Espejismo De Dios
Enviado por • 14 de Septiembre de 2013 • 1.780 Palabras (8 Páginas) • 366 Visitas
Cap. 1. Un profundo religioso no creyente[editar · editar fuente]
Dawkins comienza observando que algunos comentaristas han encontrado su entusiasmo por la ciencia hasta ser casi religiosos, pero se pregunta: «¿Es “religión” una buena palabra para esto?». La sobrecogedora complejidad de la naturaleza es lo que él llama «religión einsteiniana», refiriéndose al uso que Albert Einstein hacía de la palabra «Dios» como una metáfora para la naturaleza de los misterios del universo. Sin embargo, lamenta que muchos científicos usen la palabra «Dios» en su sentido panteísta y poético7 debido a la confusión que esto causa.
En su lugar, focaliza su crítica en la creencia de un «creador sobrenatural que es apropiado para ser adorado por nosotros»8 Mientras que Dawkins tiene respeto por la religión einsteiniana, no muestra respeto por la religión convencional. Mantiene que a la religión le ha sido dada una privilegiada e inmerecida inmunidad contra las críticas, citando a Douglas Adams para ilustrar esta opinión:
La religión [...] tiene ciertas ideas de lo que nosotros llamamos sagrado o santo o lo que sea. Esto significa que «aquí tienes una idea o una noción a la que no se te está permitido decir nada malo acerca de ella; tan sólo NO PUEDES. ¿Por qué no? ¡Porque no! Si alguien vota por un partido con el que no estás de acuerdo, eres libre para discutir todo lo que quieras. Todo el mundo ha tenido una discusión alguna vez, pero nadie se siente agraviado por ello. Pero en cambio si alguien te dice: «Yo no voy a pulsar un interruptor de la luz un día sábado», tienes que responder: «Yo respeto eso».9
Dawkins prosigue con una lista de ejemplos en los que la religión tiene un estatus privilegiado, como la facilidad para ganar el estado de objetor de conciencia; el uso de eufemismos para los conflictos religiosos; excepciones varias de la ley; y la polémica de las caricaturas de Mahoma
Cap. 2. La hipótesis de Dios[editar · editar fuente]
Dawkins comienza el capítulo 2 describiendo a Yahvéh, el dios del Antiguo Testamento como «posiblemente el personaje más desagradable de toda la ficción. Celoso y orgulloso de ello, un mezquino, injusto e implacable enloquecido fuera de control, un vengativo limpiador étnico sediento de sangre, un misógino, homófobo, racista, infanticida, genocida, filicida, repartidor de plagas, megalómano, sadomasoquista, caprichoso y malévolo matón».10
Continúa sugiriendo que la hipótesis de Dios («existe una inteligencia supernatural y superhumana quien deliberadamente diseña y crea el universo y todo lo que hay en él, incluyéndonos a nosotros»11 ) es «una hipótesis científica como cualquier otra»,12 una que debe ser tratada con el mismo escepticismo que cualquier otra hipótesis. Dawkins cree que el concepto de Stephen Jay Gould de non-overlapping magisteria (‘magisterios no superpuestos’, es decir, la idea de que una coexistencia entre ciencia y religión es posible puesto que se ocupan de áreas diferentes) no puede ser usado para defender a los teólogos de las críticas por parte de los científicos. El agnosticismo imparcial implicaría que no se puede decir nada acerca de la probabilidad de la existencia de Dios, una posición que Dawkins sugiere que es incorrecta.
Dawkins además argumenta, siguiendo a Bertrand Russell (1872-1970), que aunque «no se puede refutar la existencia de Dios»13 también es imposible refutar la existencia de la Tetera de Russell, los unicornios, el Monstruo Spaghetti Volador y el Ratoncito Pérez. Por lo tanto la incapacidad para refutar la existencia de Dios no nos suministra una razón positiva para creer. Más bien, Dawkins argumenta que el deber de la prueba está por encima de la defensa de la existencia de Dios.
Cap. 3. Argumentos a favor de la existencia de Dios[editar · editar fuente]
En el capítulo 3, Dawkins enfoca su atención hacia los principales argumentos filosóficos en favor de la existencia de Dios. Discute las «cinco vías» de santo Tomás de Aquino, argumentando que las tres primeras están todas basadas en regresiones infinitas y «es debido a que claramente no significa que Dios provea un exterminador natural a las regresiones».14 Sugiere que la cuarta vía de Tomás de Aquino, la vía de los grados de perfección, es «fatua» con el objetivo de la objeción de recargo de un «preeminente canalla sin igual».15 Reserva la quinta vía, Vía del orden cósmico, para una posterior discusión en el siguiente capítulo, lo que él considera su refutación definitiva.
También reduce el argumento ontológico de Anselmo de Canterbury a «lenguaje de patio de colegio»16 y esencialmente emplea los reparos estándar ya utilizados por Immanuel Kant (1724-1804). Además descarta el argumento de la belleza como «no explicado por sus defensores». Sobre el argumento de experiencia religiosa apunta que algunas de estas son ilusiones debidas a la fuerte complejidad de la mente humana como simulador. Sobre los argumentos de las Escrituras sugiere que «los Evangelios son ficción antigua» y son históricamente inexactos. Sobre el argumento de «admirados científicos religiosos», apunta que son una minoría. En lo relativo a la apuesta de Pascal (si uno es ateo pero Dios no existe no sucederá nada, pero si uno es ateo y Dios existe, uno irá al infierno), Dawkins cuestiona las suposiciones de que uno simplemente decide creer y Dios recompensa la fe más que la virtud o la búsqueda de la verdad, y se pregunta si Dios no respetaría a Bertrand Russell por su valiente escepticismo mucho más que lo que respetaría a Blaise Pascal por su cobarde evasiva17
Finalmente aborda los argumentos
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