Yo

“YO”

La primera cosa que se nos ocurre hacer con alguien que queremos es cuidarlo, ocuparnos de e, escucharlo procurar que las cosas que le gustan las tenga, ocuparnos que disfrute de la vida y regalarle lo que ms quiere en el mundo, llevarlo a lugares que más le agradan, facilitarle las cosas que le dan trabajo, ofrecerle comodidad y comprensión.

Cuando e otro nos quiere hace exactamente lo mismo. Ahora te pregunto: ¿Por qué no hacer estas cosas con nosotros mismos?

Sería bueno que yo me cuidara, que me escuchara a mí misma, que me ocupara de darme estos gustos, de darme las cosas fáciles, de regalare las cosas que me gustan, de buscar mi comodidad en los lugares que quiero estar, de comprarme la ropa que quiero, de escucharme y comprenderme.

Tratarme como trato a los que más quiero. Pero, claro, si mi manera de mostrar mi amor es quedarme a la manipulación del otro, compartir las peores cosas juntos y ofrecer mi vida en sacrificio, seguramente mi manera de relacionarme conmigo será complicarme mi vida desde que me levante hasta acostarme, y para poder estar con migo debo aceptarme tal como soy. Y no quiere decir que renuncie a cambiar a vida de otros si no la de sí mismo. Quiere decir plantear otra postura en mi vida. Porque frente a alguna característica de mí que no me guste hay siempre dos caminos para resolver el problema:

El primero, el más común, es la solución, clásica solamente el intentar cambiar.

El segundo, el qué propongo, es dejar de detestar esa característica y como única actitud permitir que no por sí mismo esta condición se modifique “CAMBIO” en una realidad y a conciencia. Incluso para cambiar algo el camino realmente comienza cuando dejo de oponerme.

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