BIOGRAFIA JOSE MARIA COUDRIN
Enviado por yadirap99 • 8 de Agosto de 2014 • 2.229 Palabras (9 Páginas) • 641 Visitas
José María Coudrin nace el 1 de marzo de 1768 en Coussay-le-Bois, un pequeño pueblo de Francia, cercano a la ciudad de Poitiers. Sus padres son labradores. De ellos recibe una educación de inspiración cristiana. La completa en el trato con un tío sacerdote, que trabaja pastoralmente en un pueblo próximo. Le preparó para la primera comunión y con él pasaba tiempos de vacaciones en sus primeros años de estudios.
De 1781 al verano de 1785 hace lo que podríamos llamar los estudios secundarios en Chatelleraut. Con 17 años ingresa en la Universidad de Poitiers, una ciudad entonces de unos 30.000 habitantes.
En uno de los colegios de la Universidad sigue durante dos años los estudios de Filosofía, mientras vive en una pensión con la modesta familia de un carpintero.
En 1787, completada la Filosofía, comienza los estudios de Teología. Dado que sus padres atraviesan una situación económica muy precaria busca un trabajo, sin dejar los estudios. En 1788 actúa como preceptor de los hijos del abogado F. Chocquin. Conquista su confianza e incluso, en ausencia del matrimonio, cuida, además, de los hijos, la casa y la administración de las tierras.
En 1789 (año del comienzo de la Revolución francesa) entra en el Seminario para prepararse a las órdenes. Allí va a permanecer sólo dos años, ya que los que lo dirigen, los lazaristas, lo abandonan en agosto de 1791 al rehusar el juramento constitucional. Así se completan seis años (de los 17 a los 23) de vida universitaria y de semi-nario en Poitiers, ricos en experiencias, en crecimiento personal, en relaciones y amistades.
No deja de llamar la atención el momento en que el Buen Padre entra en el seminario: justamente cuando se avecinan los peores tiempos para la Iglesia, cuando comienza la Revolución, que enseguida tendría amplia derivación religiosa.
En 1790 se ordena subdiácono y predica por primera vez en su pueblo, Coussay-le-Bois. En diciembre, se ordenará de diácono. Es el año en que la Asamblea Constituyente vota y aprueba la Constitución civil del clero; hay que jurarla, o exponerse al destierro.
Ya de diácono ayuda al párroco de su pueblo a difundir los documentos del Papa. Ambos son denunciados, y tiene que huir a un pueblo cercano. En realidad, la situación es tal que los estudios (ha completado ya hasta cuarto de Teología) van a interrumpirse para el Buen Padre.
En el verano de 1791, se pone en contacto con los Vicarios dejados por el Obispo legítimo de Poitiers. Desde el conocimiento que tienen de él, le dan un documento autorizándole a hacerse ordenar sacerdote por cualquier obispo en comunión con el Papa. Coudrin, con plena conciencia de la situación que está viviendo la Iglesia en Francia y concretamente en Poitiers, decide su ordenación sacerdotal.
Viaja a París, donde tiene noticia de que hay un obispo oculto en el Seminario de los irlandeses. Recibe el orden sacerdotal, de manera secreta, el 4 de marzo de 1792.
Inmediatamente vuelve a Coussay. El 3 de abril asiste como testigo al matrimonio de su hermano, y firma: "Pedro Coudrin, sacerdote". El 8 de abril, día de Pascua, es su primera misa en su pueblo natal. Al final, por encargo del alcalde, debe anunciar que próximamente tomará posesión, el nuevo párroco constitucional. El Buen Padre lo anuncia, pero con un comentario desafiante para la autoridad civil. Consecuencia: él y el párroco legítimo tienen que huir del pueblo ese mismo día para ponerse a salvo.
Así entramos en un período en que el curso de los acontecimientos impone al Buen Padre el entrar en la clandestinidad. Una situación que va a durar en cierta medida varios años, pero que no va a impedir una actividad apostólica intensa. Es donde va a apreciarse la audacia, el riesgo y la confianza plena en la Providencia como rasgos notables de la personalidad del Buen Padre.
Esta situación de retiro obligado le lleva a la granja del castillo de la Motte d´Usseau, un pueblo cercano, en el que el granjero es un primo suyo, y los propietarios del castillo, unos conocidos.
Al principio, se dejaba ver por el pueblo. Por razones de seguridad, una noche salen a caballo él y su primo, fingiendo que se van; luego, aprovechando la oscuridad, vuelven sin ser vistos.
El Buen Padre inicia así, en el granero de la granja, un retiro que va a durar cinco meses. Cinco meses de honda experiencia de Dios en la oración, de larga reflexión al hilo de la lectura de la historia de la Iglesia y las noticias parciales que a través de su primo le van llegando de cómo discurren los acontecimientos revolucionarios. Estamos en 1792.
Su espíritu en este tiempo se mantiene sereno. La vida de fe ocupa la totalidad de su existencia. En este contexto, cuando ya lleva varios meses encerrado, tiene lugar la llamada "visión" donde por primera vez toma conciencia de que el futuro le depara el papel de poner en marcha una nueva comunidad de misioneros, hombres y mujeres. Lo describió así:
"Un día, vuelto a mi granero, después de haber dicho la misa, me arrodillé Junto al corporal en que yo creía tener siempre el Santísimo Sacramento. Vi entonces lo que somos ahora. Me pareció que estábamos varios reunidos; formábamos un grupo grande de misioneros que debía llevar el Evangelio a todas partes. Mientras pensaba, pues, en esta sociedad de misioneros, me vino también la idea de una sociedad de mujeres (...) Yo me decía (...), habrá una sociedad de mujeres piadosas que cuidarán de nuestros asuntos mientras nosotros estemos en misión (...)".
Es una idea que aparece en el Buen Padre como de golpe, en un momento de oración: como un designio de Dios sobre su persona. Tiene sólo 24 años entonces. Será algo que modificará notablemente los horizontes de su vida.
De temperamento marcadamente activo, va a nacer en él una gran impaciencia por actuar, a pesar de las circunstancias adversas.
El 20 de octubre decide salir. Mientras lee lo que le ocurrió a San Caprasio en tiempo de las persecuciones, que estando escondido ve cómo confiesa su fe en el martirio una joven muchacha y se decide a salir, así el P. Coudrin, al pie de una encina entrega a Dios su vida y se dispone a abordar cualquier peligro, hasta la muerte, para ponerse al servicio de la obra de Dios:
"Cuando salí - refiere siempre él mismo - me prosterné al pie de una encina que había no lejos de la casa, y entregué mi vida. Porque me había hecho sacerdote con la intención de sufrirlo todo, de sacrificarme por Dios y morir si fuera necesario por su servicio. Sin embargo, tenía un cierto presentimiento de que
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