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Las obras de misericordia puestas en las manos de María


Enviado por   •  25 de Enero de 2017  •  Ensayo  •  1.058 Palabras (5 Páginas)  •  286 Visitas

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LAS OBRAS DE MISERICORDIA PUESTAS EN MANOS DE MARÍA

Autor: P. Arturo Landeros Pérez

Hay muchos elementos del evento guadalupano que llaman particularmente la atención. Uno de ellos es el milagro de las rosas. San Juan Diego tenía la preocupación de su tío Juan Bernardino enfermo. Tal apuro lo llevó a elegir otro camino para no encontrarse con la Señora del Cielo. Pero la Morenita le vuelve a salir al encuentro. Le quita la preocupación y lo invita a confiar diciéndole:

Oye y ten entendido, hijo mío, el más pequeño, que es nada loa que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón. No temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿No estás por ventura bajo mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa. No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella. Está seguro de que ya sanó (Nicán Mopohua).

Tales palabras, dichas por María de Guadalupe a San Juan Diego, son de un alto nivel humano y cristiano. Si por un lado, el indio busca cumplir una obra de misericordia concreta atendiendo la enfermedad de su tío Juan Bernardino; por otro, la Virgen le indica el modo más correcto de hacerlo, invitando al indio no a huir de Ella, sino aprendiendo a confiar en Ella.

Y luego, después de que la Virgen de Guadalupe serena a Juan Diego le da un nuevo mandato: subir al cerrillo del Tepeyac e ir a cortar las rosas. Las indicaciones del mandato son muy precisas: «Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre del cerrillo; allí donde me viste y te di órdenes; hallarás que hay diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas; en seguida baja y tráelas a mi presencia» (Nican Mopohua). Es por aquí por donde comienza el milagro de las rosas: subir al monte, cortar las rosas, traerlas a la presencia de María y dejar que ellas las toque. Y todo para que Ella pueda hacer el milagro de dibujar en la tilma su imagen.

Las preguntas que me hago y, creo que nos podemos hacer todos son: ¿no es acaso que la Virgen María nos invite a hacer el mismo movimiento que le pidió a San Juan Diego? ¿No es cierto que esas flores son las obras de misericordia? ¿No es cierto que obras de misericordia son flor y fruto del vivir cristiano? ¿No es cierto que en esas flores hay tal diversidad pues unas son las obras de misericordia corporales y otras espirituales? ¿No es cierto que representan de continuo un buen grado de dificultad, pues tenemos hemos de subir no ya al monte del Tepeyac sino al monte del Calvario para arrancarlas en la inmediatez del árbol de la Cruz de Cristo? ¿No es cierto que esas mismas obras de misericordia las hemos de hacer pasar por las manos de María para que Ella las mire, las toque y las perfume con la ternura de sus manos? ¿No es cierto que, al estar miradas y tocadas por María, tendrán la fuerza y el vigor por estampar en nuestras vidas no sólo la imagen de Ella sino la misma

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