El Alma
Enviado por ojperea • 24 de Marzo de 2014 • Tesina • 3.661 Palabras (15 Páginas) • 263 Visitas
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ALMA
El uso dado en el contexto bíblico a los términos originales (heb. né·fesch [
?]; gr. psy·kje [
?]) muestra que la palabra "alma" se refería tanto a una persona como a un animal o a la vida que hay en ambos.
Sin embargo, la idea que la palabra "alma" comunica hoy a la mayoría de la gente no concuerda con el significado de los términos hebreo y griego que emplearon los escritores bíblicos inspirados. Este es un hecho cada vez más reconocido. Ya en 1897, después de un análisis detallado del uso de né·fesch, el profesor C. A. Briggs hizo la siguiente observación en el Journal of Biblical Literature (vol. 16, pág. 30): "El uso que en la actualidad se le da en inglés a la palabra alma por lo general transmite un significado muy diferente de
? [né·fesch] en hebreo, y es fácil que el lector incauto la interprete mal". Lo mismo pudiera decirse respecto al uso de la palabra "alma" en nuestro idioma.
Más recientemente, cuando la Sociedad de Publicaciones Judías de América editó una nueva traducción de la Torá —los cinco primeros libros de la Biblia—, el jefe de redacción, H. M. Orlinsky, de la universidad Hebrew Union, dijo que la palabra "alma" casi se había eliminado de dicha traducción porque "la palabra hebrea que se trata aquí es 'nefesch'". Añadió que 'otros traductores habían interpretado que esta significa "alma", algo completamente inexacto. La Biblia no dice que tengamos un alma. "Nefesch" es la persona misma, su necesidad de alimentarse, la mismísima sangre de sus venas, su propio ser'. (The New York Times, 12 de octubre de 1962.)
¿Cuál es el origen de la doctrina de la invisibilidad e inmortalidad del alma humana?
La dificultad estriba en que los significados que se suelen atribuir a la palabra "alma" no se derivan principalmente de las Escrituras Hebreas o de las Griegas Cristianas, sino de la antigua filosofía griega, que en realidad es pensamiento religioso pagano. El filósofo griego Platón, por ejemplo, puso en boca de Sócrates las siguientes palabras: "El alma, [...] que se separa pura, sin arrastrar nada del cuerpo, [...] se va hacia lo que es semejante a ella, lo invisible, lo divino, inmortal y sabio, y al llegar allí está a su alcance ser feliz, apartada de errores, insensateces, terrores, [...] y de todos los demás males humanos, [...] para pasar de verdad el resto del tiempo en compañía de los dioses". (Fedón, 80 d, e; 81 a.)
En contraste directo con la enseñanza griega de que psy·kjé (alma) es inmaterial, intangible, invisible e inmortal, las Escrituras muestran que cuando psy·kje y né·fesch se utilizan con respecto a las criaturas terrestres, ambas se refieren a lo que es material, tangible, visible y mortal.
La New Catholic Encyclopedia (1967, vol. 13, pág. 467) dice: "Nepes [né·fesch] es un término mucho más abarcador que nuestro vocablo 'alma', pues significa vida (Éx 21.23; Dt 19.21) y sus diversas manifestaciones vitales: respiración (Gé 35.18; Job 41.13[21]), sangre (Gé 9.4; Dt 12.23; Sl 140[141].8), deseo (2Sa 3.21; Pr 23.2). El alma en el AT [Antiguo Testamento] no significa una parte del hombre, sino el hombre completo: el hombre como ser viviente. De manera similar, en el NT [Nuevo Testamento] significa la vida humana: la vida de la persona, el sujeto consciente (Mt 2.20; 6.25; Lu 12.22-23; 14.26; Jn 10.11, 15, 17; 13.37)".
La traducción católica romana The New American Bible, en su "Glosario de términos de la teología bíblica" (págs. 27, 28), dice: "En el Nuevo Testamento, 'salvar uno su alma' (Mr 8:35) no significa salvar alguna parte 'espiritual' del hombre, como algo en oposición a su 'cuerpo' (en el sentido platónico), sino a la persona completa, destacando el hecho de que la persona vive, desea, ama y ejerce su voluntad, etc., además de ser algo concreto y físico" (publicada por P. J. Kenedy & Sons, Nueva York, 1970).
Né·fesch viene de una raíz que significa "respirar", y en un sentido literal se podría traducir como "un respirador". El Lexicon in Veteris Testamenti Libros (de Koehler y Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 627) la define como "la sustancia que respira, que hace del hombre y del animal seres vivientes Gé 1:20, el alma (estrictamente diferente de la noción griega del alma), el asiento de la cual es la sangre Gé 1:94f; Le 17:11; Dt 12:23: (249 veces) [...] alma = ser viviente, individuo, persona".
La palabra griega psy·kje se define en los léxicos griego-inglés como "vida", y "el ser o la personalidad consciente como centro de las emociones, deseos y afectos", "un ser vivo", y esos léxicos muestran que ese término se usó para referirse a "animales" no solo en la Biblia, sino en obras griegas. Por supuesto, como esas fuentes tratan principalmente de los escritos griegos clásicos, también incluyen todos los significados que los filósofos griegos paganos dieron a esa palabra, como: "espíritu difunto", "el alma inmortal e inmaterial", "el espíritu del universo" y "el principio inmaterial del movimiento y la vida". Seguramente, el término psy·kje también se aplicaba a la "mariposa" o "polilla", criaturas que experimentan una metamorfosis, transformándose de oruga en criatura alada, debido a que algunos de los filósofos paganos enseñaron que el alma salía del cuerpo al momento de morir. (Greek-English Lexicon, de Liddell y Scott, revisión de H. Jones, Oxford, 1968, págs. 2026, 2027; New Greek and English Lexicon, de Donnegan, 1836, pág. 1404.)
Los escritores griegos antiguos aplicaron psy·kje de diversas maneras inconsecuentes, pues sus filosofías personales y religiosas influían en el uso que le daban a dicho término. De Platón, a cuya filosofía se pueden atribuir (como por lo general se reconoce) las ideas comunes en cuanto al "alma", se dice: "Mientras que a veces habla de una de las [supuestas] tres partes del alma, la 'inteligente', como una necesariamente inmortal, mientras que las otras dos son mortales, también habla como si hubiera dos almas en un cuerpo: una inmortal y divina, y otra mortal". ("Thoughts on the Tripartite Theory of Human Nature", de A. McCaig, en The Evangelical Quarterly, Londres, 1931, vol. 3, pág. 121.)
En vista de esta inconsecuencia en los escritos no bíblicos, es imprescindible dejar que las Escrituras hablen por sí mismas, mostrando lo que los escritores inspirados querían decir cuando utilizaban el término griego
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