LSANCHEZ119
Enviado por LSANCHEZ119 • 14 de Octubre de 2014 • 3.738 Palabras (15 Páginas) • 175 Visitas
La palabra adventus significa venida, advenimiento. Proviene del verbo «venir».
Es utilizada en el lenguaje pagano para indicar el adventus de la divinidad: su
venida periódica y su presencia teofánica en el recinto sagrado del templo. En
este sentido, la palabra adventus viene a significar «retorno» y «aniversario».
También se utiliza la expresión para designar la entrada triunfal del emperador:
Adventus divi. En el lenguaje cristiano primitivo, con la expresión adventus se
hace referencia a la última venida del Señor, a su vuelta gloriosa y definitiva.
Pero en seguida, al aparecer las fiestas de navidad y epifania, adventus sirvió
para significar la venida del Señor en la humildad de nuestra carne. De este
modo la venida del Señor en Belén y su última venida se contemplan dentro de
una visión unitaria, no como dos venidas distintas, sino como una sola y única
venida, desdoblada en etapas distintas. Aun cuando la expresión haga
referencia directa a la venida del Señor, con la palabra adventus la liturgia se
refiere a un tiempo de preparación que precede a las fiestas de navidad y
epifanía. Es curiosa la definición del adviento que nos ofrece en el siglo IX
Amalario de Metz: «Praeparatio adventus Domini». En este texto el autor
mantiene el doble sentido de la palabra: venida del Señor y preparación a la
venida del Señor. Esto indica que el contenido de la fiesta ha servido para
designar el tiempo de preparación que la precede.
1. Ilustración Historica
La historia de este período de tiempo es sencilla. Parece fuera de discusión el
origen occidental del adviento. A medida que las fiestas de navidad y epifanía
iban cobrando, en el marco del año litúrgico, una mayor relevancia, en esa
misma medida fue configurándose como una necesidad vital la existencia de un
breve periodo de preparación que evocara, al mismo tiempo, la larga espera
mesiánica. Habría que considerar también un cierto mimetismo litúrgico que
invitaría a plasmar aquí lo que la cuaresma es a pascua. Más aún, la posible
celebración del bautismo vinculada por algunas Iglesias de occidente a epifanía,
especialmente en Galia y España, motivaría también la institución de un tiempo
de preparación catecumenal. Este último hecho, expresado aquí en términos de
hipótesis, explicaría por qué el adviento aparece primeramente en Galia y en
España no como preparación a la solemnidad del 25 de diciembre, sino como
preparación a la fiesta de epifanía.
Al principio ni siquiera se llama adviento. Es un tiempo de preparación a la
fiesta de epifanía que dura tres semanas. Hay que anotar, sin embargo, que de
esta primera fase original no se encuentra ningún rastro en los libros litúrgicos
más antiguos. Más aún, estas tres semanas de preparación habría que
entenderlas en el marco de la piedad y de la ascesis cristiana, al margen de
estructuras litúrgicas consolidadas y estables, bien como acompañamiento de la
comunidad a quienes se preparaban al bautismo, o bien como reacción contra
los saturnales paganos, que tenían lugar precisamente durante esos días. A
finales del siglo V comienza a dibujarse en Galia una nueva imagen del
adviento. No se trata ya de tres semanas, sino de un largo período de cuarenta
días que daba comienzo a partir del día de san Martín (15 de noviembre) y se
prolongaba hasta el día de navidad. Se trataba, pues, de una verdadera
«cuaresma de invierno» o, como prefieren otros, «cuaresma de san Martín». En
España, la evolución del adviento se orienta en el mismo sentido. Los libros
litúrgicos, que reflejan la liturgia hispana del siglo VII, nos ofrecen un adviento
de treinta y nueve días. Comenzaba el día de san Acisclo (17 de noviembre) y
terminaba el día de navidad'.
A pesar de las evidentes afinidades entre la cuaresma y este adviento de
cuarenta días, sería un error interpretar ambos períodos de tiempo con el
mismo patrón. En ambos casos se trata de un período de preparación. Pero en
adviento la práctica penitencial del ayuno no tuvo jamás la relevancia que tenía
en cuaresma. Adviento, en esta segunda fase, venía a ser un tiempo
consagrado a una vida cristiana más intensa y más consciente, con una
asistencia más asidua a las celebraciones litúrgicas que ofrecían un marco
adecuado a la piedad cristiana.
La institución del adviento no aparece en Roma hasta mediados del siglo VI.
Los primeros testimonios los encontramos en los libros litúrgicos. Precisamente
en el Sacramentario gelasiano. En una primera fase el adviento romano incluía
seis domingos. Posteriormente, a partir de san Gregorio Magno, quedará
reducido a cuatro. Y así ha llegado a nosotros.
Originariamente, el adviento romano aparece como una preparación a la fiesta
de navidad. En ese sentido se expresan los textos litúrgicos más antiguos. A
partir del siglo VII, sin embargo, al convertirse la navidad en una fiesta más
importante, en competencia incluso con la fiesta de pascua, el adviento
adquirirá una dimensión y un enfoque nuevos. Más que un período de
preparación, polarizado en el acontecimiento natalicio, el adviento se perfilará
como un «tiempo de espera», como una celebración solemne de la esperanza
cristiana, abierta escatológicamente hacia el adventus último y definitivo del
Señor al final de los tiempos. El adviento que hoy celebra la Iglesia ha
mantenido esta doble perspectiva.
2. Espíritu y dimensión del adviento hoy
Toda la mística de la esperanza cristiana se resume y culmina en el adviento.
Por otra parte, también es cierto que la esperanza del adviento invade toda la
...