Una Mente Brillante

El presente texto gira en torno a la historia del matemático estadounidense John Nash quien obtiene en 1994 el premio Nobel de Economía gracias a la propuesta sobre la teoría de los juegos no cooperativos, que en cierta medida trata de sobrepasar los argumentos del padre de la economía moderna Adam Smith. Sin embargo, tras de un sinnúmero de reconocimientos y admiradores de las propuestas que desarrolla este texano, se hallan condiciones de vida que cuestionan los prejuicios cotidianos sobre la personalidad del hombre de ciencia contemporáneo, que al parecer debe sobrepasar con considerable distancia "psico-métrica" la inteligencia de la mayoría de los seres humanos, a la vez debe ser un ejemplo a seguir en el concertado "buen comportamiento" social, ha de destacarse por un extremo control en sus acciones de tal manera que demuestre la ficticia coherencia entre lo que se hace – se dice- se piensa, y sobre todo debe ser la figura antagónica de aquellos que viven a la sombra de la psico-patho-logía.

La observación del filme "Una mente brillante" desde la presente perspectiva prefiere iniciar con la siguiente pregunta: ¿cuál es el secreto que se esconde tras del "genio" de John Nash, que teniendo una capacidad intelectiva que supera en gran medida la curva normal de inteligencia científica de los seres humanos, debe experienciar al mismo tiempo el "pánico" generado por múltiples personajes que pertenecen a su territorio psíquico y le hacen acreedor de la categoría de esquizofrénico con episodios de paranoia?

Se reconoce que el contexto desde el cual emerge la anterior pregunta, es decir el cine, posee características que permiten acercamientos íntimos al curso histórico de un ser humano, en tanto que, por más ficción que exista en una película, ella no podrá ocultar su influencia psico-antropo-lógica. Por el contrario, entre más ficción se manifieste, más se ahonda en los secretos de la humanidad, incluso hasta el punto que se pone de frente y sin tantos velos la sombra colectiva de la cultura, que esconde las mayores perversiones y a la vez los más grandes tesoros de la creatividad.

Edgar Morin considera1 que el cine es "Extraña evidencia de lo cotidiano…" porque no se conforma con mostrar lo aparente de la vida, sino que devela lo oculto "…la parte sumergida, esa evidencia oscura, [que] se confunde con nuestra propia sustancia humana, que es también evidente y oscura, como el latido de nuestro corazón, las pasiones de nuestra alma". Podría decirse que el cine en la actualidad se parece a lo que en Grecia se conocía como la Tragedia, que según Aristóteles, era la narrativa que daba cuenta de las vivencias humanas en su estado original; es decir, con ella se recreaba el profundo recorrido histórico en el cual se reconoce que la vida no solo es oropel de

momentos felices, ni de experiencias paradisiacas

...