EL CARÁCTER DEL OBRERO DE DIOS.
Enviado por gdvanegas • 2 de Julio de 2016 • Resumen • 1.627 Palabras (7 Páginas) • 320 Visitas
TEMA: EL CARÁCTER DEL OBRERO DE DIOS
Saber escuchar
“Por, esto, mis hermano, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarse”.
Muchas veces, cuando un hermano se acerca a nosotros solicitando nuestro consejo, no dejamos que se expliquen; sacamos conclusiones sin siquiera haber escuchado cuál es su verdadero problema.
Hay tres tipos de lenguaje
1. Las palabras que está diciendo.
2. Las palabras que está reprimiendo.
3. Las palabras que no puede decir porque se esconden en su espíritu.
Nuestra mente debe estar fresca y nuestro espíritu en calma para escuchar lo que alguien dice. Muchas veces solo estamos pensando en lo que nosotros queremos comunicarle y solo estamos esperando la oportunidad de interrumpir para ser nosotros los escuchados.
“Es más fácil para un médico que busca aliviar los dolores de quienes acuden a su clínica, pues posee un laboratorio en el cual efectuar un análisis que lo ayudará en el diagnóstico de los diversos casos, mientras que el obrero cristiano debe emitir su diagnóstico sin tal ayuda”.
-Aprender a oír
El obrero de Dios debe tener un espíritu tranquilo y estar siempre dispuesto a escuchar a su prójimo. Escuchar con atención significa también saber guardar silencio, no interrumpir al que nos pide consejo o expone alguna situación.
Debemos orar a Dios para pedirle claridad y sabiduría. Es preciso saber interpretar lo que el otro nos está diciendo. Las palabras tienen un significado explícito y un significado implícito. El significado explícito es el literal y el implícito es lo que se dice entre líneas.
Para ayudar a alguien, para comprenderlo cabalmente, el obrero de Dios debe tener el discernimiento para escuchar lo que dice y descifrar lo que no dice; lo que se esconde detrás de sus palabras. Hay palabras que se esconden en el espíritu.
El ser un buen oyente es un hábito, se ejercita con la práctica y la disciplina.
-Despojémonos de los prejuicios
¿Cómo podemos comprender al prójimo? Vivimos en un mundo diverso debemos aceptar y tener siempre presente que somos seres humanos únicos. Cada uno de nosotros vive diferentes circunstancias y se desarrolla en contextos infinitos. Entonces, no es posible comprender al otro basándonos simplemente en nuestras propias experiencias, basándonos solamente en nuestros deseos y expectativas; en nuestros prejuicios.
Un prejuicio, como su nombre lo indica, es un juicio previo, sin fundamentos, fabricado gracias a nuestras creencias e ignorancia.
Lo primero que debemos hacer antes de escuchar a alguien es despojarnos de nuestros prejuicios. No somos quien para juzgar a nadie. Debemos ver a los demás a través de un cristal transparente, no a través de un sucio vidrio que nos impida apreciar a alguien tal cual es.
Aprender a ponernos en los zapatos del otro, compartir su sentimiento, ver el mundo desde donde el lo ve pidiéndole a Dios la sabiduría para no hablar de más y para no interpretar lo que no es, son características esenciales del obrero de Dios. Solo así podemos servir.
-Instrumentos en manos de Dios
Lo anterior se logra tomando en cuenta que un obrero de Dios es uno de los instrumentos que Dios utiliza para actuar sobre sus hijos.
La oración sirve para conseguir paz interior al pedirle a Dios la serenidad para ser la guía del otro.
Debe amar a toda la humanidad
“El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor...” (Proverbios 17:5)
El amor al prójimo es una característica esencial en la vida del obrero de Dios. Ninguna persona que sienta desprecio por alguno de los hijos de Dios es apta para servirlo. El hijo de Dios tomó el cuerpo de un hombre y amó a todos sus semejantes, no juzgo y se puso al servicio de la humanidad.
¿Quiénes somos nosotros para discriminar si Cristo se interesó por toda la humanidad? Sin respeto y aceptación hacia el otro no se puede practicar la palabra del señor. Nuestra atención y servicio debe ser para todos y el amor al prójimo, sin importar sus condiciones hará de nosotros un buen líder.
Un líder que no ama a su prójimo es un tirano. Todos somos pecadores y lo único que diferencia al obrero de Dios es que su espíritu es salvo, ha sido perdonado. Por eso, su objetivo es salvar a más almas. Ser pescador de hombres. Cada ser humano posee un alma con un inmenso potencial que hay que amar y valorar. Al despreciar un alma se desobedece el deseo de Dios, se desperdicia una oportunidad de salvación.
-Valorar a todos por igual
Todos los hombres son creados por Dios y todos merecen ser amados. El hombre es el punto central del plan de Dios. Dios está interesado en el hombre, se compadece de el y lo valora.
“De tal manera amó Dios al mundo” (Juan 3:16) Entonces, como puedes desinteresarte de lo que Dios más ama que son todos sus hijos? Si amas a alguien solamente después de que se convierte en un hermano cristiano, tu actitud es completamente distinta a la del Señor y, por lo tanto, no puedes servir a Dios. El corazón del obrero de Dios debe ensancharse.
-Servir
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