Еtapa la comprensión metacognitiva del niño

En esta primera etapa la comprensión metacognitiva del niño muestra una limitación característica: no admite que lo que la mente representa acerca de la realidad no necesariamente ha de corresponderse con esa realidad y que, por tanto, puede generar falsas creencias.

Esto se ha puesto de manifiesto a través de la clásica tarea de la falsa creencia, en la que típicamente el niño de 3 años fracasa.

Esta concepción sólo se supera a partir de los 4 años, cuando comienza a darse cuenta de que las creencias y afirmaciones en que se expresan, pese a referirse a la realidad, no son un reflejo directo de la misma, sino que también depende de las capacidades de representación del individuo y de su particular experiencia de acceso a la información (papel mediador de la mente); lo que a su vez le permitirá reconocer la posibilidad de que se produzcan creencias incorrectas o falsas.

El cambio hacia los 4-5 años constituye un salto cualitativo en la comprensión metacognitiva del niño que concibe la mente como “intérprete” de la realidad desde una concepción meramente “reproductora” de la misma. Este salto es el que subyace al desarrollo pleno de la teoría de la mente que implica tanto distinciones ontológicas consistentes sobre la naturaleza de lo mental como capacidad para razonar de forma acertada sobre los estados mentales ajenos y sobre cómo influirán en la conducta (hasta los 4-5 años no se alcanza una teoría de la mente como tal, coherente y funcional)

“Algunos autores suponen que es a partir de esta concepción interpretativa de la mente el niño es capaz de responder adecuadamente a la tarea de la falsa creencia, en las que debe tomar en consideración el estado de conocimiento y de creencias ajenos distinguiéndolos de los propios”

No hay acuerdo en que este tipo de concepción se adquiera tan temprano (p.e. Wellman propone que es a partir de los 6-7 años cuando adquieren una teoría representacional verdaderamente interpretativa).

Se ha considerado la posibilidad de un desarrollo metacognitivo mucho más gradual que se prolongaría, al menos, hasta la adolescencia y que conllevaría un progreso hacia una concepción de la mente no sólo interpretativa sino también constructiva: el sujeto que conoce lo hace a través de su conocimiento previo, lo que implicaría una reconstrucción particular y personal de la experiencia.

Pero este tipo de concepción sería un desarrollo mucho más tardío, pues estaría ligada a cambios conceptuales más profundos y generales en relación con lo que hemos referido como conocimiento epistemológico (esto se tratará en el punto 5 como última etapa del desarrollo metacognitivo).

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