FUTBOL SALA EN VENEZUELA
Enviado por librarian2012 • 19 de Abril de 2012 • 485 Palabras (2 Páginas) • 980 Visitas
Inspírate en el Amor de Dios y Descubrirás que No Estamos Solos
Una vida basada en la inspiración es todo lo contrario del miedo y la obligación. Esto significa vivir basado en el Amor y la Alegría. Todo tu mundo a tu alrededor va a cambiar una vez que llegas a esa etapa y no habrá más esa sensación de vacío. ¿Por qué nos sentimos vacíos y solitarios a menudo de todos modos? Debido a que en nuestro sistema de creencias nos aferramos a la idea de que somos seres separados, desconectados. Eso es lo que llamamos nuestra "realidad". De ninguna manera estamos "desconectados", de hecho todos estamos conectados entre sí y, por supuesto, estamos conectados a la "Fuente de Energía-", a todo lo que es o en otras palabras a Dios.
Dios está en nosotros, esta energía nos da fuerza. No pasará mucho tiempo hasta que la mayoría se den cuenta y sus conciencias despierten en Dios. Es como volver a nacer cuando se descubre a Dios dentro de ti. Usted se descubre este auténtico poder. Se trata de un proceso de aprendizaje, el despertar toma tiempo.
Jesús dijo: "Si liberas lo que está dentro de ti, lo que liberes te salvará. Si no sacas lo que hay dentro de ti, lo que no saques te destruirá. "Viejos dolores, las creencias erróneas de adultos, sentimientos de vergüenza, culpas, etc pesan sobre nosotros, robándonos nuestra vitalidad, nuestra alegría, nuestra salud y nuestros impulsos creativos naturales. Lo que tenemos en cambio es la oscuridad de la negación y el olvido, que son energías que nos perjudican. Esta energía reprimida empieza a trabajar en contra de nosotros y se cristaliza en situaciones tales como la mala salud, relaciones destructivas, o la pobreza, entre otras.
Un verdadero devoto de Dios Paramahansa Yogananda, recogió hermosamente el sentimiento de buscar en nuestro interior a nuestro Creador y como vivir la vida pensando en Él, en un poema titulado DIOS, DIOS, DIOS.
¡Dios! ¡Dios! ¡Dios!
POR PARAMAHANSA YOGANANDA
Desde las profundidades de mi dormitar,
al ascender la escalera espiral del despertar, susurro:
¡Dios! ¡Dios! ¡Dios!
Tú eres el alimento, y cuando gusto tu Ser,
rompiendo el ayuno de nuestra nocturna separación,
mentalmente canto:
¡Dios! ¡Dios! ¡Dios!
No importa adonde vaya,
el foco de mi mente se vuelve eternamente hacia Ti.
Y, en medio del campo de batalla de la actividad,
mi silente grito de guerra es siempre:
¡Dios! ¡Dios! ¡Dios!
Cuando la salvaje tempestad de las tribulaciones resuena,
cuando las preocupaciones aúllan ante mí,
ahogo su clamor, cantando en alta voz:
¡Dios! ¡Dios! ¡Dios!
Cuando mi mente borda ensueños con los kilos de los recuerdos,
en aquella mágica tela, un nombre imprimo:
...