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No guardes tus pecados en secreto por que Dios es Santo


Enviado por   •  5 de Junio de 2023  •  Informe  •  988 Palabras (4 Páginas)  •  39 Visitas

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No guardes tus pecados en secreto por queDIOS ES SANTO

Podríamos estar familiarizados con el mandamiento bíblico: «confiésense sus pecados unos a otros, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho» (Stg 5:16), pero ¿cómo es en realidad la confesión de tus pecados con otros cristianos? ¿Y cómo debe responder otro creyente?

COMPARTE TU CONFESIÓN

Evalúa el pecado en categorías bíblicasSan Agustín evalúa «quién soy ahora» de acuerdo con las categorías en 1 Juan 2:16: la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida. La Biblia crea categorías de pecado para nosotros. San Agustín evalúa su vida no en relación a la sociedad o a la visión de otros, sino que a la Escritura. Y no solo evalúa su vida en categorías bíblicas, sino que también emplea el lenguaje de la Escritura en su confesión. Más que cualquier otro autor bíblico, el salmista le dio a San Agustín categorías y lenguaje para sus confesiones.

Comparte tanto el pecado como la alabanza. San Agustín no limita la confesión a una petición de perdón. Él conecta su pecado a la misericordia de Cristo, que siempre lo lleva a la alabanza. La confesión cristiana nunca termina con «me equivoqué; por favor, perdóname», sino que siempre lo lleva a «soy perdonado; ¡aleluya!». San Agustín constantemente vuelve a la alabanza: «Alábete mi alma, para que pueda llegar a amarte; que confiese todas tus misericordias y por ellas te alabe» (5.1.1). Permite que otros te saquen de la oscuridad de tu pecado al brillo de la misericordia de Cristo.

Confiesa que te conoces mejor. Para San Agustín, el acto de la confesión nos revela a nosotros mismos. No hay cosa que podamos esconderle a Dios. Él ya conoce nuestros corazones pecadores e intranquilos, por lo que la confesión no está diseñada para esconderle nada a Dios; existe principalmente para formarnos. San Agustín describe la confesión a Dios de esta manera: «Al confesarte nuestras miserias, y tus misericordias sobre nosotros, abrimos el corazón para que termines la liberación que has comenzado, para que cesemos de ser desgraciados en nosotros y encontremos la felicidad en ti» (11.1.1). San Agustín confiesa su corazón intranquilo para así encontrar feliz descanso en Dios.

Finalmente, confesamos para ver más de Dios. San Agustín constantemente suplica: «conózcate yo, conocedor mío, como tú me conoces a mí» (10.1.1). Cada mirada a sus pecados, cada descripción de sus fallas y éxitos, apuntan hacia un fin: conocer más a Cristo. San Agustín quiere ver a Cristo cara a cara, conocerlo completamente como él es completamente conocido (1Co 13:12). El hábito de la confesión a Dios ante otros es una manera en la que llegas a conocer mejor a Dios.

No obstante, San Agustín no solo modela la manera en que confesamos nuestros pecados ante otros; también orienta a sus lectores (y a nosotros hoy) sobre cómo escuchar la confesión de un hermano creyente.

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