Lagrimas De Angeles Caidos
Enviado por thesoades • 21 de Octubre de 2013 • 428 Palabras (2 Páginas) • 380 Visitas
Cuando callaron las armas y cesaron los desfiles victoriosos, sobre Europa cayó un abrumador silencio. El paisaje que se pudo observar tras la batalla era desolador: muertos, heridos, refugiados, corrimientos fronterizos, hambre, enfermedad, violencia, responsabilidades y unas sociedades aferradas al clavo ardiente de la supervivencia
Estoy muy preocupado por la situación europea”, escribía Winston Churchill, primer ministro británico al presidente norteamericano, Harry S. Truman, el 12 de mayo de 1945. Le hacía observar que, mientras el ejército norteamericano se estaba trasladando a Asia, Stalin imponía el sistema soviético desde Polonia a los Balcanes. “Bajan un telón de acero sobre el frente. No sabemos lo que ocurre detrás. No parece caber duda de que todas las regiones situadas al este de la línea Lubeck-Trieste-Corfú pronto estarán totalmente en sus manos, a lo que debemos añadir otra extensión enorme, conquistada por los ejércitos estadounidenses, entre Eisenach y el Elba, que supongo que será ocupada por las fuerzas rusas dentro de pocas semanas, cuando se retiren los estadounidenses. El general Eisenhower tendrá que tomar medidas de todo tipo para evitar otra inmensa huida hacia el oeste de la población alemana a medida que se produzca ese enorme avance moscovita hacia el centro de Europa (...).
Mientras tanto, nuestros pueblos estarán distraídos, castigando a Alemania, que está en ruinas y abatida; a su vez, dentro de muy poco tiempo, Rusia tendrá la posibilidad de avanzar, si así lo desea, hasta las aguas del mar del Norte y del Atlántico”.
Ante tal visión apocalíptica, el primer ministro británico abogaba por llegar a un acuerdo con los soviéticos antes de que las fuerzas occidentales en Europa se trasladaran al escenario asiático o fueran licenciadas. Es decir, tres días después de que la capitulación alemana pusiera fin a la guerra en Europa, Churchill advertía que la suerte de gran parte del centro continental estaba decidida y de que la retirada norteamericana de las zonas que aún ocupaban en Alemania, Checoslovaquia y Austria, podría provocar nuevos éxodos hacia el oeste de la población germana que prefiriera el exilio a un régimen comunista.
David Solar, director de “La Aventura de la Historia” y autor de “La caída de los dioses”, detalla en este número la pesadilla que se pudo observar tras la batalla: muertos, heridos, refugiados, corrimientos fronterizos, hambre, enfermedad, violencia, responsabilidades y unas sociedades aferradas al clavo ardiente de la supervivencia. Beatriz Juez, periodista, narra, en un segundo artículo, el éxodo de doce millones de expulsados del este de Europa, tras la derrota de Hitler, para los que se proyecta un monumento en Berlín, que ha reabierto las viejas heridas:
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