Me Sedujiste Señor
Enviado por sauloe.valencia • 8 de Junio de 2015 • 1.002 Palabras (5 Páginas) • 380 Visitas
Hora Santa “Me dejé seducir”
I. Iniciación: (10 min)
Hacer un momento de introducción a la reflexión, hacer un poco de respiración.
II. Lectura bíblica: (5 min)
“Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste, has prevalecido. Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Si hablo, es a gritos, clamando: ¡violencia, destrucción!”, la palabra del Señor se me volvió escarnio y burla constantes, y me dije: No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre. Pero la sentía dentro como fuego ardiente encerrado en los huesos: hacía esfuerzos por contenerla y no podía. “
Jeremías 20: 7‐ 9.
Padre Nuestro, Ave Maria, Alabado y Canto
III. Profundización: (20 min)
El profeta, dirigiéndose a su Dios dice: “Me sedujiste, me forzaste y has prevalecido.” Ante tales acciones de su Dios, el profeta “se dejó seducir.” Las imágenes de este cuadro, resultan violentas: “Seducción, fuerza, prevalecer.” ¿Cómo entenderlas? ¿Hay una violencia justificada en la relación Dios‐ profeta? Transliteramos los verbos del texto hebreo:
‐ phitïtanï: con sufijo se traduce “me sedujiste.” Este concepto encierra la idea de “engaño, persuadir, inducir.” Para seducir se requieren actitudes hábiles y astutas y la presentación de algo llamativo que atraiga fuertemente la atención. Recordando la relación amorosa “Dios‐ profeta” manifestada audiblemente en el momento del llamamiento, citamos: “Vino palabra del Señor a mí: Antes que te formases en el vientre te conocí, antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Yo dije: No sé hablar, soy un niño. Él me dijo: No digas eso. No temas, porque contigo estoy para librarte…El Señor extendió su mano, y me dijo: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.”9 El primer encuentro entre Dios y el profeta resulta impactante para éste, al grado de quedar convencido plenamente de las palabras del Señor. Allí comienza la seducción. Allí inicia el caminar del profeta.
‐ jazaqtanï: con sufijo se traduce “me forzaste.” El verbo tiene varios significados: apremiar a alguien, quedar fuertemente atrapado, quedar enredado, mantenerse dedicado a algo, ceñir fuertemente, consolidar el control sobre alguien. Es consecuencia de la seducción; una vez que alguien ha logrado convencer a otro con sus palabras y ofrecimientos; éste, queda atrapado y unido al seductor. El cuadro que presenta el profeta nos permite imaginar “lo fuerte que resultó para él aceptar ser seducido por su Dios. La expresión “me forzaste” permite también trasladarnos a distintos momentos en la vida del profeta y darnos cuenta cómo es que en medio de sus crisis y aflicciones se mantuvo vinculado a su Dios, aun cuando Él parecía ausente y desentendido de sus aflicciones.
Padre Nuestro, Ave Maria, Alabado y Canto
La relación entre el profeta y su Dios se convierte en una relación íntima de amor. La imagen violenta del cuadro presentado por el profeta permite imaginarnos que al igual que la joven seducida
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