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A La Manera Del Señor


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2013  •  1.601 Palabras (7 Páginas)  •  441 Visitas

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La manera del Señor

POR ÉL ÉLDER STANLEY G. ELLIS

De los Setenta

________________________________________

La manera del Señor es que prestemos atención a las enseñanzas de nuestros líderes, que comprendamos los principios correctos y que nos gobernemos a nosotros mismos.

Setenta

Se me ha llamado como Setenta. Los Setenta son llamados a ser mensajeros, a compartir la palabra del Señor conforme la recibimos de los apóstoles, profetas y del Espíritu, y a ser testigos especiales del nombre de Cristo en la predicación del Evangelio a todo el mundo, a edificar la Iglesia y a regular los asuntos de la misma (véase D. y C. 107:25, 34).

Niño granjero

Me crié en una granja cerca de Burley, Idaho, es decir, ¡soy un auténtico “granjero de Idaho”! Y como tal, aprendí:

1. 1.

A trabajar: si no se siembra, no se cosecha.

2. 2.

A trabajar de forma inteligente: si se irriga y se fertiliza, se cosecha más.

3. 3.

La importancia del momento oportuno: si no se siembra en el momento correcto, una helada prematura puede destruir la cosecha.

4. 4.

A hacer lo necesario o lo que se debe hacer sin importar que sea agradable, preferible o conveniente: se ordeña la vaca cuando se tiene que ordeñar, no cuando uno quiere.

5. 5.

A ser directo: con el ganado y las maquinarias en cuestión, no hay tiempo de “andar con rodeos” ni de preocuparse por andar con tanta diplomacia. (En cuanto a esto, a medida que he prestado servicio en varios llamamientos de la Iglesia, con frecuencia he preguntado: “¿Desean que les hable directamente o que lo endulce?”. ¡Por regla general, los santos han escogido que sea directo! Hoy seré directo.)

6. 6.

Por último, como granjero de Idaho, aprendí a adherirme a lo básico.

No hay nada que sea más básico para cada uno de nosotros y para nuestra doctrina, que las verdades del primer Artículo de Fe: “Nosotros creemos en Dios el Eterno Padre, y en Su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo” (Artículos de Fe 1:1).

Además, Él es nuestro Padre Celestial, que nos conoce, nos ama y desea que regresemos a Él. Jesús es nuestro Salvador y Redentor que, mediante la Expiación, se aseguró de que nosotros venzamos la muerte y vivamos otra vez, e hizo posible que nosotros seamos exaltados y obtengamos la vida eterna. El Espíritu Santo es nuestro consolador, revelador, maestro, testigo y guía.

Piensen en esto, hermanos y hermanas: ¡no somos huérfanos espirituales! No estamos solos.

¿Cuáles son las ventajas de tener padres, de no ser huérfanos? Podemos aprender de ellos, beneficiarnos de su experiencia, evitar las dificultades sobre las que nos advierten y entienden mejor debido a su perspectiva. No tenemos que estar perdidos ni confundidos, ni ser engañados ni menos eficaces. Esto es especialmente cierto en el caso de nuestro Padre Celestial, que nos ha enseñado y mostrado no sólo una manera, sino lamanera.

Dios tiene la manera

De hecho, Dios tiene la manera de vivir1, de amar2, de ayudar3, de orar4, de hablar5, de tratarnos mutuamente6, de dirigir7, de contraer matrimonio8, de criar a los hijos9, de aprender10, de saber la verdad11, de compartir el Evangelio12, de elegir sabiamente qué comer13, etc.

Junto con las Escrituras, hay otros grandes recursos para aprender la manera del Señor en Leales a la Fe, Para la Fortaleza de la Juventud, y en otras enseñanzas de los apóstoles y profetas vivientes.

1. 1.

Por ejemplo, el Señor nos ha enseñado en las Escrituras: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová”. “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8–9).

2. 2.

Una de las iniquidades de estos últimos días es que “todo hombre anda por su propio camino” (D. y C. 1:16). En Proverbios se nos advierte: “No seas sabio en tu propia opinión” y “no te apoyes en tu propia prudencia” (véase Proverbios 3:5–7).

3. 3.

Se nos enseña que si hacemos las cosas a la manera del Señor, Él está obligado a bendecirnos y tenemos derecho a reclamar Sus promesas; pero si no lo hacemos a Su manera, no tenemos ninguna promesa (véase D. y C. 82:10).

4. 4.

El Señor comparó Su manera con la nuestra cuando instruyó al profeta Samuel, quien fue enviado a buscar un nuevo rey: “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que el hombre mira, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).

5. 5.

Hasta con el universalmente aceptado deseo de ayudar a los pobres y a los necesitados, el Señor está de acuerdo con nuestra meta, pero nos advierte: “Pero es preciso que se haga

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