La carta a los hebreos

CARTA A LOS HEBREOS

Buenas tardes, queridos hermanos agradecemos en primer lugar a Dios este espacio en el nos sentaremos a los pies del Maestro a la escucha de la Palabra, como lo hemos venido haciendo durante estos primeros ocho dias de este mes dedicado a acentuar nuestra atención en la Sagrada Escritura.

El tema que nos ocupa esta tarde es la carta a los hebreos, tendremos como centro a Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote de la Nueva Alianza y prestemos especial atención a este final “de la Nueva Alianza” porque si le quitamos este título algo quedaría inconcluso es aquí donde encontramos la novedad.

La carta a los Hebreos forma parte de los escritos de Nuevo testamento que intimidad.  Lo encontramos clasificado según los estudiosos de la Biblia en el corpus paulino, aunque reconocido desde hace mucho tiempo como obra de un autor anónimo. La carta a los Hebreos es un canto de punta apunta es un canto de adoración de alabanza a Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote y en la medida que lo hace nos va desglosando diversos aspectos y la riqueza increíble de este misterio de Jesús.

 Los destinatarios de la carta ciertamente son personas que estaban vinculadas al sacerdocio de Aarón y al ritual de los  sacrificios  del TEMPLO DE Jerusalén, recordemos que este  era el centro de la  vida religiosa  de Israel.

Siendo sacerdotes, el Templo había sido toda su vida hasta ese momento; ofrecían sacrificios y recibían en paga una parte de los animales ofrecidos. Pero ahora, no solamente habían sido excluidos y expulsados del Templo por los judíos, sino que de cualquier modo Cristo los había reemplazado.

Creer en Cristo significaba reconocerlo como el nuevo Templo, del que el edificio sagrado de Jerusalén no era más que figura. Él, laico, había organizado su Iglesia sin tomar en cuenta el sacerdocio de los «hijos de Aarón», los sacerdotes judíos, pues él y sólo él es el sacerdote, el que pone a los hombres en contacto con el Dios santísimo.

En tiempos de los apóstoles se calificaba de Hebreos a los judíos que vivían en Palestina, Esta carta está dirigida a las comunidades cristianas de Palestina que se habían formado con judíos de raza después de Pentecostés.

Como discípulos de Cristo habían sido perseguidos, y a algunos les habían sido confiscados los bienes. Ya no tenían nada en el mundo y debían darse ánimo unos a otros con la convicción de que, al fin de su exilio, encontrarían la verdadera patria a donde Jesús se había ido después de sus sufrimientos. Volvían así a encontrarse en la situación de sus antepasados hebreos que habían vivido en el desierto, aguardando y buscando una tierra prometida.

Por esta razón No será difícil ver que esta carta se dirige a personas familiarizadas con el Antiguo Testamento; podría tratarse de sacerdotes judíos que habían reconocido a Jesús como el Cristo y que pasaban entonces por una crisis.

2. Lugar y fecha de redacción

No se conoce con certeza el lugar y fecha de redacción, con seguridad se escribió en un período de   dificultad, lo que hace pensar que se escribió Esta carta fue escrita desde Roma, tal vez hacia el año 66, cuando se anunciaba la guerra en la que iba a ser destruida Jerusalén. Eran también los últimos meses de la vida de Pablo; él estaba prisionero en Roma por segunda vez. Esta carta no es extraña al pensamiento de Pablo, pero él no la escribió. Es muy posible que su autor haya sido Apolo, mencionado en Hechos 18,24-28, «hombre muy versado en las Escrituras y que demostraba por las Escrituras que Jesús es el Mesías».

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