La virtud de la fe y el don de fe son diferentes.

La virtud de la fe y el don de fe son diferentes.

La virtud de la fe nos la regala Dios para poder creer en Jesús como nuestro Salvador y Señor, y para aceptar las enseñanzas reveladas.

El don de fe es una dotación especial de fe poderosa para determinadas circunstancias en que no basta la virtud de la fe.

Un ejemplo puede ilustrar la diferencia antes mencionada.

Un día, un papá lleva a los apóstoles a su hijo epiléptico para que sea sanado. Ellos oran a su manera, pero el muchacho no sana. Llega Jesús e inmediatamente cura al joven. Cuándo los apóstoles le preguntaron a Jesús el motivo de su fracaso, Jesús les hizo ver que no tenían fe. Los apóstoles creían en Jesús, lo amaban, pero no tenían en ese momento la fe “de poder” para enfrentarse a la fuerza maléfica que había atacado al muchacho.

Esta dotación de fe de poder es lo que Jesús llamó “fe que mueve montañas”. Es decir, fe robusta, que puede remover montañas de problemas y conflictos.

Este es el don que el Espíritu Santo concede en determinadas circunstancias a algunas personas, cuando deben afrontar situaciones fuera de lo común.

Cuando Pedro vio que Jesús venía caminando sobre el mar, le dijo: “Mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le respondió: “Pedro, ven”.

En ese instante, Pedro recibió una dotación especial de fe para que pudiera caminar sobre las aguas. Era algo fuera de serie. Mientras Pedro miraba a Jesús, pudo caminar sobre el agua. Cuando dejó de ver a Jesús y comenzó a pensar en el rugido de las olas, Pedro empezó a hundirse. Jesús extendió la mana para sacarlo.

En la vida hay circunstancias en las que se necesita una fe muy fuerte para afrontar determinados problemas. Para poder caminar sobre las olas de conflictos propios de la vida. Cuando se tiene el don de fe se logra caminar sobre las aguas.

Alguien que se lanza a una misión extraordinaria, debe estar seguro de que cuenta con el “don de fe”, de otra suerte, fracasará.

En Hebreos hablan de varios personajes bíblicos que brillaron con el “don de fe”.

- Noé tuvo que ser equipado de una fe muy fuerte para perseverar fabricando el arca durante muchos años, mientras los demás se burlaban de su chifladura de un futuro diluvio.

- Abrahán tuvo que disponer de una fe extraordinaria para llevar a su hijo Isaac para sacrificarlo en el Monte Moria. Abrahán creía que Dios era tan poderoso que podía resucitarle a su hijo.

- Elías tuvo que ser revestido de una fe increíble para arriesgarse a profetizar que durante tres años no llovería.

El don de fe lo concede el Señor para casos extremos.

- Elías tuvo que ser dotado de mucha fe para tenderse sobre el cadáver del hijo de una viuda, para resucitarlo.

- Pablo se tendió sobre un

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