Un Lugar En El Mundo

Un lugar en el mundo es una película argentina estrenada en 1992 y protagonizada por Federico Luppi, José Sacristan, Cecilia Roth, Leonor Benedetto, Gastón Batyi y Lorena del Río, y dirigida por Adolfo Aristarain.

La primera imagen que podemos contemplar en esta película es la retrospección, es decir, la vista atrás que hace el personaje para recordar su infancia en San Luis.

Los datos formales que podrían haber sido relevantes para que el protagonista haga su elección vocacional-ocupacional serían los siguientes:

Ernesto es un niño de 14 años, que trabajaba en la escuela de su padre como ayudante. Mario, padre de Ernesto, se dedicaba también al oficio de comerciante de lana dentro de una cooperativa. Su madre se llama Ana, trabaja como médico en un ambulatorio del pueblo. Y Hans es un geólogo español que viene a buscar petróleo y que transmite a Ernesto algunos de sus conocimientos.

Ernesto está enamorado de una chica del pueblo a la que quiere enseñar a leer, pero todo iba a ser imposible ya que el padre de ella le prohíbe volver a acercarse a su hija porque cree que Luciana debe cumplir la función que la madre abandonó tras su muerte, debido a que considera la escuela como un pérdida de tiempo.

Sobre el final de la película Mario decide que Ana y Ernesto se vayan a la capital (Buenos Aires), para que el niño pueda estudiar una carrera y sacar provecho de él.

El título de la película viene dado por el hecho de que Mario y Ana, en su peregrinar por la vida, encuentran un sitio en el que ellos ven con claridad que pueden vivir de acuerdo a unos valores que para ellos son sagrados. Al final de la película queda claro que ahora le toca a Ernesto buscar su lugar en el mundo.

“A través de la orientación vocacional el adolescente construye su identidad personal y decide encarar opciones vocacional y ocupacionales afines a su personalidad”.

A partir de los datos explicitados anteriormente se podría inferir que Ernesto se encuentra en un momento de crisis en sus proyectos de vida estudiantil o laboral, incidiendo en ésta el contexto, en cuanto a lo social y lo económico, esto se podría observar en el momento en que deben mudarse a la capital para que el joven siga sus estudios. Se le pide al sujeto una respuesta que desde el punto de vista evolutivo se encuentra en un momento dramático como es la adolescencia. La interpelación juega un papel importante en la misma producción de la crisis adolescente, entran en juego las determinaciones de la estructura social y económica que reclama al individuo como producto y ofrece determinados roles para efectivizarlo.

La película transcurre en cuanto a la historia de Ernesto en sus 14 años, hasta llegar a la adultez, lo que permitiría decir que la orientación vocacional es un proceso, un recorrido para la elección futura que se realice, ya que es precisamente en la adolescencia cuando emergen las dificultades y soluciones de índole vocacional. Específicamente es entre los 15 y 19 años aproximadamente, cuando se delinean con más claridad, los conflictos referidos al acceso al mundo adulto en términos ocupacionales, por ello consideramos destacar como importante el “recuerdo de la niñez” que se visualiza en la película siendo este el momento que le permite plantearse el camino para su futura elección vocacional.

Además de tener en cuenta que podemos acceder al contenido de nuestro “impulso” vocacional si hacemos un recorrido por los momentos más placenteros de las distintas actividades que desarrollamos en el presente y en el pasado, tratando de precisar qué es lo que nos producía la satisfacción más íntima; cuestión que se ve reflejada en la última escena de la película cuando Ernesto se plantea, en frente de la tumba de su padre, quién fue, quién es en la actualidad como médico y cómo se proyecta hacia el futuro.

Dado que la identidad ocupacional es un aspecto de la identidad del sujeto, parte de un sistema más amplio que la comprende, es determinada y determinante en la relación con toda la personalidad. Los problemas vocacionales deberán ser entendidos entonces como aquellos problemas de personalidad determinados por fallas, obstáculos o errores de las personas en el logro de la identidad ocupacional. Cuando Ernesto llega casi a la cúspide de su adolescencia, ya entrado en la carrera, se podría decir que tiene un trauma acorde a esta época, relacionado con una ruptura de la continuidad de sus estudios, en palabras de Ernesto: “¡Estoy en una edad de mierda!”.

A los 14 años Ernesto se encuentra

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