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Los Graffitis Marianos En La Tumba De Pedro


Enviado por   •  20 de Agosto de 2014  •  1.414 Palabras (6 Páginas)  •  247 Visitas

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LOS GRAFFITIS MARIANOS EN LA TUMBA DE PEDRO

EL PRIMADO DE PEDRO ES EL DE MARÍA

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Tal vez hoy nadie se sorprenda, pero el hecho de que la sede más importante de la cristiandad no sea Jerusalem, que es la Iglesia que custodia los “trofeos” del propio Señor Jesucristo (la cruz y el sepulcro) sino Roma; insinúa sin querer, un “no se qué” de misterioso, de intrigante.

La maravilla crece cuando se descubre que el Canon del Concilio de Nicea no concede a la Iglesia de la Ciudad Santa más que la primacía de honor que merece como punto de partida de la fe naciente.

Mientras la Iglesia de Roma debe su grandeza y su particular lugar, a su vínculo especial con los "gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo". De esto deriva su “más excelente origen”, según la expresión de San Ireneo, quien afirma además que la muerte en ella de estos dos apóstoles hace de la Iglesia de Roma aquella que Dios ha marcado con la autenticidad del sello apostólico más grande y más potente.

EL PEREGRINAJE “AD LIMINA APOSTOLORUM”

Aunque voluntariamente comencé desde muy lejos, creo que era necesario sentar las bases para una adecuada pre-comprensión, antes del discurso que compartiré en adelante.

El Jubileo, al cual nos estamos preparando, nace como “peregrinación” a la tumba de Pedro. El primado de Pedro, motivo ininterrumpido de disputas, es también el primado de la Iglesia de Roma sobre las otras. Y todo nace del hecho que Pedro está en la cima del círculo de los apóstoles. También Roma con su obispo continúa hoy aquel mismo ministerio que ha sido el de Pedro.

Pero hay un acento particular, prácticamente ignorado por gran parte de la literatura teológica, que se refiere a la primacía del pescador de Galilea, a su profundo vínculo con María, la Madre del Redentor.

Pedro sabía que era pequeño. Y seguramente fue esta conciencia de su pequeñez la que lo llevó a ganarse la compañía de aquella que se hacía proclamar la “Sierva del Señor” (Lc 1, 38).

En un artículo de Maurizio Blondet, aparecido en el periódico Avvenire hace unos meses, se resaltaba aquello que era definido como el aspecto más íntimo de Pedro: “su vínculo con María, con la Virgen que canta el Magnificat (…): como María, la esclava del Señor, Pedro se encomienda a las manos de Dios. Creo – agregaba el periodista – que este lado femenino, materno de Pedro tiene una dimensión ecuménica, que puede acercar la Iglesia de Roma a la Iglesia Oriental.

UNA IMPORTANTE CONFIRMACIÓN ARQUEOLÓGICA

Estas consideraciones son ciertamente sugestivas, aunque también correctas desde el punto de vista de la teología bíblica, ya que la mayoría de ellas tienen confirmación fidedigna de la arqueología y la epigrafía.

El hábito de por sí objetable, de dejar escrito una invocación o el propio nombre en los muros de los lugares más significativos de la propia fe, tiene raíces lejanas en el tiempo. También en los primeros siglos de la Iglesia numerosos peregrinos dejaban grabado las paredes que rodean e incluso en la misma tumba del mártir, nombres e invocaciones que con el paso de los años se han convertido en un valor incalculable.

Hoy es posible afirmar que esos escritos han estado completamente leídos e interpretados gracias al recomendable trabajo de una mujer que ha dedicado toda su vida a las excavaciones de la metrópoli vaticana y en particular al estudio del área de la tumba de Pedro: la profesora Margarita Guarducci.

Como todos bien sabemos, la documentación sobre los primeros siglos de la Iglesia de Roma se ha perdido o destruido durante las grandes persecuciones del tercer siglo o a consecuencia de tantas otras travesías. Mientras los muros con sus graffitis (textos escritos a grafito con una herramienta afilada) siguen estando casi intactos, y son como un libro abierto.

Y gracias al estudio de estos graffitis fue que la arqueología romana ha llegado a la convicción de haber encontrado en un pequeño nicho en la pared denominada “G” (ver foto 1), también llamada pared de graffitis, los restos mortales del apóstol Pedro.

Estos escritos, que se encuentran debajo del altar de la Confesión, nos abrieron después de 2000 años, el pensamiento y la espiritualidad de

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