El punto de vista bíblico Cómo evitar los peligros de Internet
Enviado por belnoriko • 20 de Septiembre de 2014 • Síntesis • 2.029 Palabras (9 Páginas) • 255 Visitas
El punto de vista bíblico Cómo evitar los peligros de Internet
11 de septiembre de 2011 a la(s) 15:34
UN AGRICULTOR de una remota aldea de la India consulta el precio de la soja en Chicago (EE.UU.) para saber cuándo vender su cosecha. En ese preciso instante, mientras una señora jubilada sonríe al leer un mensaje electrónico de su nieto, un turista averigua el tiempo que hace en su lugar de destino y una madre encuentra información útil para las tareas escolares de su hijo. Todos ellos han acudido al mismo lugar: Internet. Con unos seiscientos millones de usuarios por todo el mundo, la Red ha transformado radicalmente la forma de comunicarnos y hacer negocios.
Es sobre todo entre la juventud —la llamada cibergeneración— donde la aceptación es mayor. Cada vez más estudiantes prefieren informarse e investigar en la Red antes que en las bibliotecas. “En resumidas cuentas, los alumnos [...] se conectan para casi todo”, dijo Deanna L. Tillisch, directora de un estudio sobre universitarios estadounidenses en el último año de carrera. En efecto, Internet es un valioso recurso de nuestra sociedad.
Por lo general, cuanto más potente es una herramienta, más peligrosa resulta. Con una motosierra, por ejemplo, se logra hacer más trabajo que con un serrucho, pero hay que extremar el cuidado. De igual modo, la Red es un instrumento muy potente y práctico, pero debe utilizarse con cautela, pues también entraña graves riesgos. Por ello, más de cuarenta naciones miembros del Consejo de Europa han preparado un anteproyecto de tratado internacional con objeto de proteger del ciberdelito a la sociedad.
¿Por qué genera tanta inquietud este asunto? ¿Qué peligros afrontan los cristianos en particular? ¿Constituyen razón válida para dejar de usar Internet? ¿Qué consejos ofrecen las Escrituras?
Hay que ser precavidos
Hace siglos, la Biblia advirtió de los peligros que representa el sujeto que es “maestro en malignidad” y “solo piensa en hacer el mal” (Proverbios 24:8, Levoratti-Trusso). El profeta Jeremías dice que los individuos de esa clase son “hombres inicuos” cuyas “casas están llenas de engaño”. Como los pajareros, “han colocado una trampa” con la que atrapan a la gente y “ganan riquezas” (Jeremías 5:26, 27). La tecnología moderna ha dotado a los “inicuos” actuales de otro tipo de trampas con las que engañar. Analicemos algunas y veamos cómo suponen un grave peligro para el cristiano.
La pornografía en Internet genera 2.500 millones de dólares anuales. En los últimos cinco años ha aumentado casi en un 1.800% el número de páginas virtuales que la difunden, al grado de ser ya más de doscientos sesenta millones, y la cifra crece a un ritmo sin precedentes. “La pornografía se está extendiendo tanto por la Red que resulta difícil no toparse con ella, lo cual aumenta las posibilidades de acabar adicto al cibersexo”, afirmó la doctora Kimberly S. Young, directora ejecutiva del Center for On-Line Addiction (centro especializado en la adicción a Internet).
Las Escrituras nos dicen que “cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo” (Santiago 1:14). Los productores de pornografía consideran que tras cada computadora hay una posible víctima, por lo que recurren a diversas tácticas para despertar en ella “su propio deseo”, es decir, “el deseo de la carne y el deseo de los ojos” (1 Juan 2:16). Su objetivo es cautivar (literalmente “atraer y atrapar con cebo”, según elDiccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo, de Vine) a internautas incautos, a quienes ‘tratan de seducir’ (Proverbios 1:10).
¡ALÉJESE DE LA PORNOGRAFÍA!
“Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es propio de personas santas.” (Efesios 5:3.)
“Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia.” (Colosenses 3:5.)
“Esto es la voluntad de Dios: [...] que cada uno de ustedes sepa tomar posesión de su propio vaso en santificación y honra, no en codicioso apetito sexual tal como el que también tienen las naciones que no conocen a Dios.” (1 Tesalonicenses 4:3-5.)
Al igual que los malvados de tiempos bíblicos, los pornógrafos suelen valerse de engaños. Se estima que en un esfuerzo por captar nuevos clientes, todos los días envían 2.000 millones de mensajes electrónicos no solicitados. A menudo llegan con títulos inofensivos, pero cuando se abren pueden desencadenar un bombardeo imparable de imágenes inmorales. Y si la víctima pide al remitente que la borre de la lista de correo, quizá se produzca un aluvión de mensajes eróticos aún mayor.
Quienes se dedican a cazar pájaros suelen colocar semillas con cuidado a lo largo del camino. Un ave, confiada, quizá empiece a picotear los deliciosos granos uno tras otro hasta que ¡clac!, salta la trampa. De igual modo, la curiosidad lleva a ciertas personas a contemplar alguna que otra escena sexual, creyendo que nadie las observa. Como encuentran excitantes las cautivadoras imágenes, vuelven a exponerse a ellas cada vez con mayor frecuencia. Aunque tal vez se sientan avergonzadas y culpables, con el tiempo el impacto inicial se disipa por completo. Para quienes sienten atracción por la pornografía, Internet es como un fertilizante que hace que los deseos se conviertan rápidamente en pecados (Santiago 1:15). Tales personas van desarrollando “un ‘lado oscuro’ caracterizado por una lujuria solitaria carente de valores”, afirma Victor Cline, psicólogo clínico que ha tratado a centenares de pacientes que han caído en este lazo.
Los peligros de las salas de charla
Además del tiempo que consumen, las salas de charla de Internet están cada vez más vinculadas a las rupturas familiares. Frustrado porque su esposa permanecía en línea durante largas sesiones, cierto marido escribió: “Después del trabajo se pasa más de cinco horas conectada. Nuestro matrimonio se está resintiendo”. En efecto, los ratos que se dedican a la Red no se pasan con el cónyuge o la familia.
Angela Sibson, jefa ejecutiva de Relate, organización dedicada a la asesoría matrimonial, dijo que Internet “es un puente a otras relaciones, las cuales pudieran ser tan intensas que destruyan las actuales”. Lo que comienza como una conversación cordial en un canal de charla se convierte rápidamente
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