MUSICA PROTESTANTE
Enviado por flaviojuarez • 27 de Junio de 2014 • 2.603 Palabras (11 Páginas) • 347 Visitas
LA MUSICA PROTESTANTE.
En este artículo se intenta relacionar la música protestante con sus raíces hebreas y cristianas. Se trata de trazar algunos de los distintivos que fueron forjando las expresiones de alabanza que hoy permiten constatar la rica diversidad musical de las distintas tradiciones protestantes. Desde el himno, con sus referencias bíblicas, hasta el clásico himno luterano, y los posteriores desarrollos que derivan en coritos, cánticos y alabanzas, la música protestante ha mantenido su vigencia y su valor.
Desde los comienzos de la iglesia cristiana el himno ha ocupado un lugar prominente en el culto. En el Nuevo Testamento ya observamos alusiones a dicha forma de alabanza. El libro de los Hechos dice: “Alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía a la iglesia los que habían de ser salvos.” (2.47). Obviamente los himnos que la iglesia primitiva conocía eran los salmos, provenientes de la tradición hebrea. Pablo puntualizó el uso de los salmos, himnos y cánticos espirituales (Col. 3.16). Esto implica que había, además de los salmos, otro tipo de alabanza desarrollándose en el contexto de aquellas comunidades que se estaban formando.
El evangelio de Lucas nos presenta lo que se ha denominado los “salmos mesiánicos”. El Magníficat de María (Lc. 1.46-55), Nunc Dimittis (Lc.1. 68-79), y el Benedictus (Lc.2. 29-32), que encontraron su lugar en las liturgias posteriores como el Oficio Mayor luterano. Lo importante es que estos “salmos” señalan hacia el evento del nacimiento de Jesús.
La expansión del cristianismo trajo como consecuencia la evolución del himno hasta llegar a las formas que conocemos hoy. Cabe notar que el cristianismo oriental, con las iglesias ortodoxas, produjo liturgias muy elaboradas con efecto dramático e incorporación de trozos bíblicos convertidos en elementos litúrgicos. En los primeros cinco siglos del cristianismo las iglesias ortodoxas produjeron liturgias elaboradas que todavía hoy son prominentes en sus experiencias cotidianas de adoración. Ello incluye ceremonias bautismales, matrimoniales y fúnebres.
Ya para el siglo IV el cristianismo occidental con la Iglesia de Roma a la cabeza, ha ido elaborando sus liturgias, incluyendo numerosos himnos. Ambrosio de Milán fue la figura cimera en la producción de himnos. Ambrosio incorporó las nuevas corrientes de la música bizantina y las unió a las formas romanas que desembocaron en la misa latina que conocemos hoy. Hubo una gran producción litúrgica en el occidente cristiano desde el siglo V hasta el XV. Gregorio Magno fue un impulsor de la liturgia en occidente a partir del siglo VI. El canto gregoriano es la base fundamental de la liturgia latina. Evolucionó hasta el siglo XII en el llamado canto llano, que es la evolución del canto gregoriano en sus formas más elaboradas en la misa.
La música cristiana recibió un gran impulso con la Reforma Protestante. El impacto del Renacimiento y las corrientes humanistas influyeron notablemente en el desarrollo de la música secular, y la religiosa en particular. Los gremios musicales en las ciudades fueron una expresión indiscutible de estas nuevas corrientes. La música y los textos lograron un gran impacto social y cultural. El coral a cuatro voces y el contrapunto en las composiciones es la gran revolución de la época.
El canto gregoriano, y su posterior evolución en el canto llano, dieron participación a los fieles en la misa. Pero con las nuevas corrientes humanistas y la nueva música se amplía la participación del pueblo en cantar la fe y participar más activamente en la adoración. Ahí es donde la Reforma Protestante logra un papel predominante: el cántico congregacional. El himno ahora es de fácil acceso a los fieles. La imprenta hace accesible los textos. Las composiciones en la lengua del pueblo (no solo en latín) es la gran revolución. Hay melodías más vivaces que incorporan el folklore y la poesía popular.
Martín Lutero fue el propulsor de este renacimiento musical en el movimiento de la Reforma Protestante. Siendo un músico y compositor experimentado, pensaba que después de la teología la música debía tener un lugar prominente en la iglesia. Lutero inicia la gran tradición que daría como resultado coral alemán, cuyo gran exponente fue Juan Sebastián Bach. Su participación como compositor de oratorios y cantatas para la iglesia, su papel como organista en iglesias importantes como la de Santo Tomás de Leipzig, lo convirtieron en el gran maestro de la fe cantada en la tradición luterana.
El gran himno de la Reforma Protestante es “Castillo Fuerte es nuestro Dios”. Su composición y evolución denota lo que sucedió con mucha de la música luterana. Comenzó con una melodía sencilla y un texto apegado a las Escrituras, con énfasis en la teología luterana, y llega a ser un oratorio elaborado en la creación musical de Juan Sebastián Bach.
Juan Calvino creyó que los salmos eran la fuente esencial para cantar la fe. Fue muy cauteloso en la incorporación de elementos musicales seculares en el culto reformado. A Calvino le gustaba la simplicidad en la adoración sin adornos o imágenes. Para Calvino la música es para adorar a Dios no para deleitar a la congregación. Propició que se elaboraran salmos métricos con notación musical, en cierta medida más apegado en su estilo al canto llano que a las nuevas tendencias que se daban en la música luterana. Para Calvino el texto es más importante que la música; la doctrina más que el arte. Martín Bucero, reformador en Estrasburgo y Ulrico Zuinglio en Zurich, siguieron las pautas de Calvino en relación con la música. Zuinglio insistía en el texto y su interpretación como elemento esencial que se hacía eficaz en la predicación. Los himnos eran secundarios en la adoración.
En Inglaterra la reforma anglicana combinó el desarrollo litúrgico y la producción de himnos, y los plasmó en el Libro de Oración Común. Este libro litúrgico ofrece oraciones, ceremonias especiales y órdenes para la misa, que aunque tienen el formato de la antigua misa latina, reciben alguna influencia de las corrientes reformadas.
Una figura descollante en el desarrollo del himno protestante fue Isaac Watts en Inglaterra. Este compositor de finales del siglo XVII trabajó mayormente con la paráfrasis de los salmos. Watts compuso más de 750 himnos y salmos. Un buen ejemplo de ello es el salmo 51 musicalizado y parafraseado en el himno “Piedad, Oh, Santo, Dios Piedad.” Su influencia en el desarrollo posterior, particularmente en el siglo XIX en Estados Unidos, fue notoria. Allí el himno clásico protestante europeo comenzó a incursionar en las iglesias protestantes. Ya para mediados del siglo XIX el cántico evangélico (“Gospel Song”), vino a ser el pilar de la adoración protestante.
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