LA OBRA SANADORA DEL TEOTERAPISTA
Enviado por alejasalazarbeni • 7 de Diciembre de 2012 • 1.401 Palabras (6 Páginas) • 659 Visitas
“LA BENDICION COMO FRUTO DE EXPERIMENTAR LA VERDADERA TEOTERAPA.”
LA OBRA SANADORA DEL TEOTERAPISTA POR EXCELENCIA: JESUCRISTO.
INTRODUCCION:
La Teoterapia es agua de vida, es la acción del amor de Dios al ser humano que reconoce su necesidad y se dispone a recibir el tratamiento y medicina.
La Teoterapia es ver el desierto convertirse en campo verde, por la acción de la primavera: DIOS.
La mano de Dios, la mano sanadora avanza como la primavera produciendo en nuestra vida un nuevo color. Nuestro interior, por la acción del Espíritu Santo, aparece ahora adornado de esperanza.
LAS HERIDAS EN LAS ENTREPIELES DEL ALMA:
Quizás batallen en nuestra alma numerosos conflictos que pretenden someter nuestra vida a una permanente búsqueda de paz.
Recordemos JUAN 4:14
Aquí nos habla el origen y dador de la vida Jesucristo como Fuente de Agua Viva, nos da el agua maravillosa, pues es la Fuente de poder.
Sin agua la tierra no es más que un desierto árido; de igual manera, el agua purifica a las personas y quita las manchas adquiridas a lo largo de los contactos cotidianos. Al mismo tiempo, es vivificadora y purificadora.
El que bebiere, el que se disponga el que se acerque a esta particular agua de vida, jamás experimentará sed, necesidad, apetito o deseo ardiente de nada.
Beber significa tomar el agua, dejar que el agua penetre en nuestro interior, refrescándolo y Jesucristo se convertirá para nuestra vida en manantial surtidor, que nos hará levantar por encima del dolor y del conflicto, con impulso, con ímpetu, con ligereza.
En el corazón humano hay una sed de algo que sólo Jesucristo puede satisfacer, en todo ser humano hay ese anhelo insatisfecho ese vago descontento, ese algo que falta, esa frustración.
San Agustín decía: “Tenemos el corazón inquieto hasta que encontramos el reposo en Ti.”
La Teoterapia es el tratamiento de Dios al hombre, y es importante la disposición de este último para recibirlo.
Ejemplo del programa Intervención de A&E Mundo.
Una labor de ayuda no dependerá por completo de las características del consejero, si el que busca ayuda no está interesado en un cambio de vida.
En la Teoterapia, la persona que enfrenta nuestras necesidades no es un ser natural, es uno que opera en el terreno de lo sobrenatural: Jesucristo, el teoterapista por excelencia.
El Espíritu Santo es el consejero, y actúa desde nuestro espíritu, operando sanidad en todos los síntomas y desajustes de la personalidad.
LA SALUD BROTA A TRAVES DE UNA HENDIDURA EN EL TERRENO
Nuestro ser esta compuesto por tres dimensiones fundamentales: Espíritu, alma y cuerpo. (1 Tes 5:23)
El Espíritu: junto con el alma, corresponde a la parte inmaterial del hombre, donde residen las facultades que le permiten percibir el mundo espiritual y le hacen consiente de Dios y de sus manifestaciones.
Es en el Espíritu donde se manifiesta el Espíritu de Dios con toda su avasalladora fuerza creadora de vida; y es a través de la comunión y comunicación con Él, como tenemos la experiencia de salud que necesitamos.
En el Espíritu se dan tres funciones básicas: la intuición, la conciencia y la comunión, las cuales permiten que nuestra relación con el Creador sea en extremo benéfica, obteniendo así el alivio y transformación que necesitamos.
En el Alma: podemos identificar la segunda gran dimensión de nuestro ser; en ella habitan los pensamientos, sentimientos y la voluntad. Allí se generan los conflictos cuando el espíritu no tiene comunión y comunicación con la fuente de Vida.
Estos conflictos tales como la hostilidad, la ansiedad, las dudas, los temores, etc aparecen como si fueran gigantescos cardos y espinas en un árido desierto.
El cardo es una planta muy resistente, capaz de crecer en lugares que desafían a otras plantas más débiles, se protege además con una tupida cubierta de espinas y hojas con pinchos.
La tercera dimensión de nuestra vida es el cuerpo, que asimila como esponja los conflictos y reacciona con enfermedades de diversas índoles. (Dolores de cabeza, úlceras, dolores de estómago, gastritis, taquicardia, alteraciones dérmicas, etc.)
Una vez que hemos bebido del Agua Divina y hemos invitado a Jesucristo a nuestra vida, Él inunda nuestro interior con su “Agua
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