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La Fe Lo Que Es


Enviado por   •  23 de Octubre de 2012  •  9.490 Palabras (38 Páginas)  •  265 Visitas

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LA FE

LO QUE ES

Kenneth hagin

Capítulo 1

La Diferencia Entre la Fe y la Esperanza

"Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" Hebreos 11:1

La traducción del Nuevo Testamento hecha por Moffat reza así: "Pues, la fe quiere decir que tenemos la confianza de tener lo que esperamos, persuadidos de lo que no vemos". El Espíritu por medio de Pablo nos dice que la fe es el apoderarse de las ilusiones de la esperanza, para traerlas al ámbito de la realidad.

La fe, como sabemos, nace de la Palabra de Dios, como dice Romanos 10: 17: "Así que la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios". Otra traducción dice: "La fe es el instrumento de garantía que ahora es suya la cosa que anhelaba tener". Es la convicción, según el texto, de lo que no se ve. Por ejemplo, espera usted el dinero para satisfacer una deuda, pero la fe le da la seguridad de tener el dinero a tiempo. Espera usted tener las fuerzas que su trabajo requiere, pero la fe dice: "Dios, la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?" Pues, la fe dice la misma cosa que dice la Palabra de Dios.

La incredulidad se declara en contra de la Palabra de Dios. Triste es que tantos creyentes expresen la incredulidad y se pongan en contra de la Palabra de Dios. Entonces quieren saber por qué la Palabra de Dios no produce resultados en ellos. No les aprovecha porque se ponen en contra de ella. Si quiere que la Palabra de Dios le beneficie, concuerde con ella.

El mejor modo de averiguar lo que algo es, es establecer lo que no es. Si sabe lo que no es, puede ver más claramente lo que es. Procedamos de ese modo.

Primeramente, fe no es esperanza. Demasiadas veces cuando se trata de recibir el Espíritu Santo, de ser sanado, o de ver contestada una oración, muchísimos meramente esperan recibir. Pero el esperar no hace nada; sólo el creer.

La fe es del presente: si no trata del presente, no es fe. "Creo que recibiré el Espíritu Santo algún día" no expresa fe, sino esperanza, porque la esperanza siempre señala algo futuro. Pero la fe es siempre de ahora. La fe dice que recibe ahora mismo, que lo tiene ahora. Necesitamos saber esto cuando queremos recibir algo de Dios. Hable así porque son las mismas reglas si se trata de recibir el Espíritu Santo, o de ser sanado, o de recibir la contestación a una oración, o de resolver un problema financiero. El principio de la fe es el mismo en cualquier esfera. Si uno puede aprender el principio de la fe, le será fácil recibir lo que busca de Dios o lo que desea recibir. Por tratar con tantos durante tantos años, yo sé bien que cuando se trata de recibir el Espíritu Santo y de ser sanado, y también de ver contestada la oración, más que suficientes son los que simplemente esperan que Dios oiga, o esperan recibir.

Me acuerdo de una campaña que tuvimos en una carpa en Waco, Texas, hace algunos años. Empezamos un domingo por la noche y prediqué sobre la salvación; el lunes hablé sobre la fe, y el martes sobre la imposición de manos. Después de dirigirme a los perdidos pasamos a imponer las manos sobre los enfermos para la sanidad, y a los creyentes para que recibiesen el Espíritu Santo. Estaban en la misma fila para ambos casos. El primero en fila quiso recibir el Espíritu Santo. Le pregunté: "¿Recibirá usted y será lleno del Espíritu Santo ahora mientras le impongo las manos y oro?"

"Hermano Hagin", me respondió, "ciertamente espero que sí. Lo espero".

"No sucederá", le dije. Se enojó, y para ayudarle añadí: "no se recibe nada de Dios por esperar; es por fe que lo recibe".

"Yo no sé si voy a recibir o no, y por eso no voy a decirlo".

"Si yo le ofreciera un billete, diría usted: ¿No sé si puedo recibirlo o no?"

"Claro que no".

"Dios le ofrece un regalo tan fácil de recibir como un billete que yo le pudiera ofrecer".

"Pues, hace mucho tiempo que busco, serán unos trece años, y hasta ahora no he recibido nada. No sé si recibiré".

Tanto se turbó que le di un abrazo y le dije: "Hermano, estoy aquí para ayudarle. No daría ningún resultado si yo impusiera las manos en su cabeza y orase por usted. Estando como está usted, por más que lo hiciera, usted no recibiría nada. Le sugiero que se siente en el primer banco para mirar y ver lo que pasa y escuchar lo que se dice, y verá la diferencia entre creer y esperar".

Oramos por varios que buscaban sanidad, y entonces llegó una señorita que deseaba recibir el Espíritu Santo. Le pregunté: "¿Es usted creyente?"

"Soy miembro de la iglesia bautista", respondió ella.

"Ya ve que pudiera pertenecer a cualquier iglesia y no ser creyente. Creyente no quiere decir ser miembro de una iglesia, sino ser nacido de nuevo".

"Sí, lo sé; yo he nacido de nuevo".

"¡Qué bien! Pero no deje que el diablo le desvíe. ¿Cree usted en el Espíritu Santo? (Sé que no todos lo creen, siendo antes yo bautista). ¿Cree usted en el bautismo del Espíritu Santo y en hablar en lenguas?"

"Claro que sí. Está en la Biblia; está en la Palabra".

"¿Recibirá usted el Espíritu Santo ahora cuando le imponga las manos en su cabeza y ore?"

"Sin duda. Oiga, sentada allí seguí cada pasaje que citó en su predicación, y allí está todo. Está en la Palabra la imposición de las manos para recibir el Espíritu Santo. Por cierto lo recibiré".

Vi que ella estaba lista. Vi la fe en acción. Extendí la mano derecha y antes de tocarla, ella levantó las manos y de hecho habló en lenguas.

Dije al señor que observaba todo: "¿Ahora ve usted lo distinto que es el creer del mero esperar que reciba el Espíritu Santo?"

"Parece que sí", me contestó.

En la noche del viernes volvió. Tuvimos imposición de manos esa noche también para los que querían ser sanados y para los que querían ser llenos del Espíritu Santo. Aquel señor fue el primero en presentarse. Le dije: "Veo que ha regresado".

"Sí", dijo, "Aquí estoy y puedo decirle que he cambiado mi esperanza por la fe. Ponga las manos sobre mí y seré lleno del Espíritu Santo ahora".

Extendí las manos, y al tocarle vi sus manos en alto, y enseguida habló en lenguas.

¡Ay! la diferencia que hace cuando uno de veras cree a Dios, y no se contenta con esperar que reciba el Espíritu Santo, o la sanidad, o la contestación de una oración, o dinero. En realidad aquel señor no había buscado nada por trece años,

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