Musica Y Canciones En El Coro Parroquial
Enviado por jcm2012ve • 24 de Enero de 2015 • 4.422 Palabras (18 Páginas) • 220 Visitas
MÚSICA Y CANCIONES EN EL GRUPO
Si tuviéramos que destacar unas actividades connaturales a los scouts por
encima de otras, resaltaríamos tres: los campamentos, las veladas y las
canciones. Tan importantes son las canciones en la vida scout, que ya
Baden Powell, en su primera edición del libro fundacional “Escultismo
para muchachos”, al exponer la Ley Scout señala en la 8ª ley: “El scout
sonríe y canta ante sus dificultades” (traducción de la edición
Interamericana de 1948). De hecho, en la explicación que añade a cada una
de las leyes scouts, Baden Powell precisa que “nunca murmura en sus
dificultades, ni echa la culpa a los demás, ni refunfuña, sino que silba y
sonríe”. De hecho, la ley original en inglés dice: “A Scout smiles and
whistles”, y “whistle” es exactamente “silbido” y, como verbo, “silbar”.
Bien es cierto que “whistle” puede llamarse tanto al silbato de los árbitros
de futbol, como a un instrumento musical. Especialmente en Irlanda, el
whistle es un instrumento muy popular: es una especie de flauta pequeña y
estrecha, de metal o incluso de plástico, de seis agujeros, con apenas una
escala de registro y que se usa mucho en la música celta y en la música
popular folk irlandesa.
Volviendo a la ley scout, en muchas de las traducciones y adaptaciones
realizadas por cada una de las Asociaciones scouts, el hecho de cantar o
silbar desaparece rápidamente. Ya en la primera edición de la ley scout de
Chile, primer país de habla hispana en el que prende el escultismo, la ley
octava pasa a ser la quinta, y en 1924 se escribe como: “el scout es
intrépido, alegre y vivo, y jamás anda con la cabeza inclinada”. De hecho,
en la Ley scout de MSC de los años 80 se escribía: “El scout supera las
dificultades con alegría” y la Ley de ASDE dice: “El Scout es animoso ante
peligros y dificultades”. Como podéis apreciar, las posteriores traducciones
de la Ley Scout no contemplan el canto ni el silbido dentro de la ley scout,
pero todas nuestras actividades respiran y utilizan la música como una
herramienta imprescindible. También es verdad que las asociaciones scouts
de Venezuela, México o Perú sí mantienen el hecho de cantar o silbar en la
ley scout.
Ciertamente podemos suponer que cuando Baden Powell cita que el scout
“nunca murmura en sus dificultades, ni echa la culpa a los demás, ni
refunfuña, sino que silba y sonríe”, el hecho de silbar no parece que sea lo
más importante. Entre las propuestas de actividades concretas que Baden
Powell escribió en “Escultismo para muchachos”, expone cómo orientarse,
cómo seguir huellas, cómo organizarse en patrullas, cómo hacer nudos,
fuego, construcciones, cocina de campamento, cómo se cuida la higiene
personal, actividades de salvamento… En total, un sinfín de actividades
para ejercitar el método scout, entre las cuales también cita las canciones.
Al respecto del fuego de campamento, expresa: “Alrededor de la fogata se
puede cantar, recitar y aun llevar a cabo pequeñas representaciones”. De
hecho, en una de las pocas referencias musicales de su libro, Baden Powell
explica la danza guerrera de los scouts, que toma de una danza guerrera de
la tribu africana Kikuyu: el “Eengonyama”, un canto coral que los zulús
dedicaban a su jefe, comparándolo con un león (en el libro viene hasta la
partitura). Yendo al fondo del asunto, y sin pararse mucho en si las
traducciones de la ley scout son fidedignas o no, todos sabemos que la idea
de Baden Powell era que el verdadero objeto de realizar el juego scout y
todas estas actividades en la naturaleza para ejercitar los aprendizajes y las
destrezas necesarias, no eran únicamente para ser buenos guardabosques,
sino para ser útiles a los demás y a su país. Y para este fin, la música, las
danzas y las canciones son un patrimonio y unas herramientas
excepcionales.
En la pedagogía scout, como buena muestra de aprendizaje significativo,
para que de verdad algo nos toque el corazón y se impregne de los valores,
las personas tenemos que vivir las emociones y experimentar las
sensaciones. De ahí que toda vivencia que genera un recuerdo indeleble, un
momento en la memoria, suele conllevar un verdadero aprendizaje. Y en
esta función, pocas cosas hay como la música y las canciones. Es por ello
que en los scouts se han prodigado los himnos y las marchas, porque en los
himnos se conjuga a la perfección ―si el himno es bueno― el ritmo que
facilita la memoria y la letra que transmite los valores.
Ejemplo supremo de himnos scouts fue el primer himno oficial de los
Exploradores Españoles. Esta asociación, fundada en 1912 por Teodoro
Yradier, organizó un primer campamento nacional en Riofrío (Ávila) en el
verano de 1914. Don Teodoro, padre del escultismo español, pensó
inmediatamente en dotar a los exploradores de un himno como Dios
manda. Conocido popularmente por “Caricia y besos”, contiene todo el
ideario más arcaico y anticuado del sabor scout (la letra completa la tenéis
en el anexo). No en vano, había sido compuesto musicalmente en 1913 por
Melecio Brull Ayerra, un músico navarro de reconocida fama en el Madrid
de principio de siglo, y la letra se debe a Mariano Benavente González.
El original estaba compuesto en Si bemol mayor, lo que hace difícil tocarlo
a la guitarra. Sin embargo, el ritmo es vivo y de dos por cuatro, como
corresponde a un himno de ritmo marcado. La letra hace continuas
referencias al cumplimiento del deber, honrar y guardar la patria, y
permanecer unidos, pues aun siendo simples gotas de agua, entre todos
somos capaces de formar ríos y llegar al mar. Aunque nos parezca mentira,
este himno se mantenía en activo en los años sesenta: era el himno de la
Delegación Diocesana de Escultismo, y en nuestro grupo era cantado
habitualmente cada día en la izada de bandera. Cayó en desuso en los
grupos scouts católicos en los años setenta, aunque continuó siendo el
himno de ASDE hasta hace muy pocas fechas. Por el testimonio directo de
los scouts de aquella época, sabemos que no era muy habitual cantar o
danzar en las actividades scouts de aquellos primeros años. Tampoco era
usual llevarse
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