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COMO ACEPTARSE A SI MISMO COMO HIJO DE DIOS


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2012  •  2.101 Palabras (9 Páginas)  •  1.922 Visitas

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CÓMO ACEPTARSE A SÍ MISMO COMO HIJO DE DIOS

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10)

En la vida de todo hijo de Dios, ha sido colocada una huella, una marca de bendición. Esta huella nos ha dado características propias y singulares, que han sido diseñadas para que nuestras vidas transcurran en los caminos más altos. Hay, además, un palpitante sello de libertad que hace que nos rebelemos contra toda forma de esclavitud, pues, fuimos diseñados para la libertad.

“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32)

Cuando recibimos a Cristo, su Espíritu viene a morar en nuestra vida y, al entrar en ella, empieza un proceso de gran restauración. Esto es necesario, pues, los años vividos en la ceguera espiritual han dejado en el alma heridas que sangran. Estas profundas y dolorosas huellas del pecado, son las que han desfigurado la imagen de Dios, en cada uno de nosotros.

APRENDIENDO A ACEPTAR LOS RASGOS

INMODIFICABLES

Muchos no estamos en capacidad de aceptarnos a nosotros mismos. Hay cuatro rasgos que fundamentalmente no se pueden cambiar en nuestra vida, sobre las cuales la mayoría de la gente expresa un rechazo: nuestro aspecto o apariencia externa; nuestras capacidades, habilidades o talentos naturales; nuestro linaje, herencia o ancestro; y nuestra herencia social, ubicación social o medio ambiente.

Ampliaré un poco más estas cuatro áreas inmodificables del ser. Hablemos de la primera: la apariencia externa: Prácticamente todo el mundo está inconforme con su aspecto. El problema está en que nos comparamos muchas veces con artistas que son muy hermosos, bien atractivos y con mucho talento. Al compararnos con ellos, nos damos cuenta de que no somos tan atractivos y, naturalmente, es muy fácil sentirse inferior a ellos.

Hay un pasaje en la Biblia que nos ayudará a entender esto de la apariencia externa: en él se nos dice que Dios nos ha hecho talentosamente.

“No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas“.

(Salmo 139:15 y 16)

Este hermoso pasaje nos muestra cómo Dios Papá, como perfecto Diseñador, estuvo presente en el momento de nuestra concepción y atendió cada aspecto de nuestro cuerpo.

¡Ay del que pleites con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que labra: ¿Qué haces?; o tu obra: No tiene manos? ¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendrastesY a la mujer: ¿Por qué diste a luz?!

(Isaías 45:9 y 10)

Dios está representado como un “alfarero”: “¿¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra:¿Qué haces?; o tu obra: No tiene manos? ¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por qué diste a luz?!”. Este pasaje nos dice que Dios tiene el derecho a conformarnos como Él quiere, como vasos de barro en sus diestras manos. Podemos concluir, entonces, que somos la creación perfecta que Dios quiso que fuéramos.

El segundo aspecto inmodificable de nuestra vida son las habilidades y talentos. En nuestra sociedad estamos rodeados de personas que siempre han sobresalido; por lo tanto, es fácil llegar a sentirse inferior. Esta evaluación que hacemos de nosotros mismos, al compararnos con ellos, es muy injusta, pues miramos lo mejor de los otros y lo comparamos con lo peor nuestro: la resultante es un complejo de inferioridad. Hay muchas personas que no son excelentes jugadores de fútbol, pero hacen de excelentes maestros, padres, y esposos.

El tercer rasgo hace referencia al linaje, o herencia ancestral. Los que se avergüenzan de sus padres, tendrán un serio problema de autoaprobación. Nada destruye tanto como la amargura, particularmente cuando va dirigida contra los padres; por lo tanto, debemos confesar estas actitudes erradas.

El cuarto rasgo es nuestra herencia social. La corriente del Determinismo enseña que el ambiente determina quiénes somos. Si decidimos aceptar esta filosofía, nos llevará a pensar que si venimos de un nivel inferior, nunca podremos salir de allí, o que si nuestros padres hicieron mal, nosotros también tenemos que ser como ellos fueron. Parcialmente, esto es cierto: “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”. (Éxodo 20:5)

Dice que el pecado de nuestros padres puede llegar a repercutir hasta la tercera y cuarta generación, pero esto no lo podemos usar como una excusa, pues la Biblia también dice que un hijo puede ser correcto, aunque sus padres sean corruptos, y que cada persona lleva la responsabilidad de su propio pecado: “Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él ” (Ezequiel 18:19- 20).

Un ejemplo es Moisés, quien se levantó en un ambiente no temeroso de Dios; sin embargo, Dios usó esa circunstancia de acuerdo con sus propósitos. Moisés prefirió sufrir con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres de Egipto.

“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado”

(Hebreos 11:24 y 25)

MANIFESTACIONES DE LA FALTA DE AUTOACEPTACIÓN

Por lo general, una mala imagen de nosotros mismos nos lleva al pecado de la autocompasión, que es un túnel que desemboca en la depresión. Veamos algunos problemas que son el resultado de tener una mala imagen de uno mismo:

Una primera evidencia de la falta de aceptación es una preocupación obsesiva por la apariencia externa. Mucha gente gasta tiempo tratando de ponerse el vestido adecuado, pues piensan que de todas maneras

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