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La Paz De Dios Sobrenatural


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2012  •  1.484 Palabras (6 Páginas)  •  738 Visitas

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La paz de Dios sobrepasa todo entendimiento

“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. “ (Filipenses 4:7 RVR 1960)

Nuestro mundo lleno de problemas, anhela tener paz. Los que viven en tierras destrozadas por la guerra, miran la destrucción que les rodea y claman por la paz. Algunos viven en países, vecindarios o familias desgarrados por los conflictos, y desesperadamente anhelan la paz. Otros viven en ambientes pacíficos, pero sus corazones están llenos de discordia y desesperación; ansían tener paz mental.

El Señor desea que tengamos paz. El nacimiento de Jesús fue anunciado con el canto que dice: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!» (Lucas 2.14). En las últimas horas que pasó Cristo con Sus discípulos antes de morir, les dijo: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo (Juan 14.27).

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Juan 16.33).

¿Por qué no tenemos paz? Por lo menos dos barreras existen: En primer lugar, muchos no entienden qué es la verdadera paz; su concepto de paz se reduce a una situación pacífica o a la ausencia de conflictos. En segundo lugar, la mayoría no entiende que la única paz verdadera, que satisface plenamente y que es duradera, es la paz que viene del Señor.

No pase por alto la palabra «Y». La promesa del versículo 7 está vinculada con los versículos 4 al 6: Si usted se regocija siempre; si usted es «agradablemente razonable» siempre; si en lugar de preocuparse, usted ora; entonces tendrá usted «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento ».

“La paz de Dios” es la paz que da Dios, la paz que solo Él puede dar porque Él es “el Dios de paz” (vers. 9). La expresión «sobrepasa todo entendimiento» es traducción de la frase griega huperechousa («tener [o sostener] sobre») panta («todo») noun («mente» o «pensamiento»).

Significa básicamente “sobre toda mente” o “sobre todo pensamiento”. La palabra podría referirse al hecho de que la mente humana es incapaz de producir la paz que solo Dios puede dar. Es probable que el propósito de la frase sea transmitir un significado más sencillo: La paz de Dios es tan maravillosa, tan asombrosa, que no hay manera como pueda ser comprendida por mentes finitas.

Sin duda la paz que proviene de Dios, o la paz que él confiere. No es lo mismo que tener paz para con Dios (Romanos 5: 1), sino que resulta de disfrutar esa experiencia. Pablo aclara que esa paz se concederá al que vive una vida de oración (Filipenses 4: 6). Puede suceder que el cristiano no siempre esté en paz con todos los hombres (Hebreos 12: 14); pero esa situación no tiene por qué impedir que reciba la paz de Dios en su corazón. Esta paz se basa en la fe en Dios y en un conocimiento personal de su poder y protección. Brota de un sentimiento de la permanente presencia divina y produce una confianza infantil y un amor confiado.

Los que tienen tal paz no pueden expresar plenamente lo que significa tenerla, y a los que no la tienen, ella les desconcierta. ¡No pueden entender cómo los cristianos pueden tener los mismos problemas y a pesar de ello tener paz!

Harold Bosley recuerda una historia de los tiempos de la Gran Depresión de principios de los años treinta. Un panel de oradores que incluía a Clarence Darrow, el distinguido abogado y ateo declarado, estaba dirigiendo una reunión en el sector sur de la ciudad de Chicago, a la que asistieron mayormente gente de color. Las condiciones económicas estaban en su nivel más crítico: el dinero y los empleos eran escasos y Darrow usó el hecho para señalar la difícil situación de la gente de color. Él resumió los ayes de ellos, diciendo: “¿Y todavía cantáis? ¡Nadie puede cantar como vosotros! ¿Qué motivo tenéis para cantar?”. No había terminado de preguntarlo, cuando una señora de la congregación gritó: “¡Nuestro motivo para cantar es Jesús!”. A la respuesta de ella siguieron muchas expresiones de “Amén” y de aprobación… Contrario a lo que siempre hacía, esta vez Darrow… guardó silencio, pues estaba de cara a algo que no se puede racionalizar, de lo cual ni siquiera se puede hablar en términos humanos: personas que con sus cantos pueden dejar atrás sus lágrimas y elevarse por encima de sus temores, porque andan con aquel que les fortalece para que todo lo puedan hacer [Filip. 4.13].[1]

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