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La Iglesia Esta Ocupada Haciendo Cualquier Otra Cosa


Enviado por   •  25 de Abril de 2013  •  2.129 Palabras (9 Páginas)  •  389 Visitas

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IGLESIA RESTAURACION PENTECOSTAL

SECTOR LA CHINATA, BARRIO 23 DE ENERO, PARTE BAJA CASA N•18

UNA FAMILIA QUE SE INTERESA EN USTED

ESTUDIO DE LIDERES PARA EVANGELIZACION

“LA GRAN COMISION EN ACCION”

INTRODUCCION

La Iglesia de Hoy está Ocupada Haciendo Cualquier Otra Cosa.

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15)

El Señor Jesús dio esta comisión a Sus discípulos después de Su resurrección y antes de Su ascensión al tercer cielo. La orden era “Predicar el evangelio.” El verbo “predicar” significa anunciar un mensaje. Es la misma palabra que se encuentra en 2 Timoteo 4:2—“Predica la Palabra.” En los tiempos antiguos los mensajes importantes eran comunicados por un heraldo. Este era el mensajero personal del Rey que proclamaba el mensaje del rey cuando la gente de la ciudad se reunía ansiosa de oír las últimas noticias. El heraldo no entregaba su propio mensaje y ciertamente que no daría sus propios puntos de vista u opiniones. El entregaba sencillamente el mensaje del rey, palabra por palabra. El no interpretaba el mensaje. No habría diferencia si acaso al heraldo le gustaba el mensaje o no le gustaba el mensaje, él tenía que entregarlo fielmente. El no podía discutir con la gente. El no argumentaba con la gente. El solamente presentaba el mensaje del rey. Pablo dijo, “porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” ¡Pobre de mí si fracaso en anunciar fielmente el mensaje de buenas nuevas del Rey!

Parece que hoy día la iglesia estuviera haciendo de todo, menos lo que el Señor nos dijo que hiciéramos. Sustituimos con nuestros programas el programa de Dios. Presentamos nuestro evangelio en vez de Su evangelio. Consideremos brevemente lo que la gran comisión de Dios no dice:

1. Vayan por todo el mundo y alimenten a los hambrientos, vistan a los desnudos, construyan hogares para los pobres y cuiden a los enfermos.

Aunque ciertamente no debemos olvidar el dolor y la pobreza y el sufrimiento que hay en el mundo, sin embargo nuestro Señor no nos encomendó el evangelio social. La solución no es que cada creyente llegue a ser como la madre Teresa. Podremos alimentar sus estómagos, pero, ¿qué habremos hecho por sus almas? Podemos curarlos de enfermedades del cuerpo, pero ¿qué habremos hecho por la incurable y mortal enfermedad del pecado (Jeremías 17:9)? ¿Qué bien les hace llegar a ser ricos por un segundo (en esta vida), pero pobres para siempre (en la eternidad)? Si cubrimos sus cuerpos con los vestidos más costosos, ¿de qué les servirá si mueren sin estar cubiertos con los vestidos de la justicia de Cristo? ¿De qué les servirá que les construyamos las casas más hermosas, si no proveemos para su hogar eterno en el cielo? ¿Qué bien les habremos hecho finalmente si solo les hemos ayudado a este lado del sepulcro?

El Ejército de Salvación está dedicado hoy casi exclusivamente al evangelio social, con poco énfasis en la salvación de almas. Es muy interesante escuchar lo que William Booth dijo hace años atrás:

William Booth, el primer general del Ejército de Salvación, que su verdadero objetivo era, no solo el mejoramiento de las condiciones sociales, sino, primero y sobre, todo llevar a los hombres al arrepentimiento para que sus almas puedan ser salvas. el brillo de sus ojos y la nobleza de su imponente figura exclamaba, “Saca a un hombre de la suciedad e inmundicia de las barriadas, cambia sus harapos por vestidos decentes, trasládalo de la asfixiante hediondez del conventillo de la ciudad a una bonita casita en el aire puro del campo, ponlo sobre sus pies económicamente donde pueda ganarse la vida decentemente para él y su familia, y luego déjalo morirse en sus pecados, inconverso y finalmente perdido para siempre—realmente no vale la pena, y yo, por mi parte, no lo intentaría.” (Citado por Harry Ironside, Except ye Repent, p.181-182).

Si cada persona en el mundo tuviese un ingreso, vivienda y alimentación adecuada; Si todos los hombres fuesen iguales; Si toda injusticia y mal social fuesen eliminados; A los hombres aún les haría falta una cosa — ¡CRISTO! J.W.Hyde.

No estamos en contra de estas instituciones de beneficencia, ni tampoco que no tenemos que seguir siendo misericordiosos, dadivosos, desprendidos cuando la gente necesite abrigo, pan, amistad. Lo que queremos decir es que esto no es la Gran Comisión, podemos hacerlo sin olvidar lo más importante, el mensaje de Salvación como centro del evangelio…

2. Vayan por todo el mundo y lleguen a ser política y socialmente activos para eliminar los grandes problemas sociales de nuestros días y para imponer en la sociedad las normas de la Biblia.

Los primeros discípulos de Cristo estaban demasiado ocupados haciendo lo que su Señor les había mandado hacer: “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hechos 8:4).

Un creciente número de cristianos se está involucrando en “activismo” social y político con el asombroso propósito de tratar de obligar a una sociedad impía a adoptar normas de conducta cristianas. “Operation Rescue” (Operación Rescate) es un ejemplo. Su fundador, Randall Terry, explica que el propósito es crear un alboroto social y por ese medio presionar al gobierno para que cambie las leyes de aborto.

No importa cuán loable sea la meta de esas tácticas, no hay en toda la Biblia un solo ejemplo de “activismo” político o social que fuera apoyado o utilizado por el pueblo de Dios. En las Escrituras hay numerosos casos de desobediencia civil (las parteras hebreas, Daniel, los tres amigos de Daniel, etc.), pero nunca se usó con el propósito de forzar a una sociedad impía a adoptar principios bíblicos.

El “activismo cristiano” involucra el sincero pero necio intento de imponer “principios cristianos” sobre una sociedad atea por un cabildeo (lobby) más efectivo, demostraciones más grandes y un alboroto social mayor que el que pueden producir los homosexuales, los que están a favor del aborto o la pornografía. Pero en vez de presionar a los inconversos a que vivan como santos, debemos ganarlos para Cristo para que puedan vivir totalmente para Dios.

Debemos denunciar el pecado, llamar al arrepentimiento y anunciar el evangelio con poder de convicción. Sí, los cristianos deben llamar al arrepentimiento de la homosexualidad, del abuso infantil, de la pornografía, y del aborto, pero debemos llamar principalmente al arrepentimiento de la rebelión contra Dios y el rechazo de Cristo. En vez de acusar a la

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