de transferencia no se deja reducir a la simbolización de lo sexual reprimido, sino que hay en esto un “verdadero amor” irreductible.
Nos quedan entonces tres términos: pulsión, amor y perversión. ¿Cuáles son las relaciones entre ellos?
Freud introdujo la noción de pulsión a partir de la perversión, lo que nos da una primera relación: pulsión y perversión cuyo punto de intersección seria la función de parcialización, de desunión de lo sexual respecto de la meta genital en sentido estricto.
En 1920 Freud redefine la pulsión sexual como Eros, y la hace volcar del lado del amor más que de la perversión. Tenemos una segunda relación:
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