La novedad de Jesucristo.
Enviado por Daniel Wen • 27 de Octubre de 2016 • Apuntes • 1.694 Palabras (7 Páginas) • 431 Visitas
La novedad de Jesucristo
1.La esencia del cristianismo
Muchos teólogos cristianos, especialmente a lo largo del siglo XX, se preguntaron cuál es la esencia del cristianismo. Intentaron averiguar que rasgo define la fe cristiana y la diferencia con otras religiones. La respuesta fue Jesús de Nazaret.
No puede afirmarse, por tanto, que el núcleo del cristianismo se situé en unos principios morales o en unos deberes éticos que los creyentes deban seguir. La religión cristiana no puede identificarse con una lista de <
El cristianismo tampoco se puede definir como una religión del libro, como sí lo son, en cambio, el judaísmo y el islamismo. La Biblia no es el centro del cristianismo. No tenemos manual de instrucciones; nuestra vida de fe no se colma con la lectura o el recitado de un texto escrito.
El corazón del cristianismo tampoco es la Iglesia, ni una serie de dogmas sobre los que deba descansar nuestra fe.
Todos los elementos que se acaban de enumerar son muy importantes, pero en si mismos no dan razón de nuestra fe. El cristianismo tiene en la persona de Jesús su centro y su razón. Ser cristiano significa, en definitiva, creer en una persona concreta: Jesucristo.
Él se presentó a sí mismo de este modo: Yo soy el camino, la vedad y la vida. No se refiere a su obra o su mensaje, sino a si mismo: a la persona que tenían sus oyentes ante sí y a la que tenemos notros ahora presente en la Eucaristía.
Esto distingue a Jesús de cualquier otro líder religioso de un modo absoluto. Estos líderes se presentan como pregoneros de un mensaje de Salvación; mensaje que recibieron y del que son testigos o profetas. El líder religioso, por tanto, anuncia lo que , a su vez, recibió.
En el cristianismo en cambio, el mensaje y el mensajero se identifican.
Jesucristo manifiesta el amor de Dios, que se hace presente entre los seres humanos, y busca nuestra amistad hasta el punto de convertirse en uno de nosotros y compartir, con sus luces y sus sombras, nuestra vida.
2.¿Quién es Jesús?
2.1 La Buena nueva: Dios envió a su hijo
Hoy en día, nadie duda de que Jesús de Nazaret vivió y murió en Palestina en el siglo I de nuestra era. Contamos no solo con el Nuevo Testamente, sino también con la información de fuentes extra bíblicas que dan testimonio de su existencia. Así pues, la pregunta clave no es si Jesús existió o no, sino quien fue realmente.
Podemos realizar un primer acercamiento a su figura a través de los tpitulos o nombres que se le atribuyen en el Nuevo Testamento:
Jesús. Nombre tradicional en el pueblo judío. Significa “Dios salva” y manifiesta la unidad que existe entre la persona y la misión del hijo de José y de María: fue enviado por Dios para salvar al mundo de los pecados.
Cristo. Vocablo griego que significa “ungido” y que se corresponde con el termino hebreo Mesías. En Israel, los hombres elegidos por Dios (los reyes, los sacerdotes y los profetas) eran ungidos con aceite como signo de bendición divina. Llamar a Jesus el Cristo significa reconocer que en Él se cumplen las promesas de Dios: en la persona de Cristo—verdadero Profeta, Sacerdote y Rey- se realiza la nueva y definitiva Alianza entre Dios y los seres humanos.
Señor. Se corresponde con la palabra griega Kyrios, que se usaba en la traducción griega del Antiguo Testamento para hacer referencia a Dios. En el Nuevo Testamento, generalmente se designa a Dios Padre, pero también a Jesús. Se lo reconoce, por tanto, como Señor; es decir, se confiesa su divinidad: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Hijo de Dios. En el Antiguo Testamento, esta denominación designaba una relación entre Dios y algún hombre, o con el mismo pueblo de Israel, y tenía el sentido de filiación adoptiva. Con Jesús, este título cobra un nuevo valor. Al llamarlo Hijo de Dios, manifestamos la relación privilegiada, de total unidad y semejanza, entre Jesús y Dios Padre: Jesús posee naturaleza divina. La filiación es real: Jesús es Hijo de Dios y, por eso, Dios con el Padre.
2.2 Jesús, verdadero Dios
Los títulos que aparecen en el Nuevo Testamento se corresponden con las manifestaciones sobre la vida y las obras De Jesús. En este sentido, puede decirse que Jesús es lo que dice y lo que hace. En su vida, especialmente en su vida pública, se muestran su identidad y misión. Las palabras y las acciones de nazareno presentan un mensaje divino; habla y actúa como Dios, porque verdaderamente es Dios
Las palabras de Jesús
Jesús relaciona directamente la llegada inminente del Reino de Dios con su persona: El reino de Dios está llegando. Para un judío, la llegada del Reino de Dios significaba la presencia definitiva del Señor entre los hombres y, con ello, la inauguración de una nueva forma de vida fundamentada en el perdón, la caridad, el respeto y la alegría.
Jesús proclamo la instauración del Reino a través de:
La nueva Ley. Promulga un mandamiento nuevo: el mandamiento del Amor. Jesús con su autoridad, llevo a su plenitud la Ley que dio al pueblo de Israel, purificándola de interpretaciones erróneas, enseñando lo esencial e inmutable de la misma (los Diez Mandamientos) y declarando caducas las prescripciones legales y ceremoniales.
Las parábolas. Son anuncio de una vida nueva que inaugura el Reino. En ellas, Jesús habla de Dios como Padre Misericordioso, y del Reino como un gran banquete al que están invitados todos, especialmente los pecadores y pobres, a los que llama a la conversión.
Las profecías. Jesús profetizo sobre el futuro de Israel y sobre el templo, sobre su destino ( su muerte y su Resurrección). De este modo, se sitúa por encima de los hombres de su tiempo y confirma su condición divina.
Las obras de Jesús
Con sus obras, Jesús manifiesta que es Dios. Esto sucede especialmente con sus milagros y con el misterio de su Muerte y Resurrección.
Los milagros. Son acciones salvadoras frente al pecado, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, y hacen presenta la libración que Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, nos ofrece, Manifiestan que su poder es divino, que está por encima de las fuerzas del mal y de la naturaleza, y son un anticipo de la nueva vida.
Su muerte y Resurrección. Son los signos definitivos de la Salvación que Dios nos ofrece. Por su Muerte, Jesús nos redime de los pecados, asumiéndolos y sufriendo sus consecuencias. Gracias a su Resurrección, su amor infinito vence definitivamente el poder de la muerte, que nos oprime, y promete la Bienaventuranza eterna a aquellos que lo sigan.
2.3 Jesús, verdadero hombre
En Jesús, lo humano y lo divino no se contraponen, sino que están armonizados y unidos, <
Actualmente, al alcanzar una vida lograda se identifica con tener éxito, satisfacer todas las necesidades,, no tener preocupaciones ni sufrimientos…
Jesús, sin embargo, nos enseño algo muy distinto. Sus palabras y sus obras muestran que el valor de una persona se halla en la humildad y en la pobreza, en el trabajo hinesto y en la entrega de uno mismo a los demás. Solo así—recuerda Jesús—lograremos una vida humana dichosa y bienaventurada, que es lo que Él nos promete.
El misterio de Navidad
La reflexión sobre los primeros años de la vida de Jesús es especialmente provechosa. En ellos se vislumbra la grandeza que tiene, a los ojos de Dios, lo pequeño y lo humilde. La encarnacion de su Hijo, el momento que cambió el rumbo de la humanidad, sucedió en un pequeño pueblo perdido y desconocido para los grandes del mundo.
Dios eligió a una joven sencilla, Maria de Nazaret, para ser madre del Salvador del mundo. Y este nació en Belén, a la interperie y sin posesiones: ni casa propia, ni seguridad material alguna. María, José y Jesús--- la Sagrada Familia—dan una lección de humildad, pobreza y obediencia a los planes de Dios.
Los misterios de la vida oculta
Es llamativo que, de los treinta y tres años que Jesús vivió en la Tierra, dedicara trainta a trabajar de manera <
El silencio de los evangelios en lo que respecta a estos años nos ilumina sobre el valor de las realidades de este mundo. La verdadera alegría no esta en lo espectacular, sino en hacer de lo ordinario algo extraordinario, es decir, en el amor y en la entrega diaria, en la fidelidad y en la constancia a los compromisos adquiridos.
La vida pública, misterio de Salvación
El evangelio enseña como Jesús trato a todos los hombres y muejres con un amor entregado. Se reunía con los pecadores y con las viudas, con los niños y con los enfermos. Y se acercaba y buscaba la conversión de aquellos que lo despreciaban.
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