Yo profundo, ética y psicología

ÉTICA, MORAL Y UNA HISTORIA DE HECHO

Un YO PROFUNDO se hace consiente cuando existe una opción, cuando la alternativa nos ofrece mayor placer o lo disminuye; sin embargo, para tomar una decisión el YO PROFUNDO, no guía ni basa sus decisiones en algo tan instintivo y primitivo como el placer o displacer (pero sí que lo considera), por el contrario, lo que guía será el pleno conocimiento del hecho o acto en sí y de cada una de las opciones que consideremos; luego de tener conocimiento y conciencia del suceso, viene la aceptación a la pérdida, aceptar que se renuncia a algo (placentero o no, en ambos casos de pierde). Esto es lo más difícil creo yo, ya que implica enfrentarse a una nueva realidad que exige mayor aceptación, aceptar las consecuencias de nuestras decisiones.

El YO PRUFUNDO, es libertad. Y la libertad solo se consigue cuando se acepta la responsabilidad de las consecuencias de las propias decisiones, sin responsabilidad no hay libertad.

A lo largo de nuestras vidas se nos enseña que aquello que nos hace sentir bien, es lo que debemos elegir, aquello que llamamos incorrecto genera culpa porque es malo, pecaminoso o incorrecto ¿qué pasa cuando eso que sería juzgado como malo por la sociedad (la moral) no concuerda con lo que pensamos en la intimidad de nuestros pensamientos (lo ético)? ¿qué pasa si guardáramos en secreto aquel acto pecaminoso, no habría entonces tal acto que juzgar, o sí? Porque entendemos que fuera de nosotros estaría mal, pero en lo íntimo sabemos que no, no es malo ¿por qué habría de ser malo si tal acto nos hace felices?

¿Qué pasaría si nuestra decisión que nos hace felices, hace infeliz o daña a alguien que amamos, queremos o que nos importa? ¿será prudente sacrificar total o parcialmente nuestra felicidad y placer para no dañar al otro? De hacerlo, o no, en cualquier caso, entonces estaríamos siendo libres, SIEMPRE Y CUANDO aceptemos la responsabilidad de las consecuencias de nuestros actos.

El YO PROFUNDO, es reflexión. Cuando la mujer se cuestiona acerca de si es o no fiel, cuando se dice a si misma que con su amante es solo una mujer, pero en cambio, cuando vuelve a su hogar es una mujer casada y fiel a su esposo, a quien ama y con quien es feliz, pero que aun estando en el regazo de su esposo piensa en su amante y exclama dentro de sí “¡QUÉ FELICIDAD ES SER TAN AMADA Y DESEADA POR DOS HOMBRES!”. Al mismo tiempo, piensa ¿qué pasará el día que mi esposo lo sepa, lo aceptará igual de bien que mi amante? Ciertamente, no lo sabe. No hay manera de saberlo. Ella ya ha aceptado que existe la posibilidad de que el esposo se entere, que el matrimonio acabe o continúe no se sabe, es azaroso el asunto.

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