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Monaguillos


Enviado por   •  7 de Octubre de 2014  •  1.070 Palabras (5 Páginas)  •  338 Visitas

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En mi encuentro dominical con Cristo Resucitado y conmemorando su Bautismo, el Señor, a través de su ministro, nos propuso el siguiente ejercicio para meditar la Palabra.

Reflexionamos sobre el canto primero del siervo de Yahvé (Is 42, 1-7).

El ejercicio consiste en cambiar la forma verbal de la tercera persona singular a la segunda persona singular y descubrir el mensaje de la Palabra de una forma más directa.

He aquí a mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma.

Si leemos este primer verso literalmente y por la formación que hemos recibido, inducimos que se habla de Cristo, pero pronto descubriremos que no sólo de Él.

He puesto mi espíritu sobre ti

Aquí la primera transformación de nuestro ejercicio y aquí nuestra primera enseñanza: Dios habla directamente contigo, te presenta ante todos como su siervo, te dice que Él te sostiene, que tú eres su elegido, que su alma se complace en ti. Estas palabras no son poca cosa, si te detienes y meditas cada una de ellas encontrarás lo grande que eres, cuánto vales ante sus ojos. Para nada es poca cosa que el alma de Dios se complazca en tu persona. Después el mismo Dios agrega: “mi espíritu está sobre ti”; el Espíritu de Dios, el mismo Dios está sobre ti y en ti, no sólo es el aliento de vida, sino sus dones, su poder.

Dictarás ley a las naciones

No quiere decir que serás el rey del mundo, el más poderoso, sino que debes vivir en la justicia y para la justicia, declarar siempre lo justo ante los demás. Ésta es tu vocación de bautizado.

No vociferarás ni alzarás el tono, y no harás oír en la calle tu voz

“Mucho ruido y pocas nueces” decía mi abuela. El verdadero cristiano no busca la aprobación del mundo, no es imprudente ni impulsivo para gritar y hacer ruido cuando no se está de acuerdo. El verdadero cristiano piensa, medita, pide la luz y la sabiduría del E. Sto. y hasta entonces emite “un juicio”. El testimonio de un bautizado no se da con palabras, se da con actitudes y con obras que suelen ser muy silenciosas.

Caña quebrada no partirás y mecha mortecina no apagarás

Cuando te bautizaron Dios te regaló la fe, la esperanza y la CARIDAD, tú posees estas virtudes y no son para guardarlas en una caja fuerte con una clave secreta, estas tres virtudes son para que las uses. ¿Cuándo? ¿Dónde? Sabes que hay alguien a quien se le llama prójimo (y si éste término no nos queda claro, pues es la persona que está junto a ti). Cuántas veces nos encontramos a jóvenes drogándose mientras regresamos a casa y cuántas veces mostramos indiferencia, molestia y hasta los juzgamos duramente y los marcamos y los señalamos como lo peor de la sociedad. Eso es partir una caña quebrada.

Cuantas veces alguien te confía sus sueños y proyectos o sus problemas y angustias y tú los desanimas con un rotundo pesimismo: “¡uy no!, para qué vas a estudiar, ya mejor consíguete una chambita” “No eso ya no tiene remedio, ya mejor resígnate, así lo quiso Dios.” “ya para qué, no tiene caso.” Eso es

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