De la educación sobre el Holocausto
Enviado por lalylaguia76 • 2 de Abril de 2014 • Tutorial • 6.424 Palabras (26 Páginas) • 209 Visitas
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De la educación sobre el Holocausto
Disertación de Yehuda Bauer en la Conferencia sobre Bienes del
Holocausto (Holocaust Era Assets Conference)
Praga, 29 de junio de 2009.
Hay tres preguntas centrales: ¿Por qué enseñar sobre el Holocausto?
¿Qué enseñar? ¿Cómo enseñarlo?
El genocidio del pueblo judío perpetrado por la Alemania nazi y sus
colaboradores, que comúnmente e incorrectamente llamamos Holocausto, es
la forma más extrema de genocidio hasta hoy. No es el sufrimiento de las
víctimas lo que hace que sea el caso más extremo: el sufrimiento no tiene
gradaciones, y los judíos no sufrieron ni más ni menos que otras víctimas de
otros genocidios. Tampoco es debido a la cantidad total de víctimas –quizá
5,7 o 5,8 millones – ni al porcentaje de judíos asesinados sobre el total de
judíos en el mundo en ese momento: unos 17 millones. En el genocidio
armenio, quizá 1 millón de armenios o más fueron asesinados o murieron
como consecuencia de las atrocidades, es decir, más de un tercio de los
armenios que vivían en Turquía. Entre 800.000 y 1 millón de tutsis fueron
asesinados en Ruanda en 1994, y esa cifra representa el 90 por ciento de los
tutsis que vivían en Ruanda en ese momento. Y en China, el Gran Salto
Adelante, que constituyó un politicidio – el exterminio deliberado por motivos
políticos, sociales o económicos – tuvo muchas más víctimas que el
Holocausto.
No, el Holocausto es único por otros motivos: por primera vez en la historia, el
objetivo era asesinar a cada una de las personas que los perpetradores
consideraban que pertenecía al grupo designado, en este caso los judíos, por
el “crimen” de haber nacido. Por primera vez en la historia, el objetivo era
implementar este plan donde fuera que los alemanes se alzaran con el poder:
finalmente, en todo el planeta. Por primera vez en la historia, la motivación
tenía muy poco – o nada – que ver con factores económicos o sociales; era
puramente ideológica, y la ideología no tenía ningún fundamento en la
realidad. Estas atrocidades ocurrieron en el contexto de una guerra que la
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Alemania nazi inició por motivos que, repito, no tenían mucho que ver con
realidades económicas o sociales o políticas. La Alemania nazi inició la guerra
para conseguir más Lebensraum, “espacio vital”, pero no tenía necesidad de
territorio adicional porque podía obtener las materias primas y los productos
agrícolas necesarios mediante el comercio, y no necesitaba más superficie
para sus campesinos porque en realidad no sobraba el trabajo en las áreas
rurales alemanas. Actualmente Alemania es un país más pequeño y con
mayor población que en ese entonces, y es un país próspero.
En 1939, la mayoría de los alemanes no querían entrar en guerra; tenían
recuerdos amargos de la última: la Primera Guerra Mundial. La elite industrial
y bancaria no quería una guerra, porque les estaba yendo muy bien, y los
militares tampoco. En septiembre de 1938, el Jefe del Estado Mayor alemán,
Ludwig Beck, y un grupo de generales planeaban un golpe de estado contra
Hitler porque temían una guerra contra Gran Bretaña y Francia, con los
soviéticos todavía en contra. Pero Chamberlain y Daladier se echaron atrás
con la guerra a Checoslovaquia, así que no hubo golpe. Por supuesto que no
está claro si el golpe se habría realizado o si, de realizarse, habría sido
exitoso, pero nos da un indicio de lo que pensaban los más altos líderes
militares de Alemania. Entonces, ¿quién quería una guerra? La respuesta es
obviamente, Hitler, pero no era el único: tenía el apoyo del Partido Nazi. El
casus belli, la justificación de la guerra, está claramente expresada en el
memorándum que Hitler escribiera a Goering en agosto de 1936, que puede
encontrarse en los documentos de Nuremberg de 1945. Hitler dice allí que
Alemania debe prepararse para la guerra porque de lo contrario el
bolcheviquismo, que busca reemplazar a los dirigentes de todo el mundo por
la judería internacional, no sólo pondrá en peligro a Alemania sino que
aniquilará al pueblo alemán. Hitler y sus allegados más cercanos creían que
una derrota del bolcheviquismo judío permitiría a Alemania expandirse hacia
el este, poblar esos territorios con colonizadores alemanes y garantizar el
suministro de alimentos y materias primas que asegurarían la supremacía de
Alemania sobre Europa, y finalmente, con la ayuda de sus aliados, sobre el
mundo entero. Todo ello, pensaban, solo sería posible derrotando a la judería
internacional, que controlaba tanto al bolcheviquismo soviético como al
capitalismo occidental.
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Yo diría que la guerra fue en esencia una empresa ideológica, y los
elementos económicos y políticos, como factores instrumentales, tuvieron un
papel secundario. Por eso el Holocausto fue, básicamente, parte de un
proyecto con motivos ideológicos creado para conseguir poder mediante la
expansión, hecho posible por la guerra. Así, el nazismo fue un fenómeno sin
precedentes, lo que explica en gran medida por qué el Holocausto es el tema
central de cualquier proceso educativo, no sólo en Europa, que aborde el
tema del mundo en el que vivimos. El antisemitismo fue la motivación central
de una guerra en la que murieron unos 6 millones de judíos y cerca de 29
millones de no judíos sólo en Europa. Por eso el antisemitismo, que ocasionó
el Holocausto, provocó la muerte de muchos millones de europeos no judíos.
Es, por ende, un tema central para toda la civilización, y en particular para la
civilización europea; es la forma más extrema de genocidio que se ha
conocido, repito, no porque las víctimas sufrieran más que otras víctimas de
otros genocidios, sino por sus motivos y su índole sin precedentes, y por el
impacto global que sigue teniendo como paradigma del genocidio. Es de
suma importancia para todos, y por eso es que lo enseñamos.
Cuando abordamos el Holocausto, los educadores solemos hablar de tres
grupos de personas: los perpetradores, las víctimas y los observadores
pasivos. Esto es problemático porque son categorías no del todo precisas que
suelen solaparse o tener límites poco nítidos. Por ejemplo,
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