LA COMUNIÓN DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS EN LA IGLESIA
Enviado por 1656 • 19 de Abril de 2015 • 831 Palabras (4 Páginas) • 226 Visitas
Llamados a vivir en comunión
157. Al recibir la fe y el bautismo, los cristianos acogemos la acción del Espíritu Santo que lleva a
confesar a Jesús como Hijo de Dios y a llamar a Dios “Abba”. Todos los bautizados y bautizadas
de América Latina y El Caribe “a través del sacerdocio común del Pueblo de Dios”66, estamos
llamados a vivir y transmitir la comunión con la Trinidad, pues “la evangelización es un llamado
a la participación de la comunión trinitaria”67.
158. Al igual que las primeras comunidades de cristianos, hoy nos reunimos asiduamente para
“escuchar la enseñanza de los apóstoles, vivir unidos y participar en la fracción del pan y en las
oraciones” (Hch 2, 42). La comunión de la Iglesia se nutre con el Pan de la Palabra de Dios y con
el Pan del Cuerpo de Cristo. La Eucaristía, participación de todos en el mismo Pan de Vida y en
el mismo Cáliz de Salvación, nos hace miembros del mismo Cuerpo (cf. 1Cor 10, 17). Ella es
fuente y culmen de la vida cristiana68, su expresión más perfecta y el alimento de la vida en
comunión. En la Eucaristía se nutren las nuevas relaciones evangélicas que surgen de ser hijos e
hijas del Padre y hermanos y hermanas en Cristo. La Iglesia que la celebra es “casa y escuela de
comunión”69 donde los discípulos comparten la misma fe, esperanza y amor al servicio de la
misión evangelizadora.
159. La Iglesia, como “comunidad de amor”70, está llamada a reflejar la gloria del amor de Dios que es
comunión y así atraer a las personas y a los pueblos hacia Cristo. En el ejercicio de la unidad
querida por Jesús, los hombres y mujeres de nuestro tiempo se sienten convocados y recorren la
hermosa aventura de la fe. “Que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea”
(Jn 17, 21). La Iglesia crece no por proselitismo sino “por ‘atracción’: como Cristo ‘atrae todo a
sí’ con la fuerza de su amor”71. La Iglesia “atrae” cuando vive en comunión, pues los discípulos
de Jesús serán reconocidos si se aman los unos a los otros como Él nos amó (cf. Rm 12, 4-13; Jn
13, 34).
6.2 El proceso de formación de los discípulos misioneros
276. La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo en América Latina
y El Caribe, requieren una clara y decidida opción por la formación de los miembros de nuestras
comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen en la
Iglesia. Miramos a Jesús, el Maestro que formó personalmente a sus apóstoles y discípulos.
Cristo nos da el método: “Vengan y vean” (Jn 1, 39), “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
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