Jesus. Predicador judío fundador de la religión cristiana.
Enviado por gregori go • 6 de Abril de 2016 • Ensayo • 1.170 Palabras (5 Páginas) • 290 Visitas
Jesús
Predicador judío fundador de la religión cristiana. El nombre de Cristo significa en griego el ungido y viene a ser un título equivalente al de Mesías.
La vida de Jesús está narrada en los Evangelios redactados por algunos de los primeros cristianos. Establecidos en Nazaret, sus padres, José y María, se encontraban accidentalmente en Belén para inscribirse en un censo de población cuando nació Jesús. El relato evangélico rodea el nacimiento de Jesús de una serie de prodigios que forman parte de la fe cristiana, como la genealogía que le hace descender del rey David, la virginidad de María, la anunciación del acontecimiento por un ángel y la adoración del recién nacido por los pastores y por unos astrónomos de Oriente.
Aunque la civilización cristiana fijó la cuenta de los años a partir del supuesto momento de su nacimiento se sabe que en realidad nació un poco antes, pues fue en tiempos del rey Herodes, que murió en el año 4 a.C. Fueron precisamente las persecuciones de Herodes las que llevaron a la humilde familia, después de la circuncisión de Jesús, a refugiarse temporalmente en Egipto hasta que el fallecimiento del monarca les permitió regresar. Por lo demás, la infancia de Jesucristo transcurrió con normalidad en Nazaret, donde su padre trabajaba de carpintero.
Jesús amó como nosotros amamos, y sufrió como nosotros sufrimos. Sintió hambre, sed, cansancio, sueño, como los sentimos nosotros. Tuvo anhelos y deseos como nosotros los tenemos. Experimentó el miedo y la angustia, como nosotros los experimentamos; en fin. Los evangelistas no tuvieron ningún reparo en constatarlo con total claridad:
“A la mañana temprano, mientras regresaba a la ciudad, Jesús tuvo hambre. Al ver una higuera cerca del camino, se acercó a ella, pero no encontró más que hojas.” (Mateo 21, 18-19).
“Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber” (Juan 4, 6-7).
“Jesús, al ver llorar a María, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: “¿Dónde lo pusieron?”. Le respondieron: “Ven, Señor, y lo verás”. Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: “¡Cómo lo amaba!” (Juan 11, 33-36).
“Jesús se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba: “Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”…. En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo” (Lucas 22, 41-42.44).
“Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: “¡Tengo sed!”. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre, dijo Jesús: “Todo se ha cumplido”. E inclinando la cabeza, entregó su espíritu”. (Juan 19, 28-30).
Hacia los treinta años inició Jesucristo su breve actividad pública incorporándose a las predicaciones de su primo Juan el Bautista. Tras escuchar sus sermones, Jesús se hizo bautizar en el río Jordán, momento en que Juan lo señaló como encarnación del Mesías prometido por Dios a Abraham. Juan, que había censurado las escandalosas segundas nupcias de Herodías con Herodes, hijo y sucesor del rey Herodes, fue pronto detenido y luego decapitado a instigación de Herodías y de su hija Salomé.
Tras el bautismo y un retiro de cuarenta días en el desierto, Jesucristo comenzó su predicación. Se dirigió fundamentalmente a las masas populares, entre las cuales reclutó un grupo de doce apóstoles, con los que recorrió Palestina. Predicaba una revisión de la religión judía basada en el amor al prójimo, el desprendimiento de los bienes materiales, el perdón y la esperanza de vida eterna; el llamado Sermón de la montaña, con sus admirables bienaventuranzas, es la mejor síntesis de su mensaje.
Su enseñanza sencilla y poética, salpicada de parábolas y anunciando un futuro de salvación para los humildes, halló un cierto eco entre los pobres. Su popularidad se acrecentó cuando corrieron noticias sobre los milagros que le atribuían sus seguidores, considerados como prueba de los poderes sobrenaturales de Jesucristo. Esta popularidad, unida a sus acusaciones directas contra la hipocresía moral de los fariseos, acabó por preocupar a los sacerdotes y autoridades judías.
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